Como no podía ser menos, Francia ha marcado tendencia e historia con la ceremonia de inauguración de esa reunión de cachas mimados y dopados legalmente, de hombres de negocios frotándose las patitas y demás ídolos de masas llamada "juegos olímpicos". Naturalmente Francia, a diferencia de nosotros, se ama a sí misma no sin razón y convirtió la hipócrita celebración en un acto de glorificación nacional. No se pararon en barras a la hora de poner reinas decapitadas en los balcones o últimas cenas dragg. Primero, la grandeza de Francia. Luego, otras consideraciones muy menores. Que envidia me ha dado siempre nuestro vecino del norte. Además, y para ulteriores copias, cabría decir que una ceremonia de ese calibre sólo la puede hacer París, y si alguna otra ciudad lo intenta hará el ridículo.
El sr. Feijoo en vista de todo esto ha exigido la dimisión de Pedro Sanchez