Como siempre.
Francia está de moda estos días y por hechos no precisamente gratos. O sí. En cualquier caso ejemplarizantes.
Hoy hablaremos de Eugenia de Montijo que pena pena. Para muchos milenials aclararé que esta buena moza granaina y pelirroja fue la santa esposa de Napoleón III durante lo que ha dado en llamarse "segundo imperio". A ella y a alguna dama más de la familia del usurpador imperial pertenecen las joyas robadas en el Louvre.
Ya La Pantera Rosa e Irma la dulce dejaron sospechas de que la seguridad no es muy allá en la Dulce Galia pero lo de este robo es más cosa de Pepe Gotera y Otilio, obra de nuestro inolvidable Ibáñez, que otra cosa. Sin embargo, no quiero hablar de esta "hazaña" sino de algo muy distinto y mucho más triste.
Francia considera el robo en el Louvre como una ofensa nacional, una herida en la honra y el honor. ¿Nos imaginamos que algo así hubiera ocurrido aquí?
Imaginemos que alguien descuelga las Meninas y se las lleva paseándolas a la vista por el Prado (siempre y cuando no haya maratones, iluminaciones, partidos o celebraciones futboleras, o muestras de la portada del último disco de alguna cantante). Primera reacción de los viandantes: indiferencia. Segunda reacción: alegría de las autonomías reclamando su propiedad alegando cosas como que "Velázquez era catalán" o que el "De Silva" es portugués y por tanto la propiedad es de las tierras galaicas. Tercera reacción: concejales buscando a los ladrones para sacar la comisión pertinente (y ellos seguro que los encuentran). Cuarta reacción: las masas exigiendo que se entregue su importe a determinados fines como la reconstrucción de la Dana para que se vuelva a perder como las donaciones del 53 o los 12 millones de hace un año. Quinta reacción: el señor Feijoo pide la dimisión del señor Sánchez, al tiempo que dice "no" a mejorar la seguridad del Prado siguiendo la propuesta del gobierno central. Sexta: Andalucía reclama que se le reconozcan los derechos a la obra y, por tanto, los beneficios del robo.
En fin que de herida en el honor aquí, nanay, y bastante si no se las llevan los quirones para venderlas en subasta pública. Vergüenza patria.
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