Aunque viví poco tiempo yo soy nacido en Andalucia,
concretamente en la Isla de San Fernando. Donde se iniciaron las Cortes de
Cádiz, cuando el resto del país estaba ocupado. Ahora que lo escribo la
historia me suena. Una pequeña aldea, de aldea nada, que resistió al invasor
con aquellos que esteros donde cayeron los gabachos como chinches, y hasta
aprendieron a hacerse tirabuzones con las bombas que les caían encima en el
sitio. La cuestión es que aunque la conozco poco –un poco Almería, Adra, la
zona del hotel de Algarrobico, y un día en Sevilla- no es conocer nada, bueno
pues siempre me he sentido de algún modo relacionado. Quizás por que la panda
de madrileños bravomurillescos de mi familia
no dejan de recordarme y tomarme el pelo con eso de haber nacido
Despeñaperros abajo; y quizás por qué algo queda de aquel tiempo corto e
infantil. Hemos tenido amigos allí hasta que el tiempo se los ha ido llevando y
conozco mil historias de cómo se vivía allá por los 40-50 no sólo en la ciudad
sino también en los campos. Para lo bueno y para lo malo algún elemento andaluz
se me ha quedado dentro.
Para seguir con lo que quería decir he de dejar claro que no
creo en el Estado de las Autonomías ni he creído nunca, menos aún en el de las
competencias transferidas, estoy seguro que tiene que haber mejores sistemas
que añadir más chupasangres de alta cuna a un país como este cuyas cunas y
cuyas camas son siempre muy bajas, es más, muy tiradas. La gestión que han
venido haciendo del tema los gobiernos centrales no ha podido ser peor, ni
queriendo. Ahora mismo imagino que los pocos amigos que me leen se están
indignando por qué estas afirmaciones. Conste que no voy contra ninguna (hijo
de gallego y madrileña, de ascendencia manchega, nacido en San Fernando y con
un posible origen navarro me queréis decir contra quien voy a ir) Si voy contra
los tópicos, los orgullos estúpidos (del tipo mi virgen es más milagrosa que la
tuya), y las fronteras personales. Recuerdo un día que en la playa llegó una
familia diciendo que era de Burgos, pero con todos los rasgos físicos y de
acentos vascos, en general se les hizo el vacío, claro que llegar diciendo que
el Mediterráneo no es un mar sino una charca tampoco fue una buena tarjeta de
visita. Como descargo, diré que eran los peores tiempos de los atentados y
pocos días antes habíamos tenido uno en el pueblo. A ese tipo de fronteras es a
lo que me opongo.
Ahora resulta que de nuevo a los andaluces les toca ser el
reducto de resistencia, y campo de pruebas, y yo que me alegro. En realidad lo
único que quería era responder a quienes andan diciendo que no entienden como
con la situación que tienen, la corrupción, etc siguen votando inamovibles a
los mismos. ¡Que bonita es la ignorancia! Por favor, echen un ojo a la historia
y vean como se ha vivido allí. Hay una imagen de los años 10-20 de un campo andaluz con sus
jornaleros doblados trabajando, y un “capataz” a caballo supervisando con una
escopeta. Imagino que no será el único lugar en que se han vivido escenas
semejantes, pero quizás sí el único en que el lujo se derramaba en desparrames
elitistas, frente a esa misma realidad latifundista. Seguro que no es el único
motivo, seguro que hay algunos menos limpios y menos claros, que hay
chanchullos, faltaría más, pero esa base antropológica sigue ahí. La figura del
señorito, del cacique –que en todas partes hubo- de esa turbiedad de la falsa
alegría que, a veces se destila sigue ahí. Una pequeña historia ilustra lo que
quiero decir, una querida amiga nos contaba como su hermana era buena costurera
usando como acreditación que hasta la Señorita lo había comentado, el ciclo se
cierra con la señorita pagando la dote o como se llame para el ingreso de la
hermana y del hermano la Santa Madre Iglesia, el círculo se cerraba y no por
qué fuera mejor o peor costurera sino por la sumisión que la familia demostrara
cuando, por ejemplo, la hija costurera estuvo viviendo meses en la casa
solariega bordando un ajuar. El orgullo de nuestra amiga no era pensar en el
mérito del trabajo de su hermana sino en el hecho de que lo había dicho la
Señorita. Ahí tienen, mezclado en la sangre, el suelo que tardará generaciones
en desaparecer y que impedirá que los herederos de aquellos señoritos lleguen
al poder, legalmente, claro.
Estoy seguro de que estos puntos deberían desarrollarse más,
y poner nombres que nadie quiere leer, pero reconozco que no tengo la
suficiente formación como para profundizar más, lo mío es Japón, ya sabéis.