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miércoles, 2 de marzo de 2011

De Cisne Negro y otras hierbas


Bueno, pues he visto “Cisne Negro” y he de decir que no sólo me ha gustado mucho sino que me ha abierto alguna puerta secreta. Para empezar la interpretación es soberbia por parte de todos y la música huelga decirlo, apasionante el trasmundo pocas veces reflejado de la dureza física del mundo de las bailarinas que vienen a ser a la mujer normal lo que un bonsái es a un árbol: el colmo de la exquisitez pero a un precio muy alto como ya lo apuntaba Degas con sus bailarinas rascándose los piojos o frotándose el juanete, aunque él lo hacía con peor intención. Ella, la prima donna, sublime, tanto que te crees cuanto te quiere hacer creer y eso que el componente fantástico-terrorífico está presente de vez en cuando y queda –en abstracto difícil de tragar en medio tan exquisito-, se podría decir que la película es un largo primer plano de la protagonista.

Desde luego esa majadería que se ha dicho de que el don implica el látigo para autoflagelarse es eso, una majadería decimonónica y pedantesca que tiene poco que ver con la película, por lo menos con la que se proyecta, la que lleve cada uno en su cabeza es asunto suyo. En el fondo “Cisne Negro” es una sutil mezcla que bien agitada y en las proporciones justa es explosiva y desde luego nada parecido a aquello que la compone. Otra majadería es esa de que “empieza siendo Eva al desnudo”. Valgame San Quiencorresponda, patrón del cine que no sé si tiene pero que el pobre debe estar alucinando a colores y en cinemascope, claro. Es evidente que cuando el diablo, digo el crítico no tiene que hacer, con Bette Davis mata moscas.

La primera referencia que me vino según la iba viendo era esa estremecedora película y antes novela “La pianista”, relaciones con la madre muy, pero que muy parecidas, madre con algo de Bernarda Alba sin duda. Luego vino El retrato de Dorian Gray, por supuesto, con el desdoblamiento de la mujer y de su reflejo, pero eso venía de antes, del Dr. Jeckyll concretamente, con su afirmación del bien y del mal absolutos en la misma persona. La búsqueda obsesiva de la perfección ante si misma remite inmediatamente a “El piano” y la exigencia física de perfección a “Las zapatillas rojas” que tampoco dejaba de lado un aspecto terrorífico como bien resalto el llorado Terenci Moix, la perfección hasta la muerte. Sin embargo, aquí es lo contrario, el Cisne Negro debe “sentir”, y eso es labor de Svengali, nacido en otra novela decimonónica “Trilby” lamentablemente olvidada, en la que Svengali hace salir de la chica lo mejor de sí misma cantando. Aquí el director de escena, Svengali moderno, debe obligar a una pura bailarina cuya alcoba está llena de conejitos de peluches, a sentir como un halcón, como una bestia depredadora. Aquí la referencia es casi inmediata: La bella y la bestia, literaria y psicológicamente la Bella ve en el hombre a la Bestia hasta que lo trasciende mediante el proceso de madurez sexual, en Cisne Negro, Nina ve la bestia en la imperfección y es tan sólo cuando deja salir o busca deliberadamente el Mr. Hyde que lleva dentro cuando descubre al hombre o lo que viene a ser lo mismo: al instinto sofocado por peluches y una culpabilidad sabiamente manejada por la Madre. La violencia de ese descubrimiento y de ese desdoblamiento es tan brutal que desencadena un juego de cajas chinas en la que Nina y el espectador llega a no saber en que plano de la realidad está. Se le ha achacado esto como defecto, desde mi punto de vista es meterte tanto en el personaje –gracias a esa mujer en estado de gracia- que te pierdes con ella y que harías con ella lo mismo que ella hace en ese estado de realidad confuso ¿o no? Por que en ningún momento lo que ella vive es absurdo, no, es incluso coherente en un mundo tan competitivo. Sí, ya sé que me van a decir lo de las plumas y las alas, vale, pero ¿Quién no ha sentido cuando está seguro de sí mismo y tiene que brillar en lo suyo algo parecido a eso, aunque sólo sea pensando “que bien hago esto, coño”?

La apoteosis final, cuando ya todo se encamina al momento cumbre de “El lago de los cisnes” –no se quebraron la cabeza eligiendo la obra, precisamente-, cuando ya ella y el espectador, de nuevo desdoblados, sabemos que sólo hay un posible desenlace y la música alcanza el climax nos sentimos envueltos por la tragedia y por la inmensa belleza que trae consigo.

Y todo esto ¿Por qué? Sencillo, por que todos, de una u otra manera hemos vivido algo parecido a nuestro humilde nivel y nos hubiera gustado alcanzar algo de grandeza, de esa grandeza que Nina alcanza por unos segundos. La grandeza del fracaso final. Por eso cuando acaba la película la gente tarda unos segundos en reaccionar y sale de la sala en silencio, un silencio de respetuoso duelo ante el cadáver que todos hemos dejado con Nina.

7 comentarios:

  1. Intrigado me has dejado y no buscaba el pareado, como he dicho anteriormente aún no la he visto.

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  2. No dejes de hacerlo pues creo que es de las que hay que ver en pantalla grande luego nos cuentas.
    Un abrazo

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  3. Voy este domingo a verla... pasaré para contrastar tus sensaciones con las mías.. las referencias que haces a Grandes de la literatura y el cine me abren aún más las ganas que ya tengo de verla. Al parecer nadie queda indiferente ante este filme... bueno, los viajes hacia adentro siempre son alucinantes y estremecedores.
    Me alegra verte por mi blog y espero mantengamos un nexo enriquecedor para ambos. Te dejo mis saludos fraternos desde el confín austral!

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  4. Hola Eva: espero que la disfrutes como yo y que luego no pienses mal de mí si no te gusta, aunque dudo que te deje indiferente.

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  5. jaj no sé. Al principio todo era maravillas al hablar de esta peli, y poco a poco van apareciendo críticas negativas. Eso si, ha dado mucho que hablar en los blogs de vosotros los cinéfilos, jaaj.

    Yo no sé qué hacer, a mi es que me gusta que en las pelis haya "un chico" jajaja. Y en esta me parece que no, no? Pero bueno, habrá que verla, sino yo si que seré el cisne negro o mas bien el patito feo que no la vio, jaaja


    Bezos.

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  6. Thiago, hermoso, que no puedes dejar de verla por una simple razón, quizás sea una de esas pelis como TIburón o TItanic que marcan un tiempo independientemente de su calidad.
    En cuanto a los cinéfilos no nos hagas mucho caso, cada película como cada libro no es sólo lo buena o mala que sea sino en qué momento le llega a cada uno. Algún día hablaré de "El libro del buen amor" y lo entenderás mejor que yo sin ejemplos soy como un jardín sin flores.
    Un abrazo

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  7. No me emocionó tanto como a ti aunque si a ratos. Y mucho. Creo que tiene grandes aciertos pero el género no es de mi agrado.

    Un abrazo

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