El calendario de Grasset se titula "La bella jardinera", titulo que había olvidado mencionar el mes pasado. Las últimas flores se cortan mientras que los árboles ya pelados nos dan la clave. La delicadeza de la dama en su trabajo y ese aire como de vidriera nos dice mucho de su tiempo y de su estética.
"Dichoso mes que empieza con los Santos y termina con Andrés" decían en los campos cuando los santos eran aún referencias temporales. Pues sí, promete este noviembre. No sólo por que parece que el otoño ha caido de golpe sobre nosotros, vivo en una zona extremadamente arbolada y en menos de cuarenta y ocho horas hemos pasado del verde más lujuriante (es un decir) a una capa de otoño amarronada, amarilla, dorada, en fin, el otoño ya sabemos que es cuando el año luce su más variada paleta de colores. Parece que también va a caer no sólo el otoño sino algo así como el diluvio con las tan esperadas lluvias. Por lo demás ya nos ha caído el gordo, como ya sabéis a lo que me refiero no sigo por ahí.
Hemos empezado con huesos de santo y visitas a cementerios. Bueno, de esto ya hablé el año pasado así que tampoco voy por ahí, o si. Veamos. Si observaramos el cementerio como un terrario y a los especímenes que los visitan así como la relación de estos con la muerte, o mejor, con sus difuntos, nos encontraríamos con una deliciosa comedia o mejor dicho, farsa. Sobre todo por estas fechas. Hay que ser un poco cínico para hacerlo y también tener un pelín de mala leche; pero valdría la pena. Curioso que en España entendamos que la flor es para los muertos, el porcentaje de la venta de flores anual que se produce en torno a estos días es desmedido. Seguramente seguido por el día de la Santa Madre, por aquello de no quebrarse los sesos, y el de los enamorados, "por pura cursilería" diría el cínico, "por ver si cae" diría el zoologo.En cualquier caso es curioso que la flor, vida por excelencia aquí la reduzcamos al culto social a los muertos.
Sé que no me lo vais a creer pero en menos de un km a la redonda desde donde escribo hay tres cementerios y es cosa de ver la cutrez extrema de los tenderetes de flores, la cara de vinagre que tienen los conductores que entran y, estos días de atrás, la discontinua pero coherente, procesión de señoras con fregonas, frascos de limpiadores, y hasta cepillos de raíces. Cuidadoras a sueldo de tumbas que sólo han de estar presentables para estas fechas. Otro día y con más calma hablaré de los lutos. Que eso da para una enciclopedia en verso alejandrino.
Otro asunto, ayer, aunque la foto es de hoy, cuando todavía las telarañas de Halloween colgaban por todas partes, ya está aquí la Navidad. Ya es Navidad en el Corte Inglés. A ver. Que quienes han seguido con mayor o menor atención este blog saben que me encanta la Navidad y sus parafernalias, reyertas familiares incluídas, pero estar comprando el mismo día un Papá Noel para colgar del arbol de Navidad y comiendo huesos de santo me parece un exceso desde luego de mercantilismo pero también de mal gusto, y por encima de todo de una falta de respeto al ritmo del año. Sí, puede que sea una tontería pero el año lleva su ritmo y noviembre es mes sereno de castañas y de ir planificando el invierno, Navidad incluida. Luego vendrá diciembre y es mes animado y enredoso aunque tengas todo perfectamente organizado: que si el puente de la Concha, que si el Sorteo, que sí "a mi cuñado tengo que rajarle" que "si "esa" no sabe guisar", que si llevar los niños a Cortilandia, que si "y yo con estos pelos", que si tomar unas cañas más al salir del trabajo, que si comprobar que alguien se ha comido todos los turrones y hay que comprar aprisa y corriendo. Pero eso es diciembre, por favor, noviembre es otro ritmo y romperlo en aras de un comercialismo estúpido que no puede esperar ni dos días entre campaña y campaña me parece mala señal de la salud mental de la sociedad. Luego las Rebajas adelantadas al día dos, a toda prisa que hay que lanzar la de San Valentín que se superpone con las Segundas Rebajas, el Dia de Padre, los viajes-puente, y la llegada de la Primavera allá por el dos de febrero. Y el uno de agosto, justo cuando se acaba la de venta de cosas para las vacaciones de verano, la vuelta al cole. Acabaremos con la campaña de vuelta al cole en marzo, y la de Navidad en mayo.
Noviembre es, debería ser, apacible, lluvioso, de planes, de castañas calentitas. Una tarde de fin de semana de noviembre como esta debería estar estructurada en torno a una taza de té, café, o lo que sea, el capricho de algún dulce y un par de amigos o parientes, en su defecto, una buena película, y con un boli al lado por si se nos ocurre algo que regalar en Navidad. Eso es noviembre. O debería serlo.