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domingo, 5 de mayo de 2019

MAYO: DIA DE LA MADRE


Mayo entre otros muchos desastres (elecciones de nuevo, por ejemplo) nos trae uno a tiro fijo: el Día de la Madre, o, por mejor decir: el día de la MADRE. Alguien cercano a mí, aunque en el otro extremo de todo solía decir “Madre sólo hay una, gracias a Dios”; y algo de razón tenía. Veneramos a nuestras madres, son intocables e incuestionables, sí, así somos los Edipos. Las Electras hacen lo mismo pero con la intención de no parecerse en nada a ellas y lo que logran es acabar siendo un calco de todos los defectos que detestaban en sus madres.
Ante todo quiero decir que si alguien ha venerado hasta casi el suicidio a su madre, que ha visto sólo por sus ojos, que no cuestionó nunca sus opiniones y obedeció vientras estuvo viva, he sido yo.  Con esto quiero decir que no hablo desde el vacío ni desde la indiferencia. Sin embargo, las mamás no suelen ser tal y como nos empeñamos en creer. No son criaturas angelicales llenas de ternura que se inmolan en sacrificio ante el altar de sus hijos incondicionalmente. Diciéndolo a la castiza: “Naranjas de la China”. La madre es humana y, además, mujer con lo que no tiene nada fácil la vida, comprendido y admirado, pero que no nos cuenten ni nos creamos milongas tontas sobre esa incondicionalidad amorosa, aunque se dejen la vida por nosotros, los hijos, especialmente los Edipos.
Quizás sea por qué verse acorraladas o frustradas o superadas por las situaciones (todo ello muy humano) el amor que nos ofrecen y nosotros necesitamos desesperadamente es uno de los menos incondicionales que existen. Son maestras en el arte de manipular, de crear culpabilidad, del victimismo, del ninguneo, de las falsas modestias. Hoy cuando salga a la calle veré a mucha gente llevar flores o algún paquete y, como siempre, me darán pena. Puedo oír las respuestas: “¿para que me compras nada? Tirar el dinero es lo que hacéis” o “menos flores y arregla tu cuarto” o “creí que no te acordarías, como no vienes nunca” eso si hay suerte y no lo deja ahí tirado sin mirarlo. Algunos pobres deciden que lo mejor es que no trabajen hoy y llevarlas a comer fuera o al teatro o a… lo que sea. La Santa Madre dirá: “pero si esta comida la hago yo en casa y no tenéis que gastar” o “a saber qué le habrán echado” o “¿se habrán lavado las manos?” y si es teatro “¡que barbaridad! Es una vergüenza que paguéis esto!” o “nada que ver con lo que hacía XXX, que malos son” (la generación de mi madre en este tema vivió marcada por los vieneses, no sé cuales serán las referencias de las actuales generaciones maternales)
Muy rara vez oiremos “¡Qué bonito!” o “que detalle, como te has acordado de que me gusta ….” lo que sea, sin más, sin una puta adversativa un puto “pero”. Ejemplo: “pero con la falta que le hace a tu hijo un vaquero nuevo” (es un ejemplo tonto para no entrar en mayores) y de ser un hijo atento pasas a ser un padre nefasto. Si casada, estará disgustada con su marido y el ambiente será desagradable (a partir de ciertas edades por lo que voy viendo los matrimonios siempre están peleados) y si viuda se pasará el día lamentando la ausencia del marido y hará el día triste y penoso.
¿Por qué es así la cosa? Simplemente por qué nunca, y digo nunca, hemos cumplido sus expectativas, no somos el bonsái perfecto que se empeñaron en hacer y eso es un fracaso personal que nos hacen pagar. Sin embargo, si eres el Norman Bates de andar por casa y has sido completamente modelado hasta encajar en su bonsái ideal, se dará cuenta de su error y entonces silenciosamente nos hacen pagar no habernos rebelado. La capacidad de destrucción interna que tiene una madre obedecida cuando te mira y se le llenan los ojos de lágrimas, como si viera un animalito herido es algo de lo que nadie habla pero que, a nosotros los Edipos, nos machaca, otra vez te está diciendo que no has dado la talla que ella esperaba. Nunca se da. Afortunadamente muchos de nosotros, han cumplido con su etapa de rebelión y han logrado que estas cosas no les afecten, las oyen como quien oye llover sin ni siquiera desear que escampe. Lo malo somos los otros, los que las veneramos sin límite y sin condiciones.

Feliz día de la madre a todos.

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