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miércoles, 13 de febrero de 2013

MIércoles de Ceniza

De "exquisito buen gusto y optimismo" el cartel de este año de Chema Madoz.

Baile del Círculo de Bellas Artes. Máscara. Miércoles de Ceniza. Cada año el mismo sueño. Incluso alguno ha llegado a comprar la entrada. El Baile del Círculo, toda una enseña de la ciudad.

Zapato de terciopelo azul con hebilla de plata y tacón rojo, media de seda, calzas de raso azul celeste con lazos blancos, casaca azul cobalto con botones de plata, chaleco también celeste con botonadura de perlas, camisa con profusión de encajes desbordando los puños de la casaca, pelucón empolvado, tricornio cobalto, bastón de plata, un anillo en cada dedo, pañuelo de encaje en la mano, rostro blanco con un lunar junto a sus labios discretamente enrojecidos, cajita de rapé. La capa, la majestuosa capa negra de vueltas y forro de raso rojo abriéndose a su paso y la máscara.

“Mascarita ¿me conoces?”

La máscara plateada, de tipo antifaz, con plumas azules abriéndose hacia arriba. La máscara. O bien blanca, de porcelana, con un rameado en oro, veneciana, con ese aroma siniestro que evoca la peste, con esa mirada más vacía al estar rodeada de materiales nobles, la boca menuda con los labios blancos, sin sangre. La máscara. O un antifaz negro, con ribete de encaje negro y fingidas pestañas plateadas. La máscara. El disfraz está definido hasta el último detalle desde hace muchos años pero la máscara varía, no ve claro cual usaría. La máscara. Metálica sin boca, como la de la novela de Dumas, sugerir sin mostrar, desmentir el disfraz. La máscara. Realmente lo único necesario para ir disfrazado, una buena máscara, la adecuada. Un hombre, una capa y una máscara, podría cruzar desnudo las calles de la ciudad. Es el disfraz en sí mismo. Eso y no los detalles de la vestimenta. La máscara.

“Mascarita ¿me conoces?”

Seguramente es por eso por lo que cada Miércoles de Ceniza guarda en el armario el disfraz cuidadosamente soñado y las máscaras, todas ellas. Quizás nunca vaya al baile del Círculo por que teme que, al volver a casa, o el Miércoles de Ceniza tenga que contestar al quitarse la máscara.

“Mascarita ¿me conoces?”

No.

Carnavales de 1919, el clásico disfraz de destrozona, tan castizo.

Baile del Carnaval de 1936, sobrecogedor.

4 comentarios:

  1. Siempre quise vestirme de Lady Godiva(sin caballo) que era lo mas barato que se me ocurría. Nunca he ido al baile del Círculo pero cuando era mas jóven me iba a la puerta a ver la gente entrar con sus magníficos disfraces. Recuerdo un par de años que se puso una escalera en la fachada directamente al salón del segundo piso para que las máscaras se lucieran en la entrada y la salida.
    El cartel de Chema Madoz, lo veo muy poco carnavalero. Sobra desde luego cualquier tipo de frase y mas una tan ocurrente y facilona como la vida es +cara.

    Un abrazo

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    1. Yo también recuerdo esa escalera, y tampoco he ido nunca. El cartel es ... bueno, me callo que hoy estoy bravío.
      Aparte del disfraz que describo el otro en plan barato que tenía pensado era coger una hoja de plástico y pegármele en... bueno, si a Adán se le sujetaba...

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  2. Baile de máscaras, la verdad es que el tema da para mucho, porque en definitiva parece que viviéramos en un baile perpetuo en el que una máscara sucede a otra.

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    1. Lo malo no es que a una máscara le suceda otra, es que perdamos nuestro rostro en el juego.

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