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lunes, 8 de julio de 2019

JULIO

 
 La vie parisienne Leo Fontan julio 1928 y 1929

O “Reflexiones irreflexivas de un exiliado domiciliario” Ante todo pongámonos al tanto. La cocina de mi casa es muy particular pues desde el 56 en que fue construida no había sido reformada. Casi una reliquia, pero aunque disfruto de las antigüedades como el que más no son precisamente agradables si vives dentro de una. A menos que seas un ratón de museo. En suma que me he visto obligado a una reforma cocinil. Me aconsejaron que me fuera los primeros diez días de casa y eso hice. Durante esos días que ocupé de diversas maneras se me han ido cosas que más reflexiones son opiniones o fotos fijas de algo. Obviamente me pilló toda la ola de calor dando vueltas derritiéndome o pelado de frio con el aire acondicionado hasta que aprendí a manejarlo.

A  vueltas con el Orgullo: he oído hablar mucho de la procedencia o no de celebrar el Orgullo lúdicamente. Mi pregunta es ¿Serán gilipollas? Dicho sea sin disculpa a posteriori. Básicamente el Orgullo se mantiene vivo y no vuelve a ser una carrera delante de los “grises” de otros tiempos, por la pasta que deja en la ciudad. Es como una paga extra para un currito,  llega fija en julio. Si a los organizadores reivindicativos y muy activos no les pones detrás unos buenos culos meneándose nadie se viene a oír unas reivindicaciones que de puro justas parecen tonterías pero que están muy lejos de serlo. Por culos más o menos a pelo, carreras de tacones, actuaciones, llena la ciudad de “ames a quien ames Madrid te ama”, que los vecinos protesten es esencial (garantiza horas de pantalla, igual que quienes se escandalizan, imprescindibles), deja que aparezcan por todas pares los arco iris y pon fiesta y esos que no vendrían a una manifestación seria (primero por estamos hartos de saber que esas manifestaciones solo sirven para dar horas de pantalla y propaganda al partido en el poder y segundo por qué sería casi un suicidio, si se tomaran la molestia de recogerla los medios se verían caras entre cinco monos y recordemos que este año han aumentado las agresiones homófobas) Lo sé por que a primeros de Septiembre los discapacitados hacemos una manifestación por el centro de Madrid, bueno empezó recorriendo una vía amplia (para quienes conozcan la ciudad Benavente-Atocha, luego nos han ido desviando y la última a la que tuve ocasión de ir tuvo lugar por los callejones estrechos donde sólo nos podían ver quienes se asomaran a los balcones ¿aparece en algún medio? No. ¿Vale para algo? No. ¿Se entera alguien de que se hace? No. Entre nosotros llegamos a plantear la posibilidad de salir en bolas, pero, es evidente que nadie quiere ver desnudo a Quasimodo (que algunos están estamos incluso con peor aspecto) Si la comunidad homotransloquesea quiere lograr algo tiene que apoyarse en la pasta, atraer gente. Inundarla de cachas medio desnudos que da gusto verlos, guiris a quien cobrar a millón la caña, por que estos, a diferencia de los bárbaros del norte (Lease alemaes) en algunas ciudades no se traen la cocacola de casa ni vienen atraídos por el alcohol barato ni por balcónes desde donde tirarse. Aquí se alimenta a las bestias sedientas del neoliberalismo que de otro modo afilarían navajas como ya hicieron y estarían dispuestos repetir.

Volveremos al Orgullo. Me declaro xenófobo totalmente pero sólo de los extranjeros ricos que pueden permitirse el viaje e invadirnos. El otro día fui al Prado, por favor, daban ganas de coger una fregona y sacarlos de allí como a las pelusas que, por cierto, estarían más interesadas en las pinturas que ellos. Fotografían las obras, sabiendo que está prohibido, los bedeles no dan abasto, cosa que es sus rubicundas o achinadas tierras no harían ni bajo tortura, te salen por todas partes, estás en una sala solo y de repente entran por las cuatro puertas cuatro excursiones de chinos/japoneses (asiáticos con pasta) cual cuatro plagas de langosta; y cuando son orientales vaya y pase, son bajitos por lo general y te dejan ver la parte de arriba de las obras pero como sean germánicos, la jibamos tia Maria, olvídate de ver nada se plantan delante del cuadro a mandar mensajitos y en el caso de los germánicos a provocar atascos.

Algo que los museos deberían estudiar es la posibilidad de prohibir la entrada a todo tipo de estudiantes hasta que acaben su periodo de formación. Sin el menor interés se diluyen en las salas pasando de todo. Eso en general jode, con perdón, pero cuando encima les ves con sus uniformes de colegios de megapago o directamente una excursión de ingleses, jode muchísimo más. Prohibirles entrar hasta que hayan acabado su formación garantiza que cuando vayan irán los que quieran y estén interesados.

Sigo aportando ideas: un delicado salón de té dedicado a las marujas gordas que solo van a cotorrerar, música suave de Bertín Osborne o el que toque y, hala, eliminado una cuarta parte del público. Item más: una sala donde poder despotricar a gusto los maridos contra las esposas que les han obligado a ir a ver ese rollo. Otra cuarta parte fuera. Ni que decir tiene que debería haber una importantísima tienda de recuerdos (a precio de oro, of course) e incluso un croma  donde pudieran posar junto al cuadro del que más hayan oído hablar. O junto a la imagen de la Reina Letizia que siempre da en pantalla. Si quieren la foto con los dos monarcas se quintuplica el precio que es el mejor modo de aumentar la demanda.

Tres cuartas partes de los visitantes fuera, y si por mi fuera tampoco permitiría entrar al Museo vestidos como cerdos, pero me abstengo para que no me llamen clasista.

En mis reflexiones irreflexivas he de seguir en el Museo por qué hay algo que siempre me conmueve, quizás es que sea un ñoño pero me llega al alma. Esa sala siempre está vacía, me refiero a la rotonda del final de la gran galería de la planta baja. Son esculturas, copias romanas de originales griegos, da igual. El caso es que hay un busto de Antinoo, perfecto en sus formas, en el pequeño gesto de sus ojos, en sus labios, pura tentación y en esos ojos vacios preludio de su destino. Aconsejo mirarle desde abajo, a la altura de estar sentado en una silla. Frontalmente se pierde ese latido por llamarlo de algun modo. Dos mil años sobre poco más o menos un chico de Bitinia destinado a pasar por el mundo sin  pena ni gloria sigue sobrecogiendo por su belleza y su historia de amor prohibido. En el silencio de esa sala y en la contemplación de esa boca las lágrimas se me han saltado más de una vez.

Baste por hoy que queda mucho exilio y mucho que reflexionar.