Por supuesto el sr. Saco tiene todo el derecho a pensar lo que le salga de las narices. Eso es obvio, pero cuando se tiene una voz pública debería medir sus palabras, más que nada por que los demás también tienen derecho a no conocer su opinión. No me vale el "que no miren" pues aunque nada me interesa menos que la opinión de un plumilla sobre la religión me la he encontrado echando un ojo al periódico, vamos, que me la han tirado a la cara.
Personalmente en nada me afecta lo que nadie y menos un tribulete de pacotilla pueda decir sobre mis creencias por demás heterodoxas para salir en los papeles y vender más libros. Dicho esto, estos "ateillos militantes", tanto o más beligerantes que los "iluminados" religiosos, tal fue el caso del gran Severo Ochoa, lo que demuestra que la actitud de apostolado ateo no depende de la formación deberían pensar que al ser personajes públicos hay gentes que les toman de referencia y que hay muchas personas a las que la religión les mantiene vivos emocionalmente. La vida juega al boxeo con todos y para quienes tienen el privilegio de la fe y su situación es límite (algo que ni nuestro nobel ni el sr. Saco parecen haber conocido) la religión es su único consuelo y esperanza. Me pregunto qué derecho tienen a socavar desde su supuesta autoridad ese pilar existencial pues no todos los creyentes tienen la formación suficiente como para no dejarse influir.
Además, si cualquier cosa o religión ayuda a las personas no debería jamás cuestionarse. Eso no quita que la gestión humana de cualquier religión sea nefasta. Pero no deberían atacarse las religiones pues ayudan a muchos creyentes y menos desde tribunas públicas. Con esas actitudes se igualan a los inquisidores y a iluminados.