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sábado, 23 de enero de 2010

Un poco más solos

Esta mañana al cometer el acto suicida de encender la radio para escuchar los informativos, algo que hago con una inconsciencia inexplicable, como si fuera un acto intrascendente, además de las tonterías habituales (Haití aparte, obviamente) he oído que Jean Simmons ha muerto a los 80 años.
He de confesar que si mi primer amor fue, como ya queda dicho en este blog, una niña llamada Inma de Santis, la primera imagen femenina que me cortó la respiración fue Jean Simmons, en un glorioso primer plano en Espartaco, en una conversación con Sir Lawrence Olivier. No podía creer semejante perfección dominando la pantalla de un cine. Nunca he olvidado aquella sensación de perderme en un rostro ni aquel deseo de que la cámara siguiese allí indefinidamente, dejó de importarme Espartaco, su revuelta de esclavos y todo el imperio romano, lo que es mucho decir pues siempre he sido de pelis de romanos, que no de peplum, ahí se podía haber acabado la historia del cine para mí. Desgraciadamente la película seguía un laaaaarguiiiiiiisimo rato más, pero ella ya formaba, de algún modo, parte de mí.
Ellos y ellas, infumables Brando y Sinatra, como casi siempre por otra parte, se iluminaba con una Jean Simmons encarnando a una activista del ejército de salvación deseando perderse en La Habana y pervertirse con Marlon. Una joven Isabel Tudor en aquella cosa titulada La reina virgen era el único aliciente del film. No pretendo ser crítico sino sólo decir lo que, en su momento me parecieron esas películas.
Recuerdo de nuevo mi pasmo al encontrarla en Hamlet, una Ofelia, que de haber sido como ella dudo mucho que Hamlet se hubiera planteado tonterías como la del ser o no ser, con mis respetos a Don William, prodigiosa. Salvo unas contadas películas lo cierto es que no tuvo grandes papeles, no por la calidad de los mismos sino por la de las películas, una lamentable cinta Desiré de nuevo se salvaba por verla a ella, quizás demasiado aristocrática para el cine americano, quizás demasiado elegante para la visión hollywoodiana del mundo, quizás demasiado exquisita para el cine europeo de entonces, la recuerdo siempre por encima de los papeles que le adjudicaban, Ofelia aparte, claro.
Jean Simmons sólo podía compararse a tres grandes damas, las tres europeas: Vivien Leigh, Deborah Kerr y Audrey Herpburn. Con ellas te podías creer que la aristocracia y la sangre azul eran algo más que convenciones sociales, te podían llevar a bailar en el palacio de invierno o en Le Petit Trianon, con ellas ibas a un rincón perdido de Puerto Vallarta, a una Roma decandente buscando un gigolo, a una escalera de incendios en New York o a las sórdidas cloacas de la Antigua Roma. Ninguna nos queda ya. Ha habido y hay actrices de grandísimo nivel pero ninguna como ellas. Jean, al ser un poco más mía, al haberme despertado los sentidos a la pura belleza, me deja hoy un poco más solo, como a todos aquellos que la amamos de alguna manera.
Lamentable me resulta que la mayoría de las generaciones posteriores la recordarán por el papel secundario que hizo en El pájaro espino, serie de infaustísimo recuerdo. Para mi siempre será la joven romana de Espartaco o, como mucho, Ofelia.

3 comentarios:

  1. En la estela de las grandes damas de Hollywood, un mundo del que poco a poco se van desgajando pequeños trocitos, pero que perdurarán para siempre en sus interpretaciones.

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  2. Le comentaba a calamarín en su blog que no entiendo por qué nunca me llamó demasiado esta mujer, cuando tiene peliculones y actuaciones realmente memorables. ¿No te gusta Brando?

    Me ha gustado mucho el post, la manera en que hablas de "tu relación" con ella a lo largo de los años y sus pelis.

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  3. Pe-jota: efectivamente siempre estarán ahí pero mientras están vivos parece que cierto aroma a Olimpo cinematográfico nos queda. Al irse ese aroma se disipa un poco más cada vez.
    Thedore: posiblemente no llamara esta dama por que sus papeles nunca fueron especialmente lucidos, incluso la Ofelia en Hamlet es incidental más que protagonista.En En el fuego y la palabra está eclipsada por Burt Lancaster y así en casi todas. Además de que su físico no era el estallido carnal de Loren, ni la fragilidad de Hepburn, ni la reina de las diademas de Deborah sino una mujer muy bella y con una clase desbordante.
    Gracias por lo que dices de mi "relación" con ella, es cierto. Con los dioses hay siempre una relación personal, aunque sea con los de celuloide.
    Brando, en general, es cargante, un gran actor pero... cargante. Marco Antonio, Kovalsky, y poquísimos papeles más pueden contarse como buenos trabajos en los que no se repitiese a sí mismo. Eso sí, su presencia en pantalla era de un peso específico apabullante.
    Un abrazo

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