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domingo, 27 de mayo de 2012

Letanía de Madrid, homenaje a Ramón (1)


Madrid es: una bombona de butano en un balcón.
Madrid es: un muestrario inconcebible de grúas.
Madrid es: una plaza en occidente que se llama de Oriente.
Madrid es: un cementerio con un ángel llamado Fausto.
Madrid es: una fachada en ruinas.
Madrid es: unas obras interminables.
Madrid es: un “pa chasco” oído en una esquina.
Madrid es: un vendedor de lotería diciendo: ya me veréis en la tele.
Madrid es: una luna torera que va de Las Ventas a Vistalegre cuando sale a correr el tacón.
Madrid es: un suspiro de añoranza del Alcázar  ante Velázquez.
Madrid es: una Pintura Negra en la procesión de Medinaceli y un tapiz en San Isidro.
Madrid es: un silencio inexplicable.
Madrid es: un millón de personas en El Retiro.
Madrid es: olor a calamares.
Madrid es: un atasco.
Madrid es: una chulapa de raza negra.
Madrid es: un dragón chino en la Calle del Sombrerete.
Madrid es: árboles talados.
Madrid es: una flor entre dos baldosines.
Madrid es: una nostalgia.
Madrid es: un queso gallego, una rosquilla de la tia Javiera y un rollito de primavera.
Madrid es: una de churros en la calle del Arenal.
Madrid es: reyes de piedra en todas partes por que no se sabe donde ponerlos.
Madrid es: dos marujas atascando una acera.
Madrid es: que un señor te diga en la calle Hortaleza: “Yo una vez, en el año cuarenta, llegué a Cuatro Caminos”
Madrid es: que los fetén se entiendan por estaciones de Metro.
Madrid es: caracoles en la Puerta de Toledo y santería en la Plaza del Carmen.
Madrid es: que Atocha se llame “glorieta” y, en cambio, sea como es “la plaza del Duque de Alba”.
Madrid es: un chiquero.
Madrid es: que todo esté cerca.
Madrid es: que todo esté lejos.
Madrid es: obras en la Puerta del Sol.
Madrid es: que nadie quiera estar en él y nadie se vaya ni pa tras.
Madrid es: un “no te digo lo que hay” en su momento.
Madrid es: una caña.
Madrid es: Francisquita y la Paca esnifando coca.
Madrid es: la estatua de Alfonso XIII cubierta de botes de pintura.
Madrid es: quitar la estatua de Franco y dejar el pedestal “por si acaso”.
Madrid es: no conocer la calle de al lado.
Madrid es: querer ser de pueblo.
Madrid es: un montón de ciclistas desnudos, los hinchas del Betis invadiendo el centro y que a nadie le parezca raro.
Madrid es: un monumento que no se hace.
Madrid es: llorar en marzo.
Madrid es: huir el viernes.
Madrid es: que no haya madroños.
Madrid es: que el oso sea osa.
Madrid es: un hombre orinando en los tejados de la Plaza Mayor.
Madrid es: aceite frito.
Madrid es: oír siempre decir “ya no es lo mismo”.

viernes, 25 de mayo de 2012

Un occidental en Japón.


Donald Keene: “Un occidental en Japón” Ed. Nocturna,  Madrid 2011
Como ya he comentado me he dedicado a estudiar la cultura japonesa muchos años lo que explica algunas lecturas que, a priori, resultan bastante extrañas. Evidentemente aprecio mucho a quienes tienen la deferencia de leerme como para torturarles hablándoles de ellas, de todas ellas quiero decir. Sin embargo, este libro hace que necesite hablar de él aquí. Como nadie está obligado (gracias a Quien Corresponda) a saber quien es esta buen señor diré que es uno de los grandes yamatólogos y traductores vivos. El libro que nos ocupa son unas memorias.
El tema tradicional de la inmensa mayoría de los textos de occidentales sobre Japón es el choque cultural entre ambos mundos, tema repetido hasta el hartazgo, sobre todo en narrativa. Pocas veces se hace con rigor, seriedad y respeto; un buen ejemplo, sobre todo teniendo en cuenta la época, es nuestro algo fallero pero indudablemente grande D. Vicente Blasco Ibáñez en “La vuelta al mundo de un novelista”. Como es lógico, cuanta más categoría tiene el autor mayor es el respeto con que trata a otras culturas, excepción hecha de cuando está al servicio de intereses políticos en determinadas épocas. Desde este punto de vista las memorias de Keene desde luego tratan con verdadera delicadeza y yo diría con un mimo esencial a Japón. Desde luego es un texto, como decían los críticos, “encantador”, deliciosamente encantador, de eso no cabe duda y no seré yo quien niegue la mayor, ya sabéis que detrás de todo esto hay un “pero” ¿verdad? Pues sí, hay un “pero”, algo tan simple y tan básico como decir que ese delicioso texto nos cuenta una trayectoria académica y… poco o nada más. Es natural que en unas memorias se perciba un cierto egocentrismo, al fin y al cabo el sujeto de las memorias siempre es YO, pero, otro “pero”, cuando acabas de leerte un libro de ese tipo a veces has sacado tus consecuencias o dicho con otras palabras: has aprendido algo. Cuando alguien con tanto talento escribe algo así al menos esperas sino aprender haber encontrado un poco de vida, de pasión, de algo. No un currículum y un listado de grandes intelectuales a quien el autor conoció hasta que te empantanas en un profundo desinterés, hacia la mitad del libro, que te impulsa a respetar profundamente al autor y a almacenar el volumen por si más adelante necesitas encontrar una cita sobre algo que pueda aparecer. Pero no me hagáis caso. El libro es una pura delicia de encuadernación, ilustración y talento, muy interesante la introducción, y no deja de ser una peripecia vital peculiar, desapasionada y algo ajena de quien la protagoniza pero peculiar.
¿Por qué necesito hablar aquí de un texto que, como veis, no es precisamente ni un Quijote ni un espanto? Pues por algo tan simple como que ha removido mis tripas, metafóricamente hablando, que estamos en el país del hara-kiri y no quiero confusiones ni literalidades.
Tengo 53 años y a los 15 o antes yo elegí el tipo de vida que quería vivir. Trabajé desde entonces para lograrla, la rocé con la punta de los dedos a los veintitantos y como la copa de las hadas o los sueños del Santo Grial, la perdí. Las cosas se torcieron, las causas no vienen ahora a qué, sería demasiado largo contarlas, y perdí todo por cuanto había trabajado antes de tenerlo. Hubo un destello de gloria, sí, mis quince minutos de gloria que diría Warhol, una conferencia en un importante emporio cultural: paredes de madera, techos altos, alcurnia y alto copete universitario y una ovación final resonando. Mis veinte minutos de gloria. Luego, nada. Hambre de oportunidades, guerra por el mendrugo que te arrebatan, miseria en lo que me pagaban y, finalmente, la muerte, o lo que viene a ser lo mismo, el ostracismo en el círculo donde ser reparte el escaso botín que la cultura da. Desde entonces arrastro una vida sin norte ni sur, sin Estrella Polar ni Oriente. Una vida que no es la que esperaba, para la que no estoy preparado y que no soy capaz de sentir como mía. Soy un extraño en ella, un intruso, como lo he sido siempre en todas partes. Tan sólo durante unos pocos meses me sentí parte de algo, el resto de mi vida he sido un verso suelto, un peón de más, una chinita en el zapato. El raro, el tonto, el discordante, el incómodo, el ajeno; y no sólo para los otros, así era, y es, como me he sentido siempre. La vida que yo quería era la de Donald Keene, ese tipo de vida. Es fácil sentirse víctima de buitres, hienas y demás carroñeros con título –algo hay de esa realidad objetiva- pero lo cierto es que no estoy viviendo esa vida y lo peor es que leyendo estas memorias he descubierto algo aterrador: no soportaría vivir algo tan vacío de mí mismo, tan volcado en la lucha por una beca, un puestecito en una universidad, un artículo o una charla en cualquier centro cultural o en una televisión como para no ser yo, no sentirme, no ser más que eso: un especialista que maneja bien los hilos y que sabe mucho.
Necesito pasión y elegí la vida que más podía alejarme de ella, al fracasar en el intento no estaba adiestrado en la pasión, en la vida fuera de las bibliotecas y las citas bibliográficas. Había ahogado impulsos, deseos, momentos, aplazando vivir lo que tenía por lograr lo que quería y que no conseguí. Si logré sacar mi puñetera tesis, sin medios, sin ayuda y boicoteada, quiere decir que soy básicamente correoso y peleón, así que no me rendí sin lucha. Entonces vino el infarto y luego el otro infarto. Levanté la testuz de nuevo pero, un tercer “pero”, miré la realidad quizás por primera vez de un modo racionalmente objetivo y vi que mi tiempo ha pasado, que soy viejo. Que vivo entre decrepitud y que revivo, cada día tres o cuatro veces, el infarto. Que todo naufraga en esas arenas movedizas y que, realmente, no era aquel modelo de vida por el que luché el que quería. Ahora ya soy un extraño incluso cuando estoy solo, un extraño ante mí mismo.

miércoles, 23 de mayo de 2012

Perdidos

A veces uno está tan perdido que nos viene bien cualquier indicación como esta.

jueves, 17 de mayo de 2012

Rehenes del fútbol

"País" de 1997, poema visual de Joan Brossa
El caso es que yo tenía una celebración familiar en mi casa, una cosa sencillita, un par de primos y sus respectivos/as, un café y una tarta; un rato de charla, un rato de partes médicos, un rato de autocompasión, un rato de recuerdos de años pretéritos y dos horas de despedidas. ¿Os parece excesivo planear eso en una fecha importante como es cumplir 80 años? (no yo) Pues resulta que es imposible por que (tachán) es el 25 de mayo y tal día como ese mi barrio queda secuestrado, tomado, y colmatado hasta el punto de la inmovilidad más absoluta. Nada más y nada menos que ¡por la final de copa del Rey entre el Bilbao y el Barcelona!
Prescindo, por que soy así de buena persona, del hecho de preguntarme por que tiene que ser en Madrid, prescindo de las actitudes que se han tenido en otras finales semejantes, prescindo del hecho de hay cuatro estadios en Madrid con equipos de primera, e incluso voy a ser lo bastante generoso como para pasar por alto el peligro que supone tener a no sé cuantos miles de “aficionados” dándole desde bien tempranito a ese deporte olímpico llamado barra libre, e incluso voy a prescindir del doloroso recuerdo de cierta visita de uno de los equipos que acabó con uno de sus hinchas muerto por un ultra del equipo contrario.
Voy a centrarme en la situación de rehenes que vivimos los ciudadanos de a pie que tenemos la Desgracia de vivir en el entorno de uno de esos centros potencialmente explosivos que son los estadios; pero no sólo nosotros: toda la ciudadanía que tiene que hacer una vida normal está permanentemente supeditada al fútbol. Ejemplo: yo tengo clase un día a la semana, el miércoles, y por tanto tengo que moverme haya o no partido en el estadio que me ha caído encima, con una hora de antelación por que los aparcamientos desaparecen para no perderse el partido que sea, de modo que si un día normal para comenzar la clase a las seis y media con salir de casa a las seis tendría de sobra, el miércoles tengo que salir como muy tarde a las cinco, cinco y cuarto, pillar aparcamiento y esperar hasta la hora (el transporte público no es una opción en este caso, antes de que me lo digáis). Más ejemplos que podéis comprobar cronómetro en mano: uno acaba la jornada cansado y decide ver una película que va después de las noticias, acaban las noticias y comienza el bloque deportivo (absurdo puesto que hay canales específicos) lo que retrasa su inicio al menos media hora, eso cuando directamente no desaparece la película anunciada y te encuentras con un encuentro épico que me río yo de la Guerra de Troya. Más ejemplos: vandalismo (tras la gloriosa victoria del equipo cuyo estadio me amarga la vida me encontré la luna delantera del coche destrozada por una certera pedrada). Más ejemplos: económicos, el día de la última gloriosa victoria de ese equipo se cortaron todas las líneas de autobuses (y las calles) que eran el camino natural para desplazarme al médico que ¡oh crueles manes del destino! me coincidía esa tarde por lo que tuve que apoquinar en un taxi (dado el escasísimo aparcamiento de la zona). Más ejemplos: relacionales. Quizás sean estos los más serios te pueden costar una relación de años incluso a nivel familiar, no ya por ser de bandos contrarios (es más grave ser de un equipo rival que ser partidario de la esclavitud, pongo por caso) sino simplemente el hecho de cuestionar la importancia del fútbol puede (y hablo por experiencia) hacer que parientes cercanos y queridos te declaren un vacío sordo y fatal que aboca a la disolución de la relación social. De hecho, soy plenamente consciente de que de leer esta entrada habría bastante gente de la que me rodea que dejaría de considerarme digno de su amistad, e incluso soy consciente de que ante este texto muchos diréis que soy un exagerado, otros que la cosa no es para tanto, alguno habrá que me verá como un inadaptado y quizás (espero que no) como un peligro.
De siempre he odiado el fútbol, es evidente, pero también la lucha libre al igual que venero el ballet o la pintura pero eso no tiene nada que ver con el hecho objetivo de que vivimos como rehenes del fútbol cambiando nuestra vida (y eso tiene que ver con renunciar a la libertad) en relación al resultado de un juego que mueve muchos millones que sueltan un montón de parados, empeñados en hipotecas eternas o en un estado laboral precario (o sea todo el mundo, por que todo eso es dinero del ciudadano que lo paga en tiempo, en publicidad, entradas, merchandaise etc)
Rehenes. Eso es lo que somos. 

lunes, 14 de mayo de 2012

Como la vida misma

Como siempre magnífico Ramón. Chapeau.

sábado, 12 de mayo de 2012

Vacío

Poco conocida obra de Gustave Doré: "Los saltimbanquis" o "Familia de saltimbanquis" de 1874.

Cuando al autor se le queda la mente en blanco, en un vacío absoluto, hay dos opciones, una seguir escribiendo sin ninguna idea (cosa que llena nuestras librerías de best-sellers) o ser honrado y no atormentar a quienes fielmente siguen al "autor" y reconocerlo. En este caso lo reconozco a medias pues no es sólo que tenga la mente en un glorioso vacío sino que para entrar en él hay un montón de ideas que se están dando de leches y se pisotean para tomar forma de modo que ninguna lo hace con suficiente brío. En cualquier caso no se pierde esta entrada. 
La obra que encabeza la entrada es, como ya he puesto en el pie de foto, de Doré, más conocido por sus simplemente maravillosos grabados. Cargada de simbolismo en los elementos la pintura se complica y nos lleva  mucho más allá de lo que lo harán obras con temas semejantes de, por ejemplo, Picasso. La reproducción tiene buen tamaño, dedicadle un par de minutos y dejad que entre, creo que es una obra difícil, muy difícil de olvidar y que, sin embargo, está olvidada.

lunes, 7 de mayo de 2012

De nuevo Francia

No es que me quitara el sueño pero lo de ayer en Francia confirma lo que siempre he sabido. Cuanto de progresista o positivo ha ocurrido en el mundo ha tenido su cuna en Francia y su tumba en las fauces anglosajonas. No quiero decir que todo cuando ocurra en nuestros vecinos del norte, también invasores del norte, sea perfecto, me limito a constatar que desde Louis Pasteur a Asterix el galo, desde Luis XIV a la guillotina, perdón quise decir a la Revolución jejejeje, que desde la Enciclopedia a la Resistencia, del cine (gracias, gracias, gracias) al Mayo del 68, Francia ha sido cabeza del mundo. Puede que no sea el país más poderoso, ni el más rico, puede que su idioma esté en franco retroceso frente al… nuestro, sin ir más lejos, puede que su “grandeur” sea un tanto excesiva y pretenciosa, pero hasta ahora ha sido el centro del mundo. La punta del alfiler que va delante de la lanza. El destello de la idea que luego otros como Edison quisieron apropiarse, otros como ciertos politicastros han destruido en Guantánamo etc.
Esperemos que este pequeño giro en el volante francés suponga un giro en las perspectivas globales, alguna ventana que se abra. Por cierto, ya van dos “creaciones televisivas que caen en esta crisis” así caigan todas. Tengo mis dudas, ¿Quién puede no tenerlas cuando estamos en manos de oligarcas sin moral, escrúpulos o cualquier otro valor positivo como la inteligencia? Pero aun así es de nuevo París el punto de luz, mortecina quizás, opaca, con algo de espejismo quizás, sí, pero luz al fin y al cabo entre las tinieblas de las amenazas, el despojo y el latrocinio consagrado. De nuevo, una vez más: Siempre nos quedará París.

jueves, 3 de mayo de 2012

¿Dónde están las buenas noticias?

¡Apocalipsis!, cataclismos, catástrofes, primas de riesgo, BANCOS, concuñados de peligro, inflación, deflación, IBEX 35, burbujas inmobiliarias, películas de Garcí, novelas de Pérez Reverte, el retorno de Urdazi, desahucios, copago por respirar -¿hasta cuando creíamos que iba a ser gratis?- Aguirre la Cólera de Dios despendolada y triunfal, Rouco subvencionando a la vidente de El Escorial, el alcalde de Valladolid subvencionando una corrida de toros (180.000 € de vellón), la Merkel marcando el paso de la oca, Putin, en fin, haciendo de Putin (si Sarkozi es “le petit Napoleón –tres petit, por otra parte-, Putin es el Zar sin barba), los mayas y sus profecías, películas de Santiago Segura, reaparición de Esteso-Pajares, (oye que casi es mejor lo de los mayas, empiezo a pensar), el día de la Santa Madre, colegios sin profesores, hospitales sin médicos, médicos sin trabajo, profesores en paro, aumento de asesores a dedo, Belén Esteban y compañía. Decididamente: me voy con los mayas.
Bromas aparte, esta entrada no va de esto. Es un zolesco Yo acuso. Sí, es vulgar y hasta zafio, especialmente para lo que voy a tratar. Hablar de los medios de comunicación es enmerdarse (galicismo, creo, ahora que está de moda ir de de galo-germano) hasta les tranques (vulgo trancas) así que enmerdemonos con los grandes de la tierra gala que siempre han sido los mas grandes.
Yo acuso a todos y digo todos los medios de comunicación de revolcarse y revolcarnos en la desesperanza y el agobio, de recrearse en el lamento y la angustia, de ir creando un estado de miedo profundo y perpetuo, de ir de “asustapueblos” potenciando una creciente desconfianza que, si bien está hasta cierto punto justificada, no ha de alimentarse. Yo acuso a esos medios de comunicación de servir a los intereses de esas misteriosas agencias que nos califican como a parvulitos. Yo acuso a esos medios de comunicación de ser pescadores en río revuelto. Yo acuso a esos medios de comunicación de ocultar la verdad y las noticias. Les acuso de la criba permanente, del sesgo similar al que sugiere al deprimido la idea del suicidio, al marido engañado la idea del asesinato (como el Magistral de “La Regenta”) que toman al seleccionar y difundir sus pretendidas noticias.
No estoy diciendo que mientan, no, eso canta demasiado y es labor de políticos, jueces, abogados y economistas, a los demás si mentimos se nos denuncia. No, no es eso. Es más sutil.
Es la ocultación de las buenas noticias que las hay. Pocas. Aisladas pero las hay. Incluso en temas económicos. Pequeñas cosas que, si no arreglan la crisis (LA CRISIS) sí hacen que la realidad tenga sus llamitas de luz, como las mariposas en los cementerios la noche de difuntos. Pero no todo son “pequeñas cosas”. Hay asuntos extremadamente serios que los medios de pretendida “comunicación” pasan por alto –soy muy suave- cuando no desprecia u ocultan deliberadamente. Hay muchas, muchísimas, pero hoy quiero que veáis esta imagen.

Es nada menos que La Alhambra de Granada, y detrás de esta imagen está nada menos que Bill Gates y la fundación con su esposa. Hemos asistido a la más nimia conferencia que ha dado en España este hombre como asistimos a la más estúpida frase del último mono que pega patadas a un balón y al peor intencionado argumento de un rebuscador de mierda corazonesca pero se nos oculta y escamotea algo como esto.
El Sr. Gates ha puesto en marcha una campaña para erradicar la poliomielitis del mundo, enfermedad que, gracias a su compatriota Bush y sus lameculos, ha repuntado en Irak y toda la zona de Oriente medio debido a la Segunda Guerra del Golfo, más bien de los golfos diría yo.
Deliciosa imagen de Rocwell representando las primeras campañas de vacunación en USA. En España se retrasaron deliberadamente hasta 1962
 La vacuna contra esta enfermedad, mucho más terrible de lo que nos podemos imaginar si no la conocemos de cerca, data de 1954.
Un gran adelanto previo a la vacuna: el pulmón de acero. 
Desde esa fecha y según fue formando parte del calendario obligatorio de vacunaciones en Europa la enfermedad dejó de importarle a nadie, se dejaron arrinconados a los supervivientes y pasaron a otra cosa.
 
Secuelas de la enfermedad, imaginad cuando lleguen a adultos, si llegan.
 Pero, claro, eso era en Europa y USA. Poco a poco la población no blanca del planeta iba mejorando la vacunación pero entre las guerras al servicio de las petroleras, los integrismos religiosos y los padres snobs que se niegan a vacunar a sus hijos no sólo ha dejado de bajar el número de casos sino que en algunos puntos aumenta. Algo que parece no importarle a nadie. Que Bill Gates y el dinero que eso supone (el dinero es lo único que simultáneamente acaba con los integrismos y convence a los snobs) tome una iniciativa como esta es una gran noticia. Y como tal ha sido deliberadamente ocultada por los medios.
 
La mala leche decimonónica hizo que esta pintura se titule "Triste herencia", culpando, siempre culpando. Obra inmensa de Joaquín Sorolla que muestra con un realismo descarnado las secuelas en los niños a quien un fraile de la Orden de San Juan de Dios lleva a las playas valencianas.