He aquí la única guardería pública para la que nunca faltan fondos
-Seño,
seño, que la Cristinita ha copiado su redacción.
-Seño,
seño, pues, pues, pues el la Carmencita no vino a clase el viernes
-Seño,
seño, es que, es que, es que Pedrito ha cogido unas cuartillas que no son
suyas.
-Seño,
seño, que el Pablito dice que no le enseña la redacción sino se lo manda el
director.
-Seño,
seño, (y así sucesivamente)
La
dura vida del maestroescuela de toda la vida (el de las Primeras Letras, que
sufren las desidias paternas más horas que nadie, y que hasta hace bien poco hasta
pasaban hambre, esos de quienes decía el refrán “Al maestro, puñalada”) es un
paraíso si se compara con la de la hipotética Seño de la Guardería de La
Carrera de San Jerónimo. Lo único que podría hacer para arreglarlo (está
prohibido, y no me refiero a correrlos a guantazos), sería la expulsión
generalizada, con estancia en correccional y escuela de modales y, eso lo
primero, con la prohibición expresa de pisar un centro docente y menos aún los
decentes. Preventivamente se aplicaría a todos los alumnos de la guardería la
misma sanción para controlar el contagio.
Y
a todo esto, los directores se ocupan de todo esto menos de dirigir el centro. Por
cierto que a los que pagan la matricula lo que quieren es que les eduquen a sus
hijos, no si uno u otro tiene tal o cual caligrafía delictiva.
Si
es que el sistema educativo desde los treinta va de mal en peor.
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