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viernes, 15 de mayo de 2009

¿Sabrá de qué habla?

Corto y copio de "El país"


Mishima inédito
P. Ll. 25/04/2009
Con una estética de calendario de bomberos para gays sensibles —los estudios de mercadotecnia de la editorial sabrán por qué han optado por esa portada— Alianza traduce al español por primera vez la obra más explícitamente homosexual de Mishima.

Bien, muy bien. Bajo una imagen del escritor japonés Yukio Mishima, uno de los últimos en practicarse el Seppuku en 1975, y conociendo un poco tanto su obra como su estética personal en el tema erótico festivo uno no puede sino quedarse de piedra ante el comentario: "Calendario de bomberos para gays sensibles". No voy a meterme con lo que diga sobre el libro, su crítica literaria puede ser muy válida, o no, pero plásticamente habrá que dejar claro que esta portada

no es sino una fotografía de Wihem von Gloeden tomada hacia 1900. Concretamente esta

A su vez este personaje ambiguo, inquietante y perturbador incluso hoy, se basa para componer esta imagen en esta otra obra de mediados del XIX de Hippolyte Flandrin: "Hombre sentado a la orilla del mar"
Sobre esta composición se ha trabajado en muchas ocasiones y recojo algún ejemplo como: Fred Holland Day, Mapplethorpe (1981) y Pierre Yves Tremois (1998)


La pregunta es: si no se tiene idea de arte ¿pa que te metes?

No, vera, sr. periodista/crítico: no vale todo. No vale que para reseñar la edición de una novela se critique la portada con un afán que tiene cierto hedor homófobo. No vale que se trate una obra con semejante trayectoria estética como si fuera un dibujo de un pelanas. No vale que se meta en lo que no parece entender y si lo entiende tómese la molestia de razonarlo.

Que sea apropiada o no la imagen de esta portada para el contenido puede ser discutible pero no lo es que ese sea el primer comentario que se haga de un libro, de una novela que, como todas las de Mishima -nos gusten o no- tiene mucho dentro: esto es lo que, nunca mejor dicho, es prejuzgar e inducir a un juicio, un libro por las tapas.

Quizás es que preferiríamos una cabeza decapitada y sangrienta o el harakiri de Mishima, quizás es que la imagen de una simple pieza artística no es suficiente



1 comentario:

  1. Creo que Hippolyte Flandrin estaba en aquellos muy alejado de saber, ni tan siquiera pensar que su cuadro acabaría siendo todo un icono del mundo homosexual.

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