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sábado, 31 de marzo de 2012

De mujeres y pulpos (ahora en serio) 8

Siguiendo con el tema cefalopódico y octofálico hemos de volver a occidente, sí, esto es un no parar, pero para toparnos no ya con las viejas tradiciones sino con la realidad intelectual, por definirla así a falta de mejor nombre, del momento. Vamos a ver si me explico con prístina claridad, cosa harto compleja al hablar del XIX. Sintetizando de un modo ajustado al tema que nos interesa en el momento en que llegan los grabados japoneses a occidente, léase Francia, fecha que yo no pondría antes de 1868, fecha en que se rompe a cañonazo limpio el aislacionismo y el aislamiento nipón, está Francia vive un momento febril en el mundo de las artes con cantidad de movimientos agonizantes, incipientes y en plena madurez conviviendo más mal que bien pero simultáneamente. Entre otros muchos nos interesan tres que van a tratar el tema. El romanticismo ya en sus últimas manifestaciones pero de la mano de uno de sus maestros, el gran Victor Hugo, tratará el tema del pulpo en 1866 en “Los trabajadores de la mar” como el enfrentamiento del hombre a la naturaleza en su aspecto más brutal y grandioso –rasgo que es inequívocamente romántico- en la pelea de su protagonista con un enorme pulpo.
 Ilustración contemporánea de "Los trabajadores de la mar" de Víctor Hugo publicada en 1866

No está de más recordar que Verne publicará sus “20000 leguas de viaje submarino” entre el 69 y el 70.
Otro movimiento, este sí en plena eclosión, es el Simbolismo, corriente que se está constantemente redibujando y redefiniendo tanto en tiempo como en característicasen los estudios actuales dando paso a autores malditos que antes ni siquiera se mencionaban y abriendo el abanico a muchas más posibles interpretaciones de obras “peculiares”, la lista de simbolistas sería larguísima y seguro que incompleta y muy cuestionable pero nos interesa más que los nombres la idea de querer representar la “angustia del mundo” y como parte esencial de esa angustia estaba el sexo, causa no sólo de condenación moral sino, y sobre todo, sanitaria. La sífilis hacía estragos en una sociedad cada vez más alejada de los tradicionales frenos de la religión sobre estos temas con lo que se recurren a frenos pretendidamente científicos, apareciendo ideas tan peregrinas como que “el hecho de que la mujer sienta placer sexual indica que existe en ella una naturaleza criminal” y cosas de este jaez, la mujer pasa a ser tentación mortal, angustiosa y asexuada por definición. Cualquier insinuación sexual o que pudiera ser interpretada como tal era eso: criminal. El enigmático y casi maldito Felicien Rops (1833-1898) dejó en este dibujo una expresión de la angustia que genera y vive la sociedad de la época con una mujer que tienta y teme, que acaso esté convulsa de placer o debatiéndose hasta la muerte, o… ambas cosas. 
 Felicien Rops "El pulpo" 

Es esclarecedor que se retome en este momento el mito de las sirenas, por ejemplo, la mujer destruyendo al hombre o entregándose a vicios pecaminosos o mortales como si fuera esa su naturaleza, no es de extrañar que Wilde escribiera su “Salomé” (personaje icónico del siglo) en 1891. Un ejemplo que apenas se nos aleja es esta “Istar” de Fernand Khnpoff (1858-1921) en que vemos a una mujer se supone que martirizada por una cabeza que recuerda a Medusa pero en la que las serpientes se han convertido en tentáculos que abren y penetran su cuerpo no precisamente por los caminos habituales y, sin embargo, la expresión –oficialmente en la época está muerta- nos dice otras cosas. 

 Fernand Khnpoff "Istar"

Por último un tercer movimiento es el modernismo o Art Nouveau con su amor por las formas pseudobiológicas, sus bibelots a veces decadentes, por las curvas, por la decoración, por la “línea latigazo”. ¿Hay algo más curvo, dúctil y capaz de crear esa célebre “línea latigazo” que el tentáculo de un pulpo?, ¿hay algo más sinuoso que el juego de curvas femeninas y cefalolpódicas en una fusión más o menos íntima?

 Ejemplo de la "línea latigazo" o "línea látigo"
 Auguste Ledrú: "La presa" 1895


Además, el Art Nouveay renovó todo el campo de la joyería con la aparición de elementos e incluso diseños directamente tomados del Japón. Así aparecen libélulas, por ejemplo, en las solapas de las damas bien de la época. Pues aquí también aparece más o menos ocasionalmente la forma tentacular y sinuosa del pulpo y, más aún, escenas como esta que pertenece a un colgante. 

Louis Aucoc: colgante o broche. 

En el fondo hay un sustrato que, en la mente del burgués reprimido y asustado del XIX, equipara al pulpo, monstruo que arrastra al hombre al abismo con la mujer-sirena que hace lo mismo acabando con su salud y con su espíritu. Así se planta la semilla de un concepto peculiar que tardará en aparecer plásticamente: la mujer-pulpo.
“Y viendo que era muy largo Scherezade dejó de teclear discretamente”

martes, 27 de marzo de 2012

De mujeres y pulpos (ahora en serio) 6+1

"Sara y el pulpo" de Masaki Teraoka 2001
Bueno, pues heme aquí de nuevo ante tan proceloso tema. Como me viene pasando con todos los asuntos a los que me asomo, según los voy conociendo se hacen más y más extensos hasta obligarme a replantearme continuamente en que dirección camino. Para empezar he de decir que la avalancha de imágenes que tratan éste es increíblemente grande y lo que en principio parecía anecdótico resulta que no lo es tanto y lo que parecía ocasional es una constante más o menos oculta o camuflada. Con las imágenes han aparecido nuevos datos que, en ocasiones, me corrigen (“errare humanun est”, por algo odio el latín) y en otras me abren puertas. Para las correcciones habrá ocasión, ahora sigamos donde lo dejamos: en la violación con tentáculos.
La actitud femenina, y nos vamos a centrar de momento en las obras niponas, es de resistencia y horror pero algún que otro autor, sociólogo creo recordar, afirma que, en realidad esa actitud no es tanto ante el abuso físico de su cuerpo, el asco ante la viscosidad de tanto falo o la resistencia ante la violencia como la expresión de la repugnancia que le produce el ser vista mostrando el placer físico que está experimentando en una cultura en la que la expresión de los sentimientos no está especialmente valorada. Tal podría ser el caso de estas imágenes de Masaki Teraoka. 

  Vemos aquí unas gafas de buceo modernas en el lado izquierdo junto a la cabeza de la dama una de las pocas que nos muestra su cara. 
 En esta imagen vemos varios elementos contemporáneos: respirador en la mano derecha, preservativo femenino en el círculo superior derecho y un pizzero ya entrado en años en la cartela superior izquierda en forma de abanico.
 En esta otra imagen se aprecia cierta lucha pero no queda claro si para defenderse del pulpo o para no perder el móvil que aparece a la izquierda.
Antes de dar el salto veamos alguna que otra imagen contemporánea japonesa como las estas tres ya vistas de Yuji Moriguchi 

 La tradicional pescadora, eso sí con sus gafas de buceo está completamente entregada a la tentacular voluntad del animalico que diestramente la sujeta.
 Mucho más espeluznante para nosotros es esta imagen en la que el pulpo envuelve y acaricia a la pescadora embarazada que recibe esas caricias sin asomo de cualquier tipo de rechazo.
 Dado que estamos en el siglo de la mujer no nos puede extrañar que el feroz pulpo haya acabado aquí siendo usado como masajista podal por esta Lolita japonesa hasta adormecerse mientras su gato mira indiferente.

Dentro incluso de la extremadamente dificultosa técnica del grabado en madera Toshio Saeki que ha desarrollado una escabrosísima galería de sexualidades alternativas en las que el pulpo casi resulta inocente, nos deja obras como estas en las que nuestro querido octófalo cumple con un papel protagonista.

 Aspecto sádico del tema
Otro mucho más placentero
 Estamos ya en el s. XXI y por tanto nada queda recluido a sus fronteras originales, así que tampoco este tema tan “peculiar”, como ejemplo rigurosamente contemporáneo elegiré a David Laity artista australiano que en el 2006 homenajea directamente al maestro Hokusai con esta versión de El sueño de la mujer del pescador.

La explosión de las artes gráficas japonesas, incluidos comic, mangas y teleseries ha extendido sus formas como gota de tinta en vaso de agua y ahora no nos puede resultar extraño estar rodeados de elementos estéticos de las artes japonesas y menos aún en el ámbito de los comics y demás. Sin embargo, este proceso se inició mucho antes, en lo que ha dado en llamarse Japonismo a mediados del XIX. Pero va siendo larga en exceso y muchas láminas van, y más habrán de ir. Con la promesa de no retrasar tanto la próxima entrega lo dejo aquí.
¿A que ya o pulpo a feira no va a saber igual? Ahora tendrá un toquecito erótico-morboso, digo yo. 

sábado, 24 de marzo de 2012

Anteayer

Sengai: "El universo"
Anteayer estuve pronunciando una charla sobre Zen. Esa ha sido la causa de la distancia entre las entradas y de la brevedad de los últimos. No me gusta preparar las cosas a prisa y corriendo sino con un tiempo para pulir, reflexionar y podar. Siempre hay que podar como siempre es una delicia compartir lo que te ha llevado media vida conocer, aunque sea de lejos, con otras personas. En realidad lo que menos trabajo supone es la charla en sí y lo que más contra lo que pueda parecer, no es recopilar datos sino podar, podar y podar. Treinta y un años en hora y media es mucho podar. He de reconocer que siempre vale la pena.
Sin embargo, también tengo que reconocer que siempre, y quiero decir siempre, salgo de cada charla con un regusto amargo. La inmensa mayoría de quienes acuden a estas charlas sobre culturas no occidentales suelen ser personas interesadas, más o menos formadas -lo que no significa mucho en estos temas- pero siempre, y digo siempre, hay una especie de nube en el ambiente que cristaliza en un grupito más o menos nutrido que destila desprecio por lo que no es estrictamente cristiano, a ser posible católico, apostólico y romano, con el "nihil obstat" delante. Desprecio que enarbolan sin el menor respeto, usando recursos que van de lo más teológicamente sofisticados, a alusiones cinematográficas -anteayer circuló El Padrino- totalmente fuera de tono e incluso a lo soez sacando a relucir, por ejemplo, el estreñimiento cuando se habló de determinado célebre cuenco de arroz. 
Anteayer, por primera vez en los veintimuchos años dando charlas ocasionales, no dejé correr el asunto y tuve que hacer el inmenso esfuerzo de filtrar mi proverbial mala leche y no llamar a las cosas por su nombre pero poner un par de banderillas de castigo y los puntos sobre las ies. Tres mil años de sabiduría de la tradición de la meditación, convertidos en un problema de retrete. Por ahí no estaba dispuesto a pasar, estoy demasiado viejo para tragar tal sapo, demasiado en carne viva para tolerar carcajadas tabernarias en mis barbas canosas y demasiado harto de la soberbia judeocristiana de andar por casa, descreída y 
 vulgar, vulgar, vulgar hasta revolver las tripas. 
Con mi sonrisa más giocondesca y mascando las palabras, midiendo las sílabas: "bueno, el Zen puede tener mucho humor, e incluso es uno de los caminos para acercarse a él pero son tres mil años de sabiduría así que bromitas y tonterías las justas". 
¿Es que los resultados de la cultura del pecado y el castigo, de las hogueras y las lapidaciones, de los teólogos amordazados, esa cultura que generó y hasta aplaudió las matanzas de según quien, incluidos los campos de exterminio, ha dado resultados tan magníficos como para despreciar todas las demás por el hecho de ser otras? ¿Es que el poder aniquilador de "El Libro" mal digerido ha succionado tan radicalmente la capacidad de pensamiento? Debe ser así pues no se sale de ahí y no sólo en el común de los mortales, no, ojalá. El caso es con quien yo trabajo es ese: el común de los mortales y, he de reconocer, que la mayoría mantiene un respeto desconfiado pero interesado hacia el Zen y los temas orientales pero hay siempre esa nube y ese grupo -hiperactivo, además- que no parece ser sino reventadores de una claque muy vieja, muy mísera, muy rastrera y, por encima de todo, extremadamente cerril, que no cambia y que siempre deja el regusto amargo de haber perdido el tiempo respondiendo a sus preguntas capciosas, absurdas, venenosas o, directamente, sórdidas en lugar de haberse hecho uno el sordo y actuar como si no existieran. 
La arrogancia del Occidente judeocristiano es, hoy, al borde del abismo, más ridícula que nunca, más estúpida que nunca y, me temo, más creciente que nunca. Lo peor es que como ya dije otra vez: ya no nos queda ni París. 
Hakuin: "Daruma"

domingo, 18 de marzo de 2012

De mujeres y pulpos (ahora en serio) un comentario

Habréis notado, espero, que he cortado la serie de entradas sobre este tema. Quiero comentaros que es un paro momentáneo pues me ha surgido una tareilla que me ocupa un poco más de tiempo. Así que tan pronto pase volveré a este tema. No vayáis a pensar que se ha agotado el asunto, hay pulpo para rato.

viernes, 16 de marzo de 2012

El extraño caso de la botella en el Manzanares

¿Restos de botellón o una carta de amor que ni siquiera espera llegar a destino?
Tal vez una despedida, tal vez unas líneas empapadas en lágrimas, tal vez tan sólo una botella que se cayó en un despiste. 
Ahí se quedó, flotando, esperando quizás.

domingo, 11 de marzo de 2012

sábado, 10 de marzo de 2012

Madrid es una ruina 2

Esta imagen está tomada en el Paseo de San Vicente que bordea Palacio Real y sus jardines. Es el final de una doble escalinata que da acceso a los jardines de Sabatini, bajo la fachada Norte de Palacio, unos de los jardines más bellos y afrancesados de la ciudad. Muy cerca la Plaza de España, Gran Vía. No creo que hagan falta más palabras. 

jueves, 8 de marzo de 2012

De mujeres y pulpos (ahora en serio) 6

Hiroshige
Mientras Occidente destila su terror absoluto a las profundidades y al monstruo por definición que se ha configurado en el XIX gracias a los autores citados; Japón convive con él de un modo radicalmente diverso. 

Es casi ofensivo para el lector recordar aquí que Japón es un archipiélago de más de 3000 islas, y, para colmo, en una de las zonas sísmicas más activas del mundo, aun no hace el año del desastre de Fukushima, esta tremenda realidad hace que la cultura japonesa tenga una actitud mucho más familiar con la catástrofe, como delata el hecho de que rarísima vez se menciona un terremoto en las novelas japonesas y tan sólo muy ocasionalmente algún incendio de los que eran extremadamente frecuentes, y, al mismo tiempo que produzcan obras de arte como esta de Hiroshige

Hokusai: La gran ola
Hablamos de la actividad sísmica y pensamos automáticamente en terremotos pero se nos olvidan las grandes olas que se producen como consecuencia de estos y que son conocidas en el mundo entero por su nombre japonés: tsunami.

 La vida y la muerte llegan a Japón de manos del mar y así es aceptado por su cultura.

Con la Segunda Guerra Mundial y, sobre todo, con las dos bombas atómicas sobre Hiroshima y Nagasaki, la cultura del horror revive con todo tipo de criaturas como Godzilla (que aparece en 1954), por ejemplo, haciendo de Tokyo la ciudad más destruida de la historia del cine, pero también con manifestaciones más serias como la Danza Butoh o algunos ejemplos del cine de Akira Kurosawa (“Los sueños”, sin ir más lejos). 

Godzila
 Danza Buto
Ante esta situación de guerra fría y amenaza atómica para el mundo que Japón exorciza, de algún modo a nivel popular, mediante el monstruo que “sale del mar” de nuevo, Estados Unidos generará, como ya se mencionó una especie de sub-género de chica-cazada-por-monstruo-acuático (lagunas, pantanos etc) tanto en cine como en novelitas baratas de portadas subiditas de tono, en este ejemplo concreto parece que la relación no fue tan mal como era habitual. 


 Así no nos resulta tan extraña la ambigüedad entre el terror y el coqueteo de la última imagen de la entrada anterior: una pin-up entre aterrada y seducida por el tentacular y polifálico pulpo que se repite casi simétricamente en su cabellera. Desde luego algo dedicado a los varones reprimidos por los últimos vestigios del puritanismo decimonónico (por que si el s. XVIII fue un siglo corto que duró de 1714 con la muerte de Luis XIV a 1789 con el inicio de la Revolución francesa, el XIX fue un siglo larguísimo que comenzó con la Revolución francesa-burguesa y no vio su fin hasta 1968, al menos en lo que a repetición de valores morales, actitudes burguesas y repetición de pautas de conductas que llevaron al menos a dos guerras mundiales, a unos feroces nacionalismos, colonialismos y racismos) En cierto sentido esta buena moza del bañador (de cuerpo entero, no frivolicemos) es heredera directa de las heroínas de  los novelones como Trilby o el Fantasma de la Ópera, que caen seducidas por su propio destructor, Svengali en el primer caso y el Fantasma en el segundo.
Pero volvamos a lo concreto de las mujeres y los pulpos y al Japón. Con la occidentalización que comenzó hacia 1868 la alegre actitud hacia lo que nosotros consideraríamos pornografía se esfumó y comenzó a ser perseguida con cierta saña. Actitud que todavía perdura en algunos aspectos. Al no estar permitido mostrar los órganos genitales en ninguna publicación Toshio Maeda en los 80 “inventó” lo que ha acabado convirtiéndose en “tentacle rape” o “violación con tentáculos”, aunque las chicas no siempre parecen estar siendo forzadas. 
 Toshio Maeda
 Fuco Ueda
Siendo uno de los grandes ejemplos del género titulada El miembro del gigante Ico Chan contra la Reina Gidora (2002) de Makoto Aida que vemos aquí abajo.

Pero la cosa no ha hecho más que empezar como iremos viendo

domingo, 4 de marzo de 2012

De mujeres y pulpos (ahora en serio) 5

 Sir Edward Burne Jones: "En las profundidades del mar". Vemos como la mujer-sirena tira melifluamente del hombre-humano, o lo que viene a ser lo mismo en la mentalidad del XIX: la mujer-instinto hunde al hombre-espíritu. Cosas del XIX.

Cabría preguntarnos (y como cabe me lo pregunto) ¿Cuál ha sido la relación de occidente con los pulpos, cefalópodos y seres más o menos míticos de las profundidades submarinas? Del Leviatán hebreo, y como nombre genérico a los monstruos marinos indefinidos y variados, a las sirenas o mujeres con cola de pez, no me refiero ahora a las no menos peligrosas sirenas grecolatinas, sino a estos otros seres de origen más europeo, desde los tiburones a los monstruos indescriptibles de la mitología de Lovecraft e incluso al quizás más aterrador relato escrito jamás (“Manuscrito encontrado en una botella” del bueno de Edgar Allan Poe) básicamente la relación de Europa con las criaturas marinas se basan en el terror más depurado. No me avergüenza confesar que en mi vida he pasado tanto miedo como con el Manuscrito etc. Me recuerdo a mí mismo en posición fetal bajo el círculo de luz del flexo y sin atreverme a estirarme y entrar en la oscuridad, claro, era Poe. Tan sólo hay un puntito de erotismo destructor y destructivo en el mito de las sirenas tanto de agua salada como de agua dulce en el clásico ejemplo de Hilas, el argonauta que según Graves se entregó a ellas huyendo de los pellizcos musleros de Heracles, pero al que la ortodoxia da un trágico destino a manos de unas ninfas acuáticas. Pero aquí me voy a parar pues la sirena, mis muy amadas sirenas, son harina de otro costal que merecen capítulo aparte, a pesar de ello y como muestra de que las relaciones de occidente con las profundidades antes de Jacques Cousteau han sido siempre cercanas al terror más puro veamos estas imágenes que arrancan en el movimiento prerrafaelista y llegan prácticamente hasta hoy con una obra de Uno Moralez que, curiosamente se asemeja muchísimo a otra de Kimura Ryoko en la que mujeres medio sirenas y medio animalillos marino devoran las tripas de un infeliz marinerito. 

 Uno Moralez
 Kimura Ryoko "La belleza en mi plato" 2005

Sin embargo, hay un mito que está mucho más cerca de lo que nos ocupa del de mujeres y pulpos: el kraken.


 El kraken es un ser nacido en la mitología nórdica que podría tener una base real en los calamares gigantes que se han venido encontrando desde hace tiempo (y últimamente más). Las primeras referencias se encuentran,  según Santa Wikipedia, en textos noruegos de 1250.  Vamos que no viene de ahora pues hay multitud de creencias relacionadas con este monstruo cuyo nombre, en alemán, significa “pulpo”. Será en el XIX cuando el bicho cobre nueva carta de naturaleza con autores como Pierre Dénys de Montfort, Tennyson y el inevitable Julio Verne que, inspirado en él, creara su calamar gigante contra el Nautilus.
 Una imagen interesante es esta que recojo pues enfrenta el horror mental que supone la sirena para el marino frente al horror mucho más visceral que supone el monstruo marino. En este caso las sirenas llevan las de perder.
 Evidentemente todo este tema se ha ido frivolizando hasta el punto de pinturas como esta que, si la tomáramos en serio, sería altamente inquietante.

En cualquier caso la relación de la mujer con el pulpo en occidente está más reflejada en esta imagen que sigue o en esta otra pin-up de los 50 (curiosamente hay una gran de films serie B de mujeres con bestias acuáticas en esta época, recordemos el diálogo de Tom Ewel y Marilyn Monroe a la salida del cine en “La tentación vive arriba”) que con lo que veíamos en Japón o en la primera mitad del XX aunque, a fuer de ser sinceros, ya se aprecia un cierto coqueteo soterrado.


sábado, 3 de marzo de 2012

Se van pero se quedan.

Lo decía Camilo Sesto y es cierto, se van pero se quedan. Cada uno de ellos ha dejado mucho en nuestras vidas, al menos en las de los amantes del cine, el teatro, la televisión. Fieles compañeros, miles de horas junto a nosotros, contándonos vidas ajenas y haciendo que fueran reales, que nos aportaran algo en un sentido o en otro: una reflexión, un deseo, una carcajada, una sonrisa, una lágrima. Incluso la indignación de ver sus grandes talentos a menudo desperdiciados. Queridos cómicos: con vosotros nos hicimos, unos más, otros menos pero nadie carece de una referencia en vosotros.
 Ben Gazzara. arquetipo del buen tipo en situaciones límite. 
 Davy Jones, quizás muchos no le conozcáis o le recordéis, era el cantante de un grupo de vida breve (The Monkees) que tuvo una serie juvenil en televisión allá por los sesenta. Una, junto con Rintintín, de mis primeras referencias televisivas. 
 Andres Resino: uno de esos actores que siempre dejaba la sensación de estar desaprovechado. 
 Carlos Ballesteros, con un galán como él otra industria habría hecho maravillas. Uno de mis educadores teatrales en aquellos míticos Estudio 1
 Florinda Chico: eterna chacha ibérica, indispensable secundaria, presencia lozana y alegre. De nuevo actriz poco aprovechada pero ella dejó buena muestra en aquella Poncia de "La casa de Bernarda Alba", sin duda la mejor interpretación de la adaptación cinematográfica con mucha diferencia.
Quique Camoiras. He de confesar que su humor me ponía de los nervios pero eso no quita su talento ni su profesionalidad y lo que es más importante: el hecho de que casi formaba parte de la familia con su frecuente presencia en las pantallas y en la televisión cuando en España había algo digno de llamarse así. 

jueves, 1 de marzo de 2012

De mujeres y pulpos (ahora en serio) 4


Estampa en madera de Yanagawa Shigenobu
 Sin embargo, hay que buscar motivos más profundos para que un tema como éste cale en el arte japonés. En primer lugar, no podemos olvidar de ningún modo que el Imperio Japonés es un archipiélago y que su alimentación se basa en los frutos del mar, llegando en algunos momentos a estar prohibido el consumo de carne excepto a los samurais, pero esa es otra historia. El mar es por tanto fuente de vida pero también de destrucción pues no es necesario recordar la intensísima actividad sísmica de la zona –demasiado reciente tenemos la última muestra de ello-. El término universal para la ola gigante provocada por un terremoto en el mar, Tsunami, es de origen japonés; es pues una cultura acostumbrada por un lado a la convivencia con la mar y por otro determinada por las continuas catástrofes naturales motivadas por su geología. Fascinante mezcla que da como resultado manifestaciones artísticas que rara vez tratan los hechos catastróficos de un modo directo, pero que vienen determinadas por ellos. Un ejemplo de la cultura popular que muestra la relación ambigua con los mares es el cuento infantil del pescador Urashima que salva a una tortuga de que la maten a palos y es recompensado por ella con el don de poder respirar bajo el agua, así le lleva al Palacio del Rey Dragon donde la tortuga se convierte en una bella princesa, conviven un corto tiempo, él quiere volver a ver a su familia y ella le da una caja diciéndole que no la abra. Cuando llega al pueblo han pasado trescientos años y cuando abre la caja esos trescientos años caen sobre él reduciéndolo a arenas. Como vemos en este pequeño relato están la belleza y el horror del mar. En cierto sentido el amor y la muerte.
  
Ilustración del cuento del pescador Urashima
A partir de 1868, occidente descubre Japón y todas nuestras artes mayores y menores de la pintura a la joyería se cuajan de influencias del arte japonés, pero no de cualquier arte, eso llegará algo más tarde. La mayoría de las artes japonesas son demasiado desconocidas y la Europa de entonces no es capaz de digerirlas pero sí digiere son, precisamente, las estampas ukiyo-e que ¡sorpresa! vienen envolviendo las preciosas porcelanas o las lacas exquisitas. La burguesía es aquí como allí quien marca el paso cultural y ambos lugares son nuevos ricos. El caso es que occidente bebe de la cultura japonesa en esa época con la sed de quien ve secarse su fuente pues el arte del momento había llegado a un virtuosismo que no da más de sí, extremadamente literario y hasta teorizante moral y científicamente. Muy pronto será imposible encontrar alguna manifestación artística europea que no haya recibido las influencias japonesas: del impresionismo a la joyería, de las artes industriales a los peinados de las damas. Quizás no sea determinante en la evolución de ninguna pero sí un asidero para unas artes que necesitan evolucionar.

Evidentemente con todo ello llegó un gusto por el arte erótico que tomó también cosas de Japón. No pretendo decir que no haya un arte erótico occidental (oculto y de matute por así decirlo) pero sí que en este medio siglo XIX en adelante hay un rebrote del erotismo artístico que da la cara mucho más directamente siendo el ejemplo más descarnado la obra de Egon Schielle. Sin llegar a ese desgarro hay una serie de autores que salpican la historia del arte de esta época como Felicien Rops, Aubrey Beardsley, Franz von Bayros o Julius Klinger que en esta obra que vemos abajo recoge la tradición del pulpo y la mujer sin duda por influencia japonesa que no se limita al tema sino que también trajo la sinuosidad geométrica de las líneas. La tendencia “biológica” del movimiento modernista, entendiendo por biológica la frecuencia con que sus formas, sobre todo en las artes aplicadas recuerdan seres vivos, favoreció sin duda alguna que un animal tan dúctil como el pulpo cobrara una cierta presencia, a menudo más intuida que expresada, en las formas.


Julius Klinger

Vidriera modernista
 Por otro lado la sexualidad desbordada del cambio de siglo, la libertad recién adquirida de las artes hace que surjan imágenes pocos años antes inesperadas. ¿Podríamos imaginar al joven Pablo con su “Ciencia y caridad” dibujando esto?, Claro que a estas alturas el joven Pablo ya era Picasso.
Mujer y calamar o pulpo si queremos hacer una lectura más amplia del Pablo Picasso