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jueves, 7 de febrero de 2013

Nyotaimori

Es que si no fuera para descerrajarse un tiro en la sien sería para morirse de risa. Mirad: http://sociedad.elpais.com/sociedad/2013/02/01/actualidad/1359733847_570740.html. O cuando la bandeja es Yolanda que así tienen el cinismo de enunciar el artículo. Las imágenes que adjunto son expresivas de que va la cosa.
La “tradición” ahora puesta en duda, consiste en servir la comida japonesa, que por sus formatos se presta a ello, sobre el cuerpo desnudo, lavado con un jabón inodoro y depilado, de una mujer, (nyotaimari), o de un hombre (nantaimori). El artículo habla de que para los japoneses resulta tan exótico como para nosotros, pongamos que es cierto, ¿es que para la inmensa mayoría de los occidentales no resulta exótico la coprofagía y no pondríamos igualmente “cara de poker”, si lo conociéramos y nos preguntaran? Por lo que sé de la cultura japonesa no se caracteriza, precisamente, por dejar acceder a sus rincones al “otro”, y hay que entender el “otro” como todo el resto del mundo, así que no cabe esperar bajo ningún concepto que admitan y expliquen con alegría algo tan “peculiar” (van demasiadas comillas, lo sé, pero las veo necesarias). Mi experiencia en mis investigaciones sobre Japón y las pocas veces que he podido tratar con ellos, es que te consideran básicamente como un intruso. Es igual que cuando llama a tu casa un vendedor de enciclopedias, si te interesa el producto le dejas entrar hasta el salón, si no, no pasa del pasillo pero en ningún caso le vas a enseñar tu alcoba. La actitud de los japoneses sobre su cultura es muy semejante a este ejemplo, y cuanto más leo sobre quienes han vivido y viajado allí más me confirmo en ello. El inmenso escritor Junichiro Tanizaki, nos describe en "La enmascarada vida del Señor de Mushashi", Ed: Edhasa.. Barcelona 1.989 una parafilia basada en colocar la cabeza como si estuviera decapitada y que se realicen actos sexuales de uno u otro tipo. Bien, esa parafilia se muestra en algunas de las  imágenes de Nobuyoshi Araki durante sus recorridos por la noche tokyota (“Tokyo Lucky Hole”, Ed. Taschen 2005) y, estoy seguro de que ningún japonés reconocería su existencia ante un extranjero. ¿Admiten de facto el arte del shibari o arte de atar a la gente? No lo sé, pero lo hagan o no, existe dentro del muy conocido arte de envolver, prodigioso por otra parte. Con esto quiero decir que lo que digan los pretendidamente expertos, en este caso experta lo que le da un sesgo feminista más que respetable… desde un punto de vista occidental. En cualquier caso añade un elemento a tener en cuenta.
Nobuyoshi Araki, detalle de una de las imágenes del libro citado
Sin embargo, no es este aspecto de la noticia lo que me hace recogerla aquí, como veis con unos días para pensarlo, sino otros dos que creo mucho más cercanos e interesantes.
El primero es que se protesta por que se considera una vejación de la mujer, de la condición femenina. Podría estar de acuerdo siempre y cuando dejásemos de lado algunos aspectos:
1: esas mujeres son profesionales de ese trabajo, no prostitutas y bien claro ha quedado en todo lo investigado, es decir, personas que aceptan un trabajo a cambio de una retribución.
2: puesto que el negocio era legal, no un burdel, damos por sentado que esta mujer está registrada como trabajadora, si no fuera así a estas horas los responsables estarían diciendo que nunca ha trabajado para ellos.
3: como consecuencia damos por sentado que elige libremente, que nadie la obliga. Si no es así no se trata de vejación a la condición femenina sino de puro y simple secuestro, ya tardan en encerrar a los responsables, que bien vendría ahora un buen escandalazo que tape cosas.
4: que no es una cuestión clandestina puesto que parece ser se publicitaba. Ya hay en el tema y en esta mujer mucha más transparencia que en la inmensa mayoría de lo que se vive habitualmente en este país.
5: que no implica una exhibición masiva de su cuerpo sino un mostrar a un reducido grupo de personas en un ambiente adecuado. Nada que ver con las exhibiciones de carne que suponen los concursos de misses retransmitidos por las televisiones para todo tipo de, de marujonas viperinas, a jovencitas influenciables futuras anoréxicas y a onanistas compulsivos (sin contar con los viejos verdes).

6: que no implica mutilación ni manipulación definitiva alguna para ese cuerpo que no se quiere vejar. Nada que ver con las insultantes publicidades de clínicas estéticas.
7: que esta mujer tiene un horario, cosa que no tienen la mayoría de las mujeres trabajadoras de este país, y no por eso se considera que las empresas estén vejando a la condición femenina.
8: que, si bien (y eso es cierto) supone una cierta objetualización del cuerpo, se produce desde la admiración no desde concebir el cuerpo femenino como algo que pierde líquidos constantemente (período, pequeñas pérdidas de orina, etc) como nos lo suele representar la publicidad.
9: que es un modo honrado, puesto que es legal (y no es una concejalía) de ganarse la vida. Mucho más decente, por ejemplo, que ir a la caza del famosuelo y luego vivir de esa noche loca toda la vida paseándola de televisión en televisión.
10: que ni el empresario ni ella van poniendo el trabajo en cuestión en medio de la calle sino que se recluye en recintos discretos. Mucho más que ciertas fiestas célebres con menores, creo recordar. Quienes así hablan, en realidad no saben qué es vejar a una mujer:

Vejar a una mujer es que a igual trabajo cobre un 22 por ciento menos que un hombre.
Vejar a una mujer es no poner a su alcance guarderías públicas.
Vejar a una mujer es permitir que el número de malos tratos y muertes sigan creciendo
Vejar a una mujer es que en la sanidad se les receten muchas menos pruebas que a los hombres ante la misma sintomatología (este dato es de hace unos años, no puedo asegurar que siga igual)
Vejar a una mujer es que en carreras mayoritariamente femeninas no existan mujeres catedráticas o sean extremadamente minoritarias. Cuando digo femeninas me refiero exclusivamente al número de mujeres estudiantes, no a su carácter.
Vejar a una mujer es no dejarla disponer libremente de su cuerpo llegando a obligarla a parir hijos con malformaciones y condenados al sufrimiento y a la muerte temprana.
Vejar a una mujer es reducir su valía al mero número de kilos que aparezca en la báscula y a una imagen.
Vejar a una mujer es no reconocer ni recompensar económica, social o simplemente un reconocimiento al trabajo que mayoritariamente hacen de cuidar sus ancianos, sus enfermos, sus discapacitados dejándose la piel sin ningún tipo de ayuda.
Vejar a una mujer es condenarla por ser madre, por cierto, madre de futuros consumidores.
Vejar a una mujer es también la discriminación positiva puesto que supone dar por sentado que son incapaces de lograr nada sin ayuda.
Vejar a una mujer es decir que son invisibles, cuando lo cierto es que es el colectivo más visible y cercano de la sociedad.
Vejar a una mujer es imponerles uniformes de diseño no funcional pero que “lucen pierna”
Vejar a una mujer es ofrecerles productos de comunicación como si fueran tontas, aquí poned lo que os parezca bien, todos sabemos a qué me estoy refiriendo.
Vejar a una mujer es haberla reducido tanto que en las mujeres de cierta edad todos los tópicos son ciertos, haber conseguido que se lo crean y hacer que respondan como el estereotipo falso que se buscaba.
Vejar a una mujer es el piropo por muy elegante que sea, el acoso, el enfocar descaradamente la cámara a su cuerpo, el ensalzar su belleza como único valor, el protestar por que las calles no se diseñan para los tacones, o convencerlas de que tienen que ser eternamente jóvenes, de que tienen a un inútil al lado y de que los príncipes azules existen.
Vejar a una mujer es, en suma, todo lo que hace esta sociedad bien pensante que tanto se escandaliza por unos trocitos de pescado sobre la piel de una mujer.

El segundo aspecto que quería resaltar es una simple pregunta: ¿y si fuera un hombre? Entonces no sería vejar la condición masculina ¿verdad?

8 comentarios:

  1. Tenía noción de esta costumbre por algunas películas y algún que otro programa de televisión, pero no tenía idea ni de su nombre. La verdad es que, de entrada, no deja indiferente a nadie. Y estoy completamente de acuerdo contigo en que las condiciones bajo las que realizan esta actividad laboral las personas que se prestan libremente para ello no lo convierten, ni mucho menos, en un trabajo indigno. Tal y como lo has explicado, no existe ningún tipo de vejación. Lo que pasa es que en todo lo que tenga que ver con el concepto de "mujer objeto" la controversia está servida, y saltan las alarmas. Y basta que eso mismo lo haga un hombre para que todo parezca una payasada, un cachondeo. Me parece muy interesante tu reflexión, que también comparto, y yo añadiría que en España incluso hemos llegado a tener ministras-florero, cosa que me parece todo un ataque contra la dignidad femenina. Dicho esto, he de añadir que yo prefiero comer de un plato, y estos juegos los dejo para quien guste de ellos, jeje. Saludos y un fuerte abrazo.

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  2. Totalmente contigo Joaquin. Y gracias por ampliarnos la información de manera amena y documentada cono es tu costumbre. Un abrazo.

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  3. Justamente eso es lo que a mí me pareció...; no sé, la misma sensación de "país de papanatas". Venga tal organismo a defender "¡a la mujer!", que por lo demás les importa una mierda. Y lo de la vejación, mira, psss. Qué asco de tanto salvador de nada.

    Ahora que todo esto me parece una...; no sé, ni con la última foto me ha cambiado el parecer ;) Pero la gente rica es el demonio, y no deja de ser un trabajo tan digno, o no, como los demás.

    besos

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  4. Roberto: desgraciadamente los cargos se han empleado a menudo como justificación para decir ¿veis como sí tenemos en cuenta a las mujeres? En el fondo, aunque no lo queramos reconocer todos somos objetos: unos somos objetos archivados, otros son objetos que producen cosas y otros son objetos que sirven para lo que sea, objetos al fin y al cabo. Bueno, comer en un plato sí, pero ¿quien no ha fantaseado desde Nueve semanas y media con alguien embadurnado de chocolate?
    David, gracias de nuevo primero por leerme y luego pero no por detrás por tus elogios.
    Ant: es que cuando nos ponemos papistas, más que Benedicto, pero para nada. Bueno, en los tiempos gloriosos de las vedettes y las grandes divas era uso común beber champán en sus zapatos. Además repito lo que respondía a Roberto: ¿quien no ha fantaseado con nata, chocolate o algo parecido sobre la piel amada? No es un uso tan ajeno, al menos a nivel fantasía, como pudiera parecer.

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  5. Sinceramente creo que lo has explicado perfectamente, pero aquí siempre estamos dispuestos a poner el grito en el cielo, aún más si la costumbre es foránea, sin pararnos a analizar la situación y metiendo todo en el mismo saco.

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  6. Cuánto cinismo en todos estos asuntos de la condición femenina. En los 70 y 80 y no se hasta cuando después se podía, por ejemplo, hacer un anuncio de un coche con una chica medio desnuda y en actitud sexy al lado siempre que no tocase el coche. Si ponía un dedito sobre él se censuraba el anuncio. En cuanto al hombre objeto, hoy día mas de moda que la mujer, no veo ninguna mujer escandalizarse por ello.
    Pensé en ti al leer el artículo en el periódico. ¿Qué pensará Joaquinito? Ya lo se.

    Un abrazo

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  7. En realidad se nos esta tratando a ambos géneros como a carne de matadero, poco menos.

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