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miércoles, 7 de septiembre de 2011

¡Que ganas de llorar!

Que ganas de llorar en esta tarde gris, decía un tango, sí, que ganas de llorar sin motivo, de transformar en lágrimas lo que no podemos transformar de otra manera. Qué ganas de llorar sin fin, sin pudor, sin ruido, llorar hasta convertirnos en estatua de sal o de piedra como Niobe. Llorar, sin pausa, sin límites, sin consuelo y sin sollozos. Niobe llora por sus hijos muertos bajo las flechas de Febo y Artemisa, nosotros lloramos por las palabras. Palabras que dijimos y no debimos decir, las que no dijimos y deberíamos haber dicho, las que ahora callamos, las que soltamos sin pensar, las que no sabemos hoy decir. También por las que serán errores, serán ausencias, serán silencios, serán ofensas. Lloramos, deberíamos llorar, por las palabras que se quedan a mitad del camino, las que se borran o se tachan por que son demasiado exactas, demasiado dolorosas, por las que no son ciertas del todo y por las que lo son en exceso. Que ganas de llorar en esta tarde gris. Llorar por las palabras, por el peso de las palabras hechas piedras, sobre la espalda, al cuello arrastrando todo al torrente. Llorar por las palabras que no supe escribir, que no quise escribir, palabras hechas cartas sin franqueo, sin sobre, cartas que se quedaron a medias, que sólo se pensaron y que alguien esperó en vano; y por aquellas erradas que nadie esperó y llegaron cargadas de ilusión y esperanzas, que se leyeron someramente y se arrojaron a la papelera, palabras, cartas desperdiciadas como las ilusiones y las esperanzas de quienes no recibieron las que no escribí. Aquellas que se quedaron con el sello puesto sobre la mesa demasiado tiempo. Que ganas de llorar en esta tarde gris llena de palabras, palabras de amor a un amor que quizás no llegó nunca por que las palabras fueron equivocadas, envenenadas, se perdieron por el camino o no llegaron a sus oídos. Ahora son otras palabras las que acuden a acompañar las lágrimas de esta tarde gris anegada en llanto, un bolero, uno de tantos boleros que clavan sus garras en el alma y la desangran sin manchar nada por que la verdad no mancha, sólo empapa de lágrimas cuando dice “desde mi triste soledad veré pasar las hojas muertas de mi juventud”.

5 comentarios:

  1. Querido amigo todo llega y todo pasa, incluso lo más doloroso. Pero siempre hay un poso de esperanza, siempre hay un rayo de luz que acaba por iluminarnos el camino, un camino en el que no valen arrepentimientos y aún menos cuando lo dicho se ha dicho desde el corazón.

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  2. Las palabras no dichas que más me duelen son las que no dije a mi madre cuando ella estaba viva... son las que le dije al oído cuando estaba en el hospital, dormida... no quiero volver a sufrir lo mismo, por eso ahora me obligo a sacarlas.

    Saludos amigo.

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  3. Qué preciosa manera de reflejar esos sentimientos que llevas dentro... sencillamente, un texto precioso.
    Y... ¡cuanta carga de verdad tienen tus bellas palabras! En todo y en tantas situaciones de la vida.
    Sencillamente precioso... Sólo desearte un cargamento de alegría para compensar esa melancolía que tan bellamente reflejas.
    Besos. Angel

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  4. Estupendo el texto. Es como si se te hubiera adelantado el Otoño. Espera un poco y tírate al agua que todavía hace buen tiempo.
    Un abrazo.

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  5. Per un puto Spam blosgspot s’ha carregat la feina de quatre anys.
    El nou es: Desprès de; des dels meus ulls , una abrasada.
    Xavier

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