Vistas de página en total

domingo, 13 de noviembre de 2011

...que por doler me duele hasta el aliento.

No sé quien dijo, este país ha inspirado muchas frases célebres pero también el olvido de quien las dijo por que el pensar siempre ha estado mal visto aquí (salvo si piensas como Torquemada, que siempre gusta): “Me duele España”. En realidad no es cierto, no me duele España, de hecho una España que consiente y pasa por alto esto –francamente- me importa un rábano. Lo que me duele es la absoluta, total, completa y definitiva impunidad en que el país y sus instituciones están dejando caer el asunto. Ahora se habla, se hace público, pero nada más. ¿Qué va a pasar dentro de un mes, dos? Si tres cuartos de siglo después todavía resulta escandaloso para algunas mentes desenterrar los asesinados en las cunetas ¿qué pensarán, si es que piensan, de algo tan reciente, tan sangrante aun? Por otro lado, estamos, asistiendo a espectáculos como éste, que ni el esperpéntico Valle ni el propio Goya en sus Disparates fueron capaces de imaginar, impávidos, como quien ve un capítulo más de una zafia serie yanki, en lugar de darse cuenta de la mafia-secta que sigue ocupando poltronas por que la impunidad, Uno, no sólo la generó la dictadura sino que ahí sigue, inmutable e inasequible.
Una España que deja que maten y tiren a sus muertos, que dejan que roben a sus niños, que permite que un uniforme de un tipo u otro no sólo delinca sino que culpabilice a la víctima y que, encima, se crea autorizado a decidir que mejor muerto que “mariquita”; esa España que lo tolera como algo natural, que no reacciona, que mira a otro lado y que se extasía:
ante el azar prohibido
sobre el verde tapete reclinado,
o al evocar la tarde de un torero
la suerte de un tahúr o si alguien cuenta
la hazaña de un gallardo bandolero,
o la proeza de un matón, sangrienta.
(A. Machado)
Una España que engrandece al delincuente si es de su equipo de fútbol, de su pueblo, o por tener un buen culo o el insulto fácil; una España que ni ha borrado ni quiere hacerlo el oprobio del “vivan las caenas”; una España descreída que se entrega por pereza o miedo a las sectas de todo pelaje cuyo poder crece a ojos vista, esa España no puede doler. No a mí. Pero “por doler me duele hasta el aliento” (que dijo Miguel Hernández), no ella, sino cada humano suelto, perdido, vejado, humillado y culpabilizado que la conforma, humanos asustados por que, no lo neguemos, el miedo nos come. El miedo que nos inculcaron nuestros padres y abuelos a los que tenemos cierta edad y el miedo a no que si protesto mucho no pueda llegar a la videoconsola o al coche de lujo en quienes no la han alcanzado. Humanos despojados de sus muertos y de sus niños que han pululado, que aún lo hacen, por estas tierras, sin pasado y sin futuro. Con la vergüenza de unas cunetas y la certeza de la impunidad de esos sacamantecas hospitalarios. Sin pasado y sin futuro.

2 comentarios:

  1. Sí es verdad que quedan mucho crímenes impunes. Y lo peor de todo es que la impunidad parece dar la razón al criminal. Se dice que la Transición española fue ejemplar, pero la realidad es que fue una gran chapuza, y los beneficiarios de las prebendas y regalías del régimen franquista siguieron en su sitio, y siguen mandando mucho. Otra gran problema en España reside en nuestro poder judicial, que está fuera de los controles democráticos, y los ascensos y nombramientos de los altos cargos están ligados al compadreo, y al clientelismo dentro de la propia casta que forman los jueces, y al intercambio de favores e influencias con los partidos políticos. Ello provoca que se den estas escandalosas arbitrariedades, y sean ellos, que por desgracia son lo que tienen la última palabra, los que veten todos los asuntos turbios que impliquen y salpiquen a los allegados a su casta o a ellos mismos. Este asunto asunto del robo de niños toca de lleno determinados estamentos sociales privilegiados del "antiguo régimen", incluida la Iglesia, que para determinados jueces son "intocables". Pero bueno, vivimos en una época en que la gente está más despierta, y espero y deseo que este asunto vaya conociéndose y calando en la opinión pública, y que se muevan fichas en favor de las víctimas. Y, por supuesto, necesitamos una urgente y profunda limpieza y descontaminación del poder judicial, incluso democratizarlo, y que los ciudadanos elijamos a los que velen por la Justicia (con mayúscula), porque para eso se les paga. Un fuerte abrazo.

    ResponderEliminar
  2. Esa es una España enganchada a tele basura 5, incapaz de pensar y coordinar, que desprecia y se mofa de lo que desconoce, que hace de lo soez bandera, si esa España no duele, al menos a mi ya no, ni tan siquiera pierdo el tiempo pensando en ella.

    ResponderEliminar