Vistas de página en total

viernes, 10 de mayo de 2013

Abuelitas

ADVERTENCIA PREVIA: QUE NADIE SE MOLESTE CON ESTE TEXTO. SEGURO QUE HAY ABUELITAS ENCANTADORAS. ECHADLE HUMOR Y OBSERVACIÓN. NADA MÁS LEJOS DE MÍ INTENCIÓN QUE CABREAR A NADIE. 
¿Quién busca los niños,
Sus gracias celebra,
los ama, los mima,
tan dulce, tan tierna?
¿Quién goza si ríen, si sufren
quién pena?
¿y excusa sus faltas
por graves que sean?
La madre dos veces,
la plácida abuela.
¿Quién blancos cabellos
Cual galas ostenta
y grata los tiempos
pasados recuerda?
¿Quién sólo virtudes
y amores revela?
¿Quién nunca se enfada,
y es siempre tan buena?
La madre dos veces
la plácida abuela.

Autor:J. M. Alfaro Cooper (Costa Rica) 1861-1912

Abuelitas, ah, las abuelitas. ¿Qué sería de nosotros sin esas entrañables figuras que dan calor a nuestros recuerdos de infancia, que aparecen en nuestros parques tomando el sol apaciblemente, siempre rodeadas de nietos a quienes cubren de mimos y caricias? Ah, las abuelitas.
Pero ¿quien coño se ha inventado semejante mito griego? Esas abuelitas sólo existen para ilustrar los cuentos infantiles cuando el ilustrador tiene gripe mezclada con resaca y todavía tiene la jeringuilla en la vena justo después de que le haya dejado su pareja por otro/a. Esas abuelitas ni siquiera existen en los cuentos, incluso son un poco golfas que dejan entrar en sus casas a lobos indocumentados y le dicen aquello de “Devórame otra vez, lobo mío”, por que no pensaremos que si no fuera así, la cosa se iba a solucionar abriéndole las tripas al pobre gigoló, digo, lobo. No, ni hablar, las abuelitas hoy son una especie de plaga de langosta bíblica e incluso más temible.
He de reconocer que yo no tuve abuelas y lo más cercano que estuvo en mi entorno fue mi madrina. Prácticamente crió a mi madre y como tal era lo más cercano a una abuela ¿no? Delicada ancianita castellana de salud frágil y piel de porcelana de quien sólo recibí un momento de calor humano: una paliza con tres años, para ser más concreto. Por otro lado como murió cuando yo tenía 22 años me dio tiempo a verla ejercer con todo su poderío suministrando bofetadas a diestro y siniestro y con un especial empeño en que encizañar matriminonios. La frase más delicada de esta “frágil ancianita” era “la madre que lo parió que no lo cagó” seguida de cerca por (cuando alguien había muerto) “Le ha tocao pues le ha tocao, que se joda”. Hasta yo me sonrojo de lo que salía por aquella boquita de piñón pintada como las divas de los treinta.
Pero bueno, los tiempos han cambiado y ahora las abuelas han cambiado… a peor.
Sé que a estas alturas estaréis poniendo el grito en el cielo (¡estoy atacando algo sagrado, tanto como la maternidad al cuadrado!) pero preguntaros esto ¿no he visto y oído comportamientos como estos mil veces?
Ejemplo 1: indefectiblemente, siempre, aunque la abuelita en cuestión haya tenido criados por docenas ellas “han trabajado mucho”, y empiezan la larga enumeración de labores que han realizado. Las primeras 10.000 veces te las crees pero cuando vas conociendo historias como que tenía tres hermanas solteras viviendo con ella para que no se esforzara, o que tenía una hermana medio retrasada que hacía las labores de la casa mientras pudo y cuando dejó de poder la abuelita en cuestión buena prisa se dio para ingresarla y perderla de vista, su credibilidad se reduce bastante.
Ejemplo 2: igual de indefectible es que cuando van con su marido se refieran a él con un característicamente despectivo “éste”, cuando no con un clarificador: “éste, que es idiota”. Hay una excepción en este “tratamiento”, que viene a suceder a los dos minutos de que el marido se haya muerto, entonces pasa a referirse a él por su nombre de pila, añadiendo, “que se llevó mi vida al morirse”.
Ejemplo 3: cuando por la edad o las enfermedades se ven obligadas –obligadas casi a punta de pistola- a ser acompañadas y atendidas en mayor o menor medida por alguna mujer, generalmente jóvenes inmigrantes, vuelven al despectivo “ésta” negándose a aprender el nombre.
Ejemplo 4: la abuela-queja, en general las abuelas se quejan muchísimo, muchas veces con razón pues la enfermedad no respeta a nadie, no voy por ahí. Me refiero a la abuela-queja por cosas como las siguientes (que personalmente he oído)
-que no le dejen cruzarles la cara a sus nietos
-que le viva uno de los padres
-que no le viva ninguno de los padres
-que no la llamen nunca por teléfono
-que no la dejen en paz con el teléfono
-que nunca vayan a su casa
-que no haya manera de que dejen de ir a su casa, que luego es ella quien tiene que limpiarlo todo.
-que la nuera-hija no sepa limpiar por que “es ella quien tiene que limpiarlo todo” detrás de la chapuza que hace la nuera-hija
-que el marido no salga de casa.
-que el marido no pare en casa.
Ejemplo 5: esta actitud abuelil es aplicable también a la MADRE, o mejor dicho a la SANTA MADRE, a saber: Si llegado un día como el pasado día de la Santa Madre, el/los hijos/as aparecen con un regalo la cosa suele convertirse en un drama padre pues “como están las cosas y os gastáis un dineral en mí”, no es un planto convencional de “madre sufridora”, no, es un verdadero reproche cargado de cabreo; pero, ah, si aparecen con las manos vacías, aparentemente todo irá bien hasta que se vayan, momento en que comenzará su lamento de “ni un mal detalle tienen nunca conmigo y ni un cachete puedo darles a mis nietos” (eso suelen llevarlo fatal)
Ejemplo 6: las que hacen Biblia de aquel refrán de “los hijos de mis hijas mis nietos son, los de mis hijos, lo serán o no” al que ellas añaden “por que ésta es una lagarta”. Sé que no lo vais a creer pero he conocido abuelas que a determinados nietos de diez años les han dicho: habla con los de tu familia, no conmigo. En este ejemplo hay que incluir lo que yo llamo vieja-calculadora-electrónica: es decir aquella que mide cada gasto al céntimo en lo que se refiere a lo que gasta en sus nietos literalmente “No me voy a gastar más en los hijos de ésta (nuera) que en mis nietos”.
Ejemplo 7: vulgarmente denominada “abuela-disgusto”. Son aquellas que cuando saben que van a serlo se llevan el disgusto de su vida. Las causas más generalizadas son tres:
-¿con ésta?
-que creen que las envejece ser abuelas, sobre todo se produce en el primer nieto y si están todavía activas y atractivas (que haberlas haylas y muchas)
-“más gastos”, opción esta mucho más generalizada de lo que pudiera creerse.
Ejemplo 8: o abuela resentida, cierto que es escasa –al menos a simple vista- pero son aquellas que vierten su resentimiento contra los nietos. Recuerdo a una que había tenido en un año un nieto y una nieta. Se le deshacía el alma hablando de la niña y cuando la otra abuela con la que conversaba le preguntó “¿y el niño?” respondió tajante: “un inútil, como todos los hombres”.

Dando un salto cualitativo, es decir, sacando a la dulce abuelita del contexto familiar las abuelitas suelen ser esas señoras que:
-te atropellan con el carrito de la compra
-se cuelan en la cola de la carnicería
-te cuentan todas sus enfermedades con pelos y señales hasta la quinta generación de la quinta generación, hacia delante y hacia atrás a la menor oportunidad que tienen
-te hacen una proclama política en cuanto digas “parece que hace malo hoy ¿eh?”
-te elogian sin medida a hijos y yernos para acabar con un silencio elocuente que viene a querer decir “y tú, no, fracasado”.
-acuden presurosas a clínicas a visitar enfermos para comentar quien se ha muerto de lo mismo; y a velatorios para llevar la lista de dolientes; ah, y a los cementerios para desollar vivos a quienes no visiten regularmente las tumbas. Es gracias a ellas que se está imponiendo la incineración.
-se paran en mitad de la calle durante horas de palique con otras de su misma condición dedicándose al noble arte triple de A: despellejamiento generalizado, B: proclamas golpistas a tres voces, C: desarrollo monologado y simultáneo por parte de las concurrentes de toooodas y digo toooodas las enfermedades de la familia y anexos explicando con todo lujo de detalles lo que trabajan en casa y por que no pueden estar a pie firme mucho tiempo. Aunque no lo parezca son capaces de hacer las tres cosas a la vez, todas juntas y, encima, enterarse de lo que dicen las otras (en el hipotético caso de que les importara). Intentadlo vosotros a ver cuanto tardan las neuronas en colapsarse.
Bueno, ese es el panorama abuelil actual generalizando mucho. Por suerte para la humanidad no son todas así, aunque… no. No son todas así. Lo que si es absolutamente cierto es que la abuela que describe el poema ha desaparecido, y es bueno por que las actuales están más activas e incluso con peores circunstancias vitales tienen una vida personal y unas expectativas propias que en aquellas se reducían a irse quedando encerradas en vida cuidando de la casa y los nietos. Claro que también atendidas y nunca, nunca, se enteraba el mundo de su muerte por que la escalera olía demasiado mal.

¿Sabéis lo verdaderamente trágico de cuanto he escrito aquí? Que no me he inventado ni una sola coma.

9 comentarios:

  1. Ningún grito en el cielo, que mis dos abuelas eran de armas tomar. Bastante alejadas de cualquier imagen idílica.

    ResponderEliminar
  2. Yo solo tuve una abuelita (ningun abuelo), y me quiso siempre mucho y yo a ella. No entrare en analisis criticos no vaya a ser que tambien me quede sin esta. Fin del tema. Je, je.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Bueno, conozco casos, sí, conozco casos incluso de abuelas encantadoras, pero son tan escasos. Enhorabuena por ser uno de ellos.
      Un abrazo

      Eliminar
  3. Menudas abuelas, jeje. Bueno, ellas son las matriarcas de las familias, y son el verdadero poder, porque lo del patriarcado se queda en nada cuando el abuelo dice aquello de: "Pregúntaselo a tu abuela". Pero cuando, además, ejercen de suegras, su liderato ya es indiscutible. Yo sólo conocí a mi abuela materna y, aunque era más bien silenciosa y discreta, llevaba muy mal lo de las nueras, nunca las vio "a la altura" de sus hijos varones, como creo que les pasa a todas las abuelas, y ahí sí que no se callaba una. Y abuelitas que se aprovechan de su edad para saltarse todas las normas también las hay; pero son las abuelas, y a ellas todo se les perdona, al fin y al cabo son la piedra clave de las familias,... y ellas lo saben, jeje. Un abrazo, Joaquín, y enhorabuena por el cuarto aniversario.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Veo que las conoces a fondo.
      Una cosa: cuando realmente queremos a alguien nunca le encontraremos pareja a su altura, sea hijos, amigos o parientes. Y de eso no nos libramos nadie, triste pero cierto.
      Un abrazo

      Eliminar
  4. Yo tuve una abuela mala y otra buena. De la mala te diré que cuando jugaba con mis primos y alguno la divisaba en la lejanía, gritaba: ¡que viene la abuela! y corríamos a escondernos hasta que pasara de largo. La otra era igualita igualita a la del poema.

    Un abrazo

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Por lo menos pudiste compensar, ahora que menuda debía ser para que os escondiérais todos ¿eh? Miedo me da pensarlo.
      Un abrazo

      Eliminar