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viernes, 30 de noviembre de 2018

Ni al que asó la manteca

 
Desde hace algunos meses en un paraíso de desinformación, y resulta de lo más relajante. Sin embargo, por aquello de que se está en el mundo y de que quiere uno saber si ponerse una o cuatro camisetas conecto mientras tomo mi dosis mañanera de medicinas de abuelo para enterarme del tiempo del día. Después de ver llegar a Trump al poder, de las sentencias varias, del Brexit y del "encuentro" River-Boca uno ya se cree preparado para todo. Y, sin embargo, no lo estoy. Esta mañana con mi café con leche en la mano casi me da un esparavás y un tarantantan, un poncio y un soponcio, todo junto: el partido "más peligroso del mundo" que es de un país al otro lado del mismo mundo, el mismo partido que ha sido suspendido dos veces por los incidentes graves ocurridos se va a jugar en Madrid el día 9.
"España es el país con mayor colonia argentina". Mejor, o peor, me lo pones.
Un par de preguntas: ¿a quien se le ocurrió la "genialidad" ? y ¿Quién y cuanto se embolsa el mismo?
Es que si no es por esa razón es todavía peor pues supondría que estamos bajo las botas azules o rojas de la peor manada de estúpidos que recuerdan los siglos (y de otra cosa no pero de estúpidos anda la historia sobradísima). Simplemente:
-Considerando que estamos en nivel cuatro de alerta antiterrorista
-Considerando que vive aquí la mayor colonia de argentinos, polarizados como allá, imagino.
-Considerando que los demás países se han escaqueado hábilmente (Inglaterra es perfecto: están acostumbrados a sus animales de estadio), por algo será.
-Considerando que Madrid vive estos días del 6 al 9 el único o uno de los pocos puentes en que no se vacía sino se rebosa, compras de Navidad etc.
-Considerando que el alcohol sigue siendo de venta libre y que el porcentaje de hinchas en "estado de embriaguez" (borrachos, vamos) concentrados en pleno cogollo madrileño no es posible de calcular.
-Considerando la larga tradición ultra que siempre hay, o ha habido, en torno a los estadios de los dos Madrids y lo creciditos que están estos.
¿Nadie se ha dado cuenta de que ese partido aquí, ese día, es como llamar a la catástrofe? Pintar una diana para que apunten bien y acabamos antes, joder. Pues eso, que si no es por que alguien se lo lleva muerto, es casi un suicidio (exagero, pero poco) que ese enfrentamiento ocurra aquí y ahora.
EL problema universal ahora que tanto se habla de vida inteligente en el universo, de inteligencia artificial etc tiene una derivada interesante: ¿Hay vida inteligente?

viernes, 23 de noviembre de 2018

EN EXTINCIÓN: LAS IDEAS


 Sí, las ideas; y es algo alarmante en grado sumo. Veamos: sin estudiar a fondo la cartelera madrileña ya nos encontramos con estos títulos que no sólo no son nuevas obras sino que, por si fuera poco, ni siquiera responden a nuestros patrones culturales. Suena muy pedante dicho así pero ¿realmente hay algo que nos vincule personal y/o colectivamente con alguna de estas historias por demás sabidas? Sin embargo, me atrevería a decir que hay algo peor que es cuando "vamos de listos" y montamos, montan los profesionales algo con pretensiones, entonces acudimos a aglutinar en un solo espectáculo las canciones de Mecano o de Manolo Escobar. Teatro "de texto" poco y predominantemente extranjero, nada malo hay en ello, desde luego pero ¿no seria algo, como mínimo, coherente dar espacio al dramaturgo español, no por español sino por responder al teatro como espejo del mundo y, perdónenme y aunque sea un clásico a mí sigue sin importarme si a Electra le sienta bien el luto o le produce flatos? ¿Hay algo peor?, sí. Un llameante "sí" que es lo que se podría llamar "el chicle mascado". Verbigratia: "La venganza de don Mendo" y "La venganza de la Petra" (obras en sí mismas interesantes por no exagerar) pero que todos los santos años se reponen una y otra y otra y otra vez.
 
No sería tan alarmante si nos limitamos a mirar el panorama español pues la cobardía propia del empresariado de cualquier campo es tradicional traba para casi todo, pero es que mirando afuera nos encontramos con cosas como "Ha nacido una estrella" que ya ha sido filmada con esta cuatro veces que yo sepa, la original con poca o ninguna música, la inolvidable de Judy Garland dirigida por Vicente Minelli y la perfectamente olvidable, es más, conveniente para olvidar, de la Gran Barbra Streisand y ahora ésta. La creación occidental, al menos lo que conozco, es un noventa por ciento "versionar", "adaptar", "poner al día". Fastuoso: poner al día a Shakesperare o a Lope, cualquier día vemos a Hamlet cantando el rock de la cárcel o doña Inés cantando la chica yeyé en "aggiornamento" vintage.
 



Para ir acabando el panorama de exterminio de las ideas nos queda lo que podríamos llamar "el refrito". Definición: cójase una idea ajena y exitosa y copia, "benditos sean mis plagiarios por que ellos heredarán mis defectos" dijo alguien. Léase: "The ring" terror nipón en estado puro con el pulso que siempre ha tenido el cine japonés y que no es precisamente el occidental, por eso asusta tanto (que en este caso de eso se trata ¿no?) y la versionamos quitándole las aristas y/o "adaptando". El fruto es una "cosa" que pierde su médula conservando un cascarón ortodoxo. "Un funeral de muerte", "Una boda de muerte" o "El experimento" son ejemplos de las carnicerías que se hacen con los originales. Duele literalmente la versión yanky de "El experimento" a la que se le arrebata miserablemente el potencial explosivo de su contenido a nivel intelectual.
En fin señores que o viene el movimiento ecológico para salvar la especie o vayamos rezando fúnebres oraciones por las ideas perdidas.

domingo, 18 de noviembre de 2018

Noviembre

Leo Fontan Noviembre 1924
 
Hoy hace día de Noviembre: gris, medio lluvioso y desapacible.  Sólo algunos árboles nos deslumbran con un amarillo del que parece nacer toda luz. Lo demás está lleno de esa palabra tan hermosa, quizás la más bella del diccionario, "melancolía".
Me pregunto por que el humano, por lo menos en occidente, tiene tanto afán de huir. Sí, ahora toca huir de esa añoranza por el año que se nos va, del que esperábamos tanto y que ha sido como todos, quizás un poco peor, quizás hay un sollozo dentro de cada uno que no se ha llorado y que es la huella que nos va a dejar este 2018. En lugar de vivirlo, de saber donde estamos, salimos corriendo: que si el puente de Todos los Santos, que si el puente de la Almudena, que si planeamos el viaducto de la Constitución. Huir como sea pero ¿a donde? "A la playa a tomar el sol" con estos tiempos de lluvias, buena idea, "Al pueblo a recargar pilas", de bar en bar o como diría la copla, de mostrador en mostrador,  "A París (Londres, Roma o cosa parecida) que no lo conozco", ni lo conocerás con cuatro días que se quedan en tres, eso sí vendrás con un montón de selfies que acabarás perdiendo en algún trasiego informático. En el fondo sabemos, creo que todos, pero quizás haya alguien que no, que de lo que queremos huir es de nosotros mismos. Sin embargo, los trabajos forzados los llevamos como las rejas en el alma o como queramos llamarlo, llevamos nuestra cárcel o nuestro campo de trabajo, dentro y allá donde vayamos nos lo llevamos.
No sólo huimos espacialmente sino que cada vez más lo hacemos temporalmente. Acabo de ver una vivienda con las luces de Navidad encendidas. Por más navideño que sea uno, y lo soy, es pronto, si no para ponerlas, si para encenderlas. Ya sé que mucha culpa de todo eso la tiene el nauseabundo sistema comercial que antes de Nochevieja está promocionando San Valentín. Pero creo que no es sólo eso, ojalá, no. Es igual con el espacio, tratar de huir hacia un tiempo por llegar esperando encontrar lo que no encontramos en este, dejando este tiempo, este noviembre lluvioso y melancólico, vacío, como lo estará la Navidad pues ya estaremos pensando cuantos puentes trae el 19, y San Valentín pues ya estaremos buscando donde apiñarnos en San José o en Semana Santa, y Semana Santa pues estaremos contando los días que nos quedan para las vacaciones de verano, esas que deseamos ardientemente para "desconectar" (cargando con todo el aparateo informático) y para "cargar pilas". Ni en tiempo ni en espacio deja uno de llevar su propia cárcel pero nos engañamos lanzándonos como posesos a vivir hoy y aquí un mañana allí a ver si así logramos no enterarnos de cuales son nuestras rejas y seguir "desconectando". Lo peor es que ni nos paramos a ver en donde y en cuando estoy. Hoy es un hermoso y tópico día de noviembre pero ya comemos roscón de reyes y tenemos las luces de Navidad puestas. Una tía mía (mi familia fue corta siempre, pero ahora lo es mucho más, y siempre ha dado mucho juego) ponía el Misterio, no era muy de decorar, en Nochebuena y lo quitaba antes de cenar del día de Navidad, su cabeza ya estaba en rebajas de enero.
Feliz melancólico noviembre.


sábado, 3 de noviembre de 2018

EN EXTINCIÓN: LO QUE DE HUMANO TIENE EL HUMANO

Últimamente estoy oyendo mucho, demasiado, a personas de todas las edades "yo paso de esto, de aquello o de lo otro". No tendría importancia si se hablara de comer lechugas o bocatas de calamares, pero no. Normalmente se "pasa" de digamos "cosas" a falta de mejor nombre relativas a las relaciones humanas. Detesto acudir a ejemplos constantemente pero en muchos casos para muestra vale un botón, recogeré algunos "paso de". "Paso de ir a los cementerios" (y de cualquier forma de recuerdo de éstos en fechas clave), "paso de hacer regalos, les doy el dinero y que se apañen" (traducción: me importan tan poco que con tirarles el dinero a la cara, vale) "Paso de felicitar" (vamos que me da igual que cumplas años o que te mueras) (lo de "paso de la Navidad" lo he tratado en otros momentos) "paso de ir a ver a alguien al hospital" (voy a perder el tiempo y encima puedo salir contagiado con ébola) "paso de él/ella" (me da igual que exista, y si tiene un problema, mayor motivo). De acuerdo, pasan, comprendido pero ¿con que llenan esos huecos?
A ver si soy capaz de explicarme. El hombre es un animal político (más bien animal) es decir animal que vive en la "polis", la comunidad. A lo largo de milenios se han establecido rituales especialmente para recordárnoslo de las Panateneas al Carnaval, de las Lupercales a Semana Santa, todas y cada una de esas celebraciones buscan unir al grupo. Para unir al clan surgen otras celebraciones menores, cumpleaños por ejemplo, felicitar son dos palabras por teléfono "Feliz Cumpleaños" que significan que te tienen o les tienes presentes en sus/nuestros afectos aunque se esté al otro lado del mundo. Muy bien, pasan, y ¿con que pieza de su vida se unen al grupo? por que, se me olvidaba, también se "pasa" de la puntualidad y hasta de cumplir la palabra dada, acudir a una cita por ejemplo, (a menos que haya un beneficio material inmediato del tipo "están noche cae") ¿Dónde está los sustitutos de esos vínculos (el alcohol y los abusos no cuentan)?
Los días para ellos son todos iguales, nada destaca, en términos marinos no tienen noray para echar el cabo, los que trabajan por que ya da igual siempre estás al servicio del Amo/empresa, cuestión de móviles, y los que no por eso mismo. Lo que sustituye a aquello de lo que ahora se "pasa" ¿es simplemente el vacío de la rutina anodina sin rupturas salvo la de huir enloquecidos a las playas en cuanto hay dos días festivos, para seguir haciendo lo mismo?
En el fondo, en ese canto a la libertad o al cansancio no es más que indiferencia hacia el otro o, lo que viene siendo peor, depreciación de la propia vida negándose a celebrar (y con esto no me refiero a montar grades cosas sino esas pequeñeces de poner una vela, coger un teléfono) que se sigue vivo, quizás ellos ya no lo estén