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domingo, 20 de septiembre de 2015

Otoño

Ya está aquí, inevitablemente. No es que no me guste el otoño, al contrario, sino que es preludio de esa espantosa e interminable estación que es el invierno. Sin embargo, hoy quería hablar de algunas cosas variadas que no sé si interesaerán a alguien pero por si acaso me apetece tratar de ellas en plan mesa camilla.
Empezaré por algo relativo al otoño, por tener un mínimo de coherencia, pero del otro otoño, del otoño vital que no se sabe bien cuando empieza. Hay algo que me asombra de esta fase vital: las parejas. No soy capaz de comprender que viudos y viudas puedan volver a encontrar una pareja. Entendme bien, me parece genial para ellos y me alegro de que sea así, pero no lo comprendo. Es tan sumamente complicado encontrar una persona con quien encajar, aunque sea limitándonos a una simple (que no es tan simple nunca por eso es tan valiosa) amistad, que me parece ciencia ficción encontrar dos veces en una vida alguien con quien compartirla y no hablo de personas cuyos matrimonios iban mal, no, eso sería lógico, hablo de parejas que de veras se amaban, de personas que llevaban una vida tan feliz como pueda tenerla cualquiera. Hace tiempo tuve un caso dentro de mi segundo circulo familiar, un tio político volvió a casarse y parece feliz. Ahora, en mi barrio que se pobló de golpe hace 53 años y lógicamente sus habitantes supervivientes ya tienen una edad considerable, veo surgir parejas nuevas, que vuelven a mirarse a los ojos con esa dulzura que puede llegar a ser boba, que se buscan las manos apoyando la otra en el bastón y cuyas principales salidas son a la farmacia. Es algo que queda fuera de mi capacidad mental. Primero por que veo lo que nos cuesta a muchos encontrar una pareja y segundo por que siento que hay un tiempo para enamorarse y poner esa mirada y que se tiempo se acaba como mucho a los treinta. Sin embargo, veo esas nuevas parejas con las tonterías mimosas aunque moderadas de los enamorados, que no son socios en un combate contra la soledad, que me sería más fácil de comprender, y no entiendo nada. Entonces me pregunto si será algunos nacemos con poca o ninguna capacidad de amar u otros con una enorme capacidad de hacerlo inmunes a los baquetazos que te da la vida y las personas.
Cambiemos de tema: cien días del nuevo ayuntamiento madrileño. Según dicen, a lo único que se ha dedicado es a ensuciar las calles que, por lo visto, antes estaban como los chorros del oro. Evidentemente yo tampoco estoy demasiado conforme con su gobierno, lo veo un tanto desnortado, claro que tampoco tiene las redes empresariales ni mediáticas como para ofrecer otra imagen. Igualmente es cierto que se ha hablado mucho y hecho poco, pero ¿en que se diferencia eso de cualquier otro gobierno municipal o no? De momento hay dos cosas que, en proyecto, me parecerían geniales: municipalizar limpieza y jardinería. Eso nos evitaría contratas turbias, subcontratas, subcontratas de las subcontratas hasta diluir por completo la responsabilidad. Tampoco digo que toda la limpieza y jardinería tenga que ser municipal, habrá zonas concretas -sobre todo en jardinería- que quizás fuera conveniente contratar e impedir subcontratas a empresas más especializadas, pienso en los jardines históricos que requieren, desde luego, lo más selecto de la profesión.
Se le acusa de haber paralizado proyectos, cierto, yo hubiera hecho lo mismo para asegurarme de qué y quien estaban haciendo en puntos claves de la ciudad que va pareciendo un Titanic bombardeado desde hace años, eso sí, lleno de camisetas del Barça. Yo, por mi parte, les acuso de falta de rapidez y de contundencia. Todo eso ya debería estar en marcha. Entretanto recemos al patrón de los imposibles, San Judas Tadeo que tiene, logicamente, una gran devoción en Madrid, que la pantera agazapada llamada Aguirre no encuentre resquicio para asaltar un poder que no le pertenece. Y no quiero recordar el tamayazo, mejor dicho, sí, que parece que a todos se nos ha olvidado.
Sobre la lucha contra la prostitución que no sé quien está aplicando si la autonomía o el ayuntamiento de multar a los clientes con nada menos que 30.000€ me parecee una bestialidad. Igual que se permita el tráfico de las mafias con esas mujeres. Soy y seré siempre partidario de la legalización radical de la prostitución. Es decir, documentada, registrada, pagando sus impuestos y con una extrema vigilancia de quien estuviera detrás de cada casa, evitando así la prostitución callejera tan dañina para tantas coisas. Mientras no partamos de intentar que quienes la ejerzan lo hagan libremente y con sus derechos mal vamos por que nunca dejará de existir. La existencia del varón, con y sin pareja es tan exasperantemente solitaria que nunca dejará de buscar un momento de compañía aunque sea fingido.
La soledad del varón por el hecho de serlo no se ha tratado mucho, nada que yo sepa, pero es una realidad desgarradora de la que precisamente se valen las mafias para las bestialidades del trato a la mujer. Voy a poner un ejemplo personal y muy doloroso. En el año 82 murió uno de mis tíos de un infarto, siguiendo la tradición familiar, al volver de su entierro la casa de su viuda era una especie de feria, toda la familia, vecinos, amigos, intentando acompañar a la viuda y al hijo. Exactamente a los cuatro años murió mi madre también de infarto, a la vuelta del entierro nadie, y digo nadie, se quedó en mi casa para acompañarnos a mi padre y a mí. Como hombres se supone que tenemos que ser autosificientes en todo, salvo en las tareas domésticas que somos considerados inútiles totales. Durante meses la casa de mi tía estuvo llena de la familia todos los días, la misma familia que es la mía. A mi casa no vinieron ni un sólo día. En el matrimonio es igual, hay cosas que un hombre no puede compartir con su mujer si quiere que ésta siga respetándole, es una relación disfuncional, cierto, pero mucho más generalizada de lo que parece. No digo que entre los clientes de las profesionales no haya pervertidos, adictos y gilipollas varios pero también hay hombres que necesitan  no dar la imagen de invulnerabilidad por un rato, sin contar con los millones que por su físico o por su situación carecen de pareja y por esas mismas causas sean objeto de burlas si intentan entrar en el juego perverso del lío de una noche: tímidos, gordos, deformes, etc. También es cierto que con algunos de estos hombres ni siquiera las prostitutas se acuestan, les dan asco. Sobre algo parecido a este tema se rodó hace poco una maravillosa película "Las sesiones", que aborda, quizás por primera vez el tema. Eso sí, a la Hollywood. Ah, y antes de que empecéis a pensar que soy profundo conocedor del tema he de decir que jamás he pagado por sexo. Desde niño aprendí que nada en las relaciones personales debe funcionar pagando de una u otra manera. Quizás la clave es que ni los clientes ni las profesionales consideran personas a los otros.

2 comentarios:

  1. Nunca he pagado por el sexo pero he estado en algunos lupanares por aquellas cosas raras de la vida y te diré que, para mi sorpresa, no acostarse con ninguna de las señoritas en nómina, como era mi caso, no era tan extraño. Eran muchos los hombres que se limitaban a charlar en la barra (e invitar, eso si, a las chicas). Imagino que les hacía ilusión pensar que eran chicas normales con las que "ligaban" o que las utilizaban para desahogarse contándoles su vida.
    En cuantro al otro emparejamiento, el matrimonial, creo que, la parte mas dificil es la convivencia y que en el caso de segundos matrimonios, aunque bien es verdad que cada pareja es un mundo, la experiencia anterior facilita mucho las cosas.
    Como ves soy superexperto en todo lo que tocas. También en gestión de ayuntamientos pero no tengo tiempo esta noche.
    Un abrazo

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  2. QUe estás superpuesto en todo ya lo sabía, y que no te apeteciera decir nada sobre el municipio lo comprendo.
    Sinceramente me gustaría que alguien, algún varón, escribiera sobre la condición masculina y sus exigencias pero no parece que hay que echarte más de un par para que se trate el tema. Entretanto seguiremos siendo los malos.
    Un abrazo

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