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martes, 11 de noviembre de 2014

Sentido y sentimiento hoy a 11 de noviembre de 2014

"No tengo la menor idea de como vive la gente. La humanidad entera me parece como un cristal hecho añicos. El mundo está roto. ¡Humanidad, humanidad, humanidad! No puedo entenderla. No logro conectar con ella ¡Humanidad, humanidad, humanidad! Quiero comprender. Quiero conectar. Quiero vivir. ¿Soy yo el único que tiembla?. Dentro de mí siempre hay un ruido de algo que estalla. Siempre algo que me persigue. Estoy hecho para temblar, para ponerme furioso, para apagarme"

"Ultimamente el terror se había convertido en una especie de rutina"

Tamiki Hara (1905-1951) "Flores de verano"

Algo así es lo que diría si supiera emplear palabras para decir lo que pasar por dentro de mí.

viernes, 7 de noviembre de 2014

El rayo violeta

Se ha hablado mucho del mítico rayo verde y, a estas alturas, yo todavía no sé si es real o es un recurso literario. Lo que sí sé es que en Madrid aparece a veces un rayo violeta. Perdonadme el localismo pero es que el miércoles tuve que ir al médico por el suministro de recetas casi con carretilla pero no es ese el tema sino, como siempre, el tema es el camino. Iba con prisa pues tenía cita a las cinco y veinte y aunque haya que esperar no me gusta llegar tarde. Me topé así con la primera imagen digna de ser pintada con colores que no están ni en los óleos ni en las palabras. Sentados en un banco, frente a frente, una niña de unos entre cinco a siete años, con sus trenzas y su abrigo abrochado, y su padre. El padre iba untando un paté, el clásico foie-gras de las meriendas escolares de nuestra infancia, en rebanadas de pan de una barra que tenía al lado, mientras la niña daba cuenta de ellas tranquilamente, mirando a su padre. Estaba claro que no eran ricos, el padre de unos treinta y pocos, con ropas viejas, limpias pero ajadas, disfrutaba preparando la merienda a la niña. Ella disfrutaba de tenerle cerca sin aspavientos, cada uno a lo suyo pero sin dejar de mirarse. No sé y espero que no, pero es posible por la zona, que esa lata de paté sea un esfuerzo enorme para la familia, que quizás alguien no cene en esa casa para que la pequeña haga sus comidas, quizás incluso hubiera “tomado prestada” la lata. No lo sé pero os juro que en esos minutos no había nadie más feliz en el mundo que ellos. Había que ver esas manos recias sujetar la rebanada como si la acariciase y extender la crema con todo el mimo del mundo, en capa bien gruesa. Mirando a los ojos a su niña. Eran casi la imagen de la esperanza en medio del caos y de la miseria en que el pueblo español está cayendo. La imagen tantas veces repetida en la historia de que a pesar de tiranos y gobernantes, de delincuentes y asesinos, ese pueblo, encarnado en aquel pobre hombre, ha sacado a sus hijos adelante, nos han sacado adelante y hasta nos han dado una formación que a ellos se les negó. Pero más allá de todo eso, en aquel banco, sentada en medio, estaba la felicidad si es que existe.
A salir del médico la tarde se había cerrado de nubes negras, pero el sol comenzaba a ponerse y sus rayos casi horizontales teñían de rosa Palacio, la Almudena, arrancaban destellos naranjas a los cristales de los edificios muertos del Edificio España y la petulante Torre de Madrid, creando un juego de colores difícil de describir pero aun más cuando absorto desde el Puente de Segovia reparo en el remate de Telefónica. Allí incidía no sé de donde ni cómo un rayo violeta, volviendo de un lila intenso el insulso gris piedra del poco agraciado edificio de Telefónica. Madrid tiene un rayo violeta y, a pesar de todos, personas fugazmente felices. Aunque, como el rayo verde, parezca ciencia ficción.

domingo, 2 de noviembre de 2014

Noviembre.

 El calendario de Grasset se titula "La bella jardinera", titulo que había olvidado mencionar el mes pasado. Las últimas flores se cortan mientras que los árboles ya pelados nos dan la clave. La delicadeza de la dama en su trabajo y ese aire como de vidriera nos dice mucho de su tiempo y de su estética.
"Dichoso mes que empieza con los Santos y termina con Andrés" decían en los campos cuando los santos eran aún referencias temporales. Pues sí, promete este noviembre. No sólo por que parece que el otoño ha caido de golpe sobre nosotros, vivo en una zona extremadamente arbolada y en menos de cuarenta y ocho horas hemos pasado del verde más lujuriante (es un decir) a una capa de otoño amarronada, amarilla, dorada, en fin, el otoño ya sabemos que es cuando el año luce su más variada paleta de colores. Parece que también va a caer no sólo el otoño sino algo así como el diluvio con las tan esperadas lluvias. Por lo demás ya nos ha caído el gordo, como ya sabéis a lo que me refiero no sigo por ahí. 
Hemos empezado con huesos de santo y visitas a cementerios. Bueno, de esto ya hablé el año pasado así que tampoco voy por ahí, o si. Veamos. Si observaramos el cementerio como un terrario y a los especímenes que los visitan así como la relación de estos con la muerte, o mejor, con sus difuntos, nos encontraríamos con una deliciosa comedia o mejor dicho, farsa. Sobre todo por estas fechas. Hay que ser un poco cínico para hacerlo y también tener un pelín de mala leche; pero valdría la pena. Curioso que en España entendamos que la flor es para los muertos, el porcentaje de la venta de flores anual que se produce en torno a estos días es desmedido. Seguramente seguido por el día de la Santa Madre, por aquello de no quebrarse los sesos, y el de los enamorados, "por pura cursilería" diría el cínico, "por ver si cae" diría el zoologo.En cualquier caso es curioso que la flor, vida por excelencia aquí la reduzcamos al culto social a los muertos. 
Sé que no me lo vais a creer pero en menos de un km a la redonda desde donde escribo hay tres cementerios y es cosa de ver la cutrez extrema de los tenderetes de flores, la cara de vinagre que tienen los conductores que entran y, estos días de atrás, la discontinua pero coherente, procesión de señoras con fregonas, frascos de limpiadores, y hasta cepillos de raíces. Cuidadoras a sueldo de tumbas que sólo han de estar presentables para estas fechas. Otro día y con más calma hablaré de los lutos. Que eso da para una enciclopedia en verso alejandrino.
Otro asunto, ayer, aunque la foto es de hoy, cuando todavía las telarañas de Halloween colgaban por todas partes, ya está aquí la Navidad. Ya es Navidad en el Corte Inglés. A ver. Que quienes han seguido con mayor o menor atención este blog saben que me encanta la Navidad y sus parafernalias, reyertas familiares incluídas, pero estar comprando el mismo día un Papá Noel para colgar del arbol de Navidad y comiendo huesos de santo me parece un exceso desde luego de mercantilismo pero también de mal gusto, y por encima de todo de una falta de respeto al ritmo del año. Sí, puede que sea una tontería pero el año lleva su ritmo y noviembre es mes sereno de castañas y de ir planificando el invierno, Navidad incluida. Luego vendrá diciembre y es mes animado y enredoso aunque tengas todo perfectamente organizado: que si el puente de la Concha, que si el Sorteo, que sí "a mi cuñado tengo que rajarle" que "si "esa" no sabe guisar", que si llevar los niños a Cortilandia, que si "y yo con estos pelos", que si tomar unas cañas más al salir del trabajo, que si comprobar que alguien se ha comido todos los turrones y hay que comprar aprisa y corriendo. Pero eso es diciembre, por favor, noviembre es otro ritmo y romperlo en aras de un comercialismo estúpido que no puede esperar ni dos días entre campaña y campaña me parece mala señal de la salud mental de la sociedad. Luego las Rebajas adelantadas al día dos, a toda prisa que hay que lanzar la de San Valentín que se superpone con las Segundas Rebajas, el Dia de Padre, los viajes-puente, y la llegada de la Primavera allá por el dos de febrero. Y el uno de agosto, justo cuando se acaba la de venta de cosas para las vacaciones de verano, la vuelta al cole. Acabaremos con la campaña de vuelta al cole en marzo, y la de Navidad en mayo.
Noviembre es, debería ser, apacible, lluvioso, de planes, de castañas calentitas. Una tarde de fin de semana de noviembre como esta debería estar estructurada en torno a una taza de té, café, o lo que sea, el capricho de algún dulce y un par de amigos o parientes, en su defecto, una buena película, y con un boli al lado por si se nos ocurre algo que regalar en Navidad. Eso es noviembre. O debería serlo.