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jueves, 27 de diciembre de 2018

CUENTO DE NAVIDAD 2018 (2º) "EL CHOCOLATE"

 
Mañana del día de Navidad. Me levanto sigiloso, me afeito apurado,  como a él le gusta, ducha rápida y a la cocina. Empiezo a preparar el chocolate artesanalmente, como toda la vida he visto hacer, sacando finas virutas con un cuchillo y paciencia, canela, espeso. Enciendo la freidora para preparar unos churros congelados y mientras se calienta y antes de seguir adelante me atuso, me peino y perfumo, ese perfume tan caro que me regaló el año pasado. Me pongo el pijama rojo y el batín de seda. Me quito el pijama y me aseguro de que el cinturón del batín quede en el sitio adecuado. Enciendo las luces del árbol y compruebo por vigésima vez los lazos de los regalos, lo reconozco: soy un pelmazo con los envoltorios. Un buen envoltorio es casi medio regalo, es tiempo que alguien ha dedicado a ese lazo, ese rizo o esa etiqueta para ti. Aun no ha levantado el día por completo y me parece que va a haber niebla. “Mañanita de niebla tarde de paseo”. Nunca nieva en Navidad, cualquier otro día, pero nunca en Navidad. Una sola vez, de niño, de vuelta de ver el Nacimiento del Asilo de San Rafael, ya de  noche, y cuatro copos mal contados. Espera que no sea una tarde de paseo sino de lluvias y pasarla con él acurrucado en sus rodillas, comiendo nueces y viendo “¡Que bello es vivir!"; los teléfonos ya están desconectados desde anoche, los ordenadores, cerrados y sin más luces que las del árbol, cada año más horteras, desbordando las ramas y trepando por los visillos. Disfruta como un crío poniéndolas con esa energía de la edad. A mí, más formal, me corresponde el Nacimiento con su río para el que nunca le alcanzan los ahorros e improviso de cualquier manera, las ovejas, siempre con las patas demasiado juntas y que hay que ir apoyando en piedrecitas o musgos para que no se caigan y parezcan una masacre lobuna; los ángeles, sí, esos que no hay forma de fijar hasta que se encuentra el equilibrio y que hay que colocar mil veces pues al rozar el soporte caen en tropel. Me gustan esos ángeles, son nuevos, de una especie de plástico pero se les ve desgastados, como si fueran parte de la otra caída masiva de ángeles; la estrella pidiendo a gritos la jubilación y los Reyes Magos que vamos acercando cada día un paso, como hacíamos de niños. Cada vez menos luces y más ángeles. Anoche, a última hora colocamos al niño en su cunita poco evangélica, sin duda, pero indispensable para nosotros. Al hacerlo nuestras manos se rozaron primero y se entrelazaron después, muy fuerte con el conocido nudo en la garganta de una desesperanza común. Acabaré llorando si lo sigo pensando. Levantamos la copa y nos deseamos una feliz Navidad. Como siempre él puso “El Mesías” y nos sentamos a oírlo aun con las manos cogidas y las lágrimas colgando de sus largas pestañas negras. Yo prefiero los villancicos de zambomba y marimorenas varias pero él es un melómano exquisito, algo que admiro, aunque no entiendo de la misa la media. Ah, sabía que se me estaba olvidando algo, el detalle que casi se me escapa y eso que lo dejé preparado anoche, Adeste fidelis, su villancico favorito (para mí si no hay peces en el río no hay villancico, la verdad) ¿Qué más nos hace falta? Nadie, no, nadie más nos hace falta. Ya he esperado demasiadas navidades en vano a amigos y familiares, al menos un “vente a cenar”. No, no necesitamos a nadie más. Familia y trastos viejos, pocos y lejos, lejísimos, ya que nos ponemos. ¿Listo todo? ¿le hará gracia que aparezca con el espantoso tanga de leopardo que me regaló bajo el batín o me preferirá a pelo? No correré riesgos. A ver: las jícaras, los churros, las servilletas con Papás Noeles bordados, y el centrito con una ramita de acebo. Vamos allá. ¿Será posible? Se me ha olvidado encender el fuego? ¿en qué estaré pensando? Pues en él. ¿En qué voy a pensar? tengo cada cosa que… Ahora se enfriarán los churros. A ver si hoy con la fiesta se anima a levantarse, hace un par de días que está apagado, todo el día en la cama. Me preocupa que haya pillado algo. ¿Cuándo me dejará?, dice que nunca pero yo sé que sí. Demasiada diferencia de edad, cierto que apenas son dos años, sí, pero lo suficiente para cambiar de dígito. De “está a punto de cumplir los treinta” a “ya va a cumplir treintaiuno. Parecen sólo palabras, pero no lo son. Apenas puedo vivir con esa angustia de no saber si cuando llegue a casa ya se habrá marchado dejando una nota, o escuchar ese “tenemos que hablar” que viene a ser el “ahí te quedas” pero en papel de regalo. Claro que me va a dejar. Ya lo han hecho muchas veces pero no soporto la idea de que él, precisamente él, me abandone. Me ahogo sólo de pensarlo. Que me deja es inevitable e intento ir haciéndome a la idea pero no creo que pueda soportarlo. No de él. Sabía que no debía volver a enamorarme y menos de él, que debía huirle. Un mal presagio apenas le vi. Sabía que no podría soportar su abandono y mucho menos aun su ausencia pero no supe, no pude o no quise defenderme. Me dejé atrapar, los dos nos dejamos atrapar en la maldita telaraña del amor y ahora él no encuentra el modo de escapar ni yo el de hacérselo más fácil pues no sabré sobrevivir cuando se vaya. No quiero que se vaya, no me importan los cuernos que pondrá. Me quiero engañar y tampoco sé. Cuando me engañe me desesperaré y morderé la almohada para que no me oiga llorar. Será un dolor que apenas puedo imaginar, y no será por qué no me hayan cornamentado veces, pero que lo vaya a hacer él, si es que no lo está haciendo ya es peor, infinitamente peor y aun así, no es nada al lado de la sola idea, de la certeza de que se va a ir. No, no podré soportarlo, me volveré loco o le seguiré mendigando una mirada, una sonrisa o, mejor, me tiraré al metro y así no tendré que  saberle en los brazos de otro, en la cama de otro, con su piel acariciada por otras manos. Me vuelvo a engañar. Jamás tendré ni el valor para suicidarme ni la mala intención como para que se sintiera responsable, y soy demasiado orgulloso para perseguirle, me quedaré arrinconado, como un juguete del que sea cansado. Callado, fingiendo aceptar lo que no puedo, lo que nunca podré. Así ocurrirá, la cuestión es cuando. ¿Cuántos días, semanas, meses, años quizás, me quedan de felicidad? Sólo puedo intentar disfrutar el día a día a su lado, a su sombra, a su amparo y su calor. Hoy no se irá, no me haría eso en Navidad pero ¿y mañana? ¿y al otro? Me ahogo al imaginar esta casa sin él, me ahogo. No, sé que no lo soportaré. He de agarrarme a que hoy no se irá, todavía hoy es mío, todavía hoy me ha elegido, pero ¿y si cambia de idea? ¿y si le llama el otro y decide marcharse hoy?. No podré soportarlo. Es una mera idea y ya no puedo. Mírale, duerme tan tranquilo que mejor no le despierto. Le dejaré dormir. Mientras duerme, aunque sueñe con el otro (¡Dios no me permitas inaginar esos sueños!) está aquí, conmigo. Le esperaré leyendo a lado del árbol. El hambre le despertará. Sí, le esperaré leyendo, como cada año “Canción de Navidad”. Quitaré la música no vaya a despertarle. Ojalá ya estuviera en pie. No puedo con esta angustia, no aguantaré mucho tiempo. Veamos: “Marley había muerto para empezar”, esto es volver a pisar terreno firme, “Marley había muerto para empezar”. Nada como la serenidad de la letra impresa, digan lo que digan los modernos.

            (A media luz en el dormitorio el rigor mortis ya ha empezado en el cuerpo de un hombre estrangulado junto a unas maletas y un único pasaje de avión para esa mañana del día de Navidad)


domingo, 23 de diciembre de 2018

CUENTO DE NAVIDAD 2018: EL CALDO

 Creo que uno de los pocos días en que en este país estamos todos pendientes de lo mismo es el 22 de diciembre y su sorteo de lotería. La mayoría jugamos sólo en este sorteo, pero por que hay más tradición que esperanza de salir de pobre. Es un bello acto socio familiar, tan absurdo como todos pero tan entrañable como muchos. Hay algo más: los niños de San Ildefonso con su campanilleo cantarín vienen a equivaler al chupinazo o al banderazo de salida: Llegó navidad y como tal queda inaugurada. Quienes miramos las calorías nos sentimos ya con bula y nos lanzamos ávidos como zombis sobre los frutos prohibidos. Los demás contamos los días de que disponemos para lo que sea: comprar regalos, ir a ver a la tía Liboriana a la residencia o llevar a los niños a ver tal o cual Nacimiento célebre. Vamos que queda inaugurada esta Navidad del 18
 "Y tampoco me ha tocado nadaaaaaaaaaa"
 
 Normalmente el Cuento de Navidad anual suele llevar entrada aparte pero, como a tanta gente me ha pillado el toro y no tengo días para que llegue antes de Nochebuena así que aquí va.
Ante todo una dedicatoria: a las Lolas, Carmenes, Maripepas, Engracias y demás que tanto se esfuerzan por "entonarnos el estómago" en estos días resacosos.

COMIDA DE NAVIDAD: (EL CALDO)

 

Paréntesis localista: he vivido siempre en Madrid así que aunque me figuro que, sobre poco más o menos en todas partes habrá platos con las mismas historias este relato va sobre ese caldito al que los madrileños parecen venerar.

            Doña Maria de los Dolores, Lalola para los amigos, se ha levantado temprano el día de Navidad para hacer su famoso caldo que, dicen, resucita a un muerto, pero que es mucho más útil en su otra cualidad de asentar estómagos resacosos. Las malas lenguas decimos que una vez que ha entrado El Caldo en el cuerpo éste tiene que dedicarse por completo a digerirlo no pudiendo perder energías en  resacas y otras frivolidades, pero eso sólo lo decimos las lenguas maledicentes que hemos probado El Caldo (permítaseme el nombre propio) o alguna rebanada de él al menos. Hace quince años y aun se me viene a la boca su densidad. Conste, sin embargo, que sólo lo decimos las lenguas viperinas, bueno, para ser sinceros no nos atrevemos a decirlo, lo pensamos o, como mucho, lo susurramos asegurándonos bien de que nadie nos oiga. Que seamos venenosas no implica necesariamente un suicidio socio-familiar. El Caldo de la mañana de Navidad es tan sagrado como el Niño Dios, de hecho, más pues siempre acaba estorbando para colocar la bandeja de langostinos y se le arrincona de cualquier manera. Da igual que vendieras tu alma al mismísimo Belcebú por café, un humilde cafelito con su tacita, aunque fuera sin azúcar y aunque la taza no tenga asa y te abrasases los dedos, da igual, por más que intentes llegar a él colándote por los más secretos resquicios de la cocina Lalola acaba plantándote un tazón de medio litro de El Caldo con el que no te abrasas los dedos sino la mano entera. Y es que Lalola tiene un peculiar concepto de la temperatura, para ella “un caldito calentito” está dos grados por debajo de provocar un incendio; y también es peculiar su idea del aparato digestivo pues la frase termina con “entona el estómago”. Según ella nada mejor para “bajar” el cordero, los langostinos, el jamón y demás entrantes de la cena que aun andan bailando la conga en tu aparato digestivo que un “caldito” hirviente y con tres o cuatro de grasa visible. Mas como Lalola es de buen corazón te echa una mano con el mantra de “y con esto ya te quedas nuevo” y añade un buen chorro de vino que, si bien no a evitar el bombazo de El Caldo en tu estómago, al menos evita que el esófago sufra quemaduras de tercer grado y, además, si no te quita la resaca inicia (retoma más bien) la cogorza navideña. Y tú sólo querías una dosis de cafeína.

            Si eres un poco hábil es posible que entre los parientes dispuestos a seguir alimentando la melopea de la Nochebuena con tres o cuatro cervezas, te escapes y logres hacerte con tu añorada dosis que, al llegar a las capas de grasas en guerra a muerte con los jugos gástricos, rebota con muy variadas consecuencias, sobre todo cuando te meten poco menos que a punta de pistola dos cañas y una tapa de chorizo picante de dudosa procedencia o de pimientos de Padrón que “unos pican e outros…” también. Se vuelve a casa medio arrastrando a la abuela centenaria que clama por un quinto vermut y lo que uno se encuentra apenas ha puesto el pie en el piso es con una tacita de El Caldo “para entrar en calor”. La voz de Lalola se alza: “ a ver, hoy se come de sobras, que anoche no me comisteis ná. Hala, a la mesa. Un par de horas después por fin estamos todos sentados delante de “las sobras” de anoche, con las que podría alimentarse a un escuadrón de infantería, a las que hay que añadir el cocido con sus tres vuelcos causante, culpable más bien, de El Caldo. Lalola, siempre cargada de buenas intenciones anuncia que para “entonar el estómago” ha preparado una sopita de fideos con lo que quedaba de El Caldo.
 
En fin que como siempre y de todo corazón os deseo a todos una muy feliz Navidad


jueves, 20 de diciembre de 2018

CONTRA LA NAVIDAD


Quienes me hayan hecho el honor de seguirme durante estos años se sorprenderán de que encabece esta entrada con semejante cabecera pues siempre me he considerado el Espíritu de la Navidad Presente de incognito. Lo cierto es que en eso no he cambiado, lo único que ha cambiado es que se me ha ocurrido prestar atención al entorno (¡que error, que gran error!) y resulta que la Navidad es una de las épocas más odiadas del año. A nadie le gusta y la reciben con cara y ladridos de perro peligroso. A unos por que se lo pasaron tan bien de niños y jóvenes y resulta que ya no lo son y por tanto quienes se lo hacían pasar bien, padres y abuelos, ya no están pues han decidido amargar la vida navideña a todo el que pueden, ¿recursos? llantos, nostalgias, menciones intempestivas. Otros simplemente es que se ven obligado a tratar con personajes de la familia que no les caen bien o directamente odian a muerte (Nochebuena es la noche en que más veces interviene la policía por reyertas familiares, ah, y la que tiene más infartos) y como ellos están fastidiados, por ser finos y no decir jodidos, han decidido que los demás también por sus... ¿Recursos? puyazos, cosas que se podrían definir como "yo la tengo más grande" (ya que me he puesto basto) y eso va del coche, a las notas de los niños, esperando que citando templando y mandando el odiado entre por uvas y se le tire al cuello, claro que el otro está en el mismo juego. Dos gallos que se creen de pelea y, normalmente, son pajarracos desplumados que son inofensivos hasta que entra en juego el Gran Enemigo: el alcohol. Ahí, como si se menciona al eterno rival futbolístico, ya no se puede responder de los pajarracos no tiren de cuchillo jamonero.
Otros se quejan de que son fechas en que hay que consumir por obligación y estar contento por obligación. Suelen decirlo mientras compran XXXX el turrón más caro del mundo y langostinos (que no se come el resto del año y que incluso puede que no les gusten) lo de estar contento se contesta solo con la cara de perro que mantienen todo el tiempo. En cuanto a lo del consumismo, nadie me ha presentado nunca al sicario que le tiene la pistola en la nuca para que compre como un loco.
Rama especial de "el consumismo por que sí" son los regalos. Por ahí si que no paso. Vamos a ver, si regalar no es para ti un placer (aunque sea el mínimo de recibir una sonrisa, o en el caso de yernos y demás, saber que otra persona lo aprecia), hay dos posibilidades: o eres un hipócrita de alto nivel o un perfecto imbécil. El regalo, y más en Navidad, no implica consumismo (no tienes que regalar visones, a menos que te la quieras llevar a la cama, pongo por caso bastante tópico) implica pensar en la persona a quien se lo vas a entregar. Uno de los regalos que mejor he recibido fue una figurita de plástico de la gorila madre del Tarzan de Disney de tres euros, y uno de los que peor un jersey que no debió ser barato de color azul marino, cuando nadie me ha visto nunca vestir ese color y no me canso de decir lo que odio a un negro que no se decide a serlo, o un paraguas de calidad y precio con el único defecto de que llevaba por entonces muletas ¿con c... esperaban que lo cogiera? Vamos,  que, sobre que tampoco tienes un sicario apuntándote, si no estás dispuesto a poner nada de ti al elegir el regalo, tampoco tienes por que hacerlo.
Argumento: todo está carísimo. Depende, oiga, depende. Yo ceno pollo asado toda mi vida en Nochebuena y Nochevieja, con sus patatitas, tomatitos, cebollitas y demás. No mariscos, ni cordero, ni lenguas de colibrí caramelizadas. Si partes de este principio te puedes permitir un caprichito del tipo salmón ahumado, unas virutas de jamón, a partir de ahí ya es, eso, consumismo y presunción.
Argumento: los niños en casa ¿con quien los dejo? No los aguanto. Y los profesores tocándose el .... Respuesta: creo que todos sabemos como no tener niños (anticonceptivos aparte está el clásico dos piedras) y si no los aguantas me temo que el problema no es de los niños ni del profesorado sino tuyo. En cualquier caso no es asunto navideño.
Argumento: que no se puede mover uno por las calles. No salgas, para empezar, o busca horas adecuadas, o compra por internet. Hace unos días con este argumento y sin que yo hubiera aportado las soluciones que acabo de mencionar, casi me matan y a unos niveles que si mantengo la amistad con esa persona es por una decisión voluntaria pues por menos se han roto amistades y hasta vínculos familiares.
Argumento triste: es que nadie ve el aspecto religioso por que ¿Quién va a misa del gallo? suelen decirlo gentes que tienen más de cipreses que de humanos y que esa noche a las nueve están en la cama. ¡Durmiendo! por que si fuera otra cosa seguro que allá arriba se sonreirían diciendo algo asi como "Estos humanos están majaretas" (hablo con el mayor respeto y cariño de los de allá arriba, sólo que no les veo echando pestes por pequeñeces) Vamos, que los primeros que no van a la misa del Gallo son ellos.
Abreviando que es gerundio y empiezo a amostazarme: si a nadie le gusta la Navidad ¿por que cojones, con perdón, la celebran? y sobre todo ¿por que no dejan de dar el coñazo, con perdón, a quienes sí la disfrutamos?
Pues eso que si no gustan las fiestas navideñas pues no lo celebren, pónganse un resumen anual de Sálvame, o de las jugadas más interesante o cenen una tortillita y acuéstense a las ocho. Hagan lo que quieran pero no las celebren y déjennos en paz.
(Y conste que no he mencionado el complejo de cenicienta)

miércoles, 12 de diciembre de 2018

YA NO HACEN FALTA DICTADORES, TENEMOS TUMBLR


Hace pocos días el mundo se me vino encima con el resultado de las elecciones andaluzas. Bueno, esas cosas pasan, importante es que no crezcan. Así empezó Hitler.
Sin embargo, un par de días después me entero de que una "cosa" (tumblr) que debe ser algo parecido a una empresa controla una enorme cantidad de material "para adultos" y que ha decidido eliminarlo, por que sí. En otras palabras, ya no necesitamos dictadores que nos digan como pensar, o como follar, tenemos algo mucho más efectivo que la Santa Inquisición. Compras, como un mercachifle trilero, toda la carga informativa o lúdica (o gran parte de ella) y la haces desaparecer sin que nada ni nadie te controle ni, al parecer, se pueda hacer nada. Si queremos es un problema menor, el sexo es solo sexo, pero ¿por que todas las dictaduras tiránicas se han empeñado en querer controlarlo? no será pues tan banal el asunto. Si dijera que soy pornoadicto o pornofilo no sería exacto. Simple aficionadillo, pero de los moscones, de los que pajarean de una a otra página cual mariposilla entontecida. Anoche, aun sin recuperarme del pasmo, se me ocurrió echar un ojo a mi archivo personal de páginas donde acudir. Es evidente que hay no pocas porno duro, que no se obliga a ver a nadie. Pero hay otras igualmente condenadas por tumblr que, si le quedara a uno una cierta capacidad de asombro, se asombraría. No pocas son imágenes simplemente de desnudo, que yo sepa la gente debajo de la ropa va desnuda, pero rizando el rizo, del desnudo se pasa a la Academia (género de aprendizaje artístico basado en el estudio del desnudo) que también  cae bajo la guillotina informática. La repera, es que no sé como decirlo de otra manera fue cuando, en una página dedicada a la representación del desnudo masculino en el arte, me encuentro a San Martín partiendo su capa con un pobre de mi venerado Greco, y un poco más abajo El martirio de San Bartolomé" de Ribera. Evidentemente había desnudo fotográfico pero de lo menos erótico que se pueda uno imaginar. ¿Qué los dibujos representaban escenas más o menos fuertes eróticamente hablando, puede pero desde el s. XIX ¿a alguien se le levanta ante un dibujo? No es una expresión acertada, pero todo lo que se pueda pintar o dibujar se ve mejor en foto. La pintura, la escultura y el dibujo no pueden ser ya portadoras de cargas de profundidad sexuales. La técnica, la expresión, en fin, todo lo que lleva el aprendizaje artístico anula tal carga. Si no fuera para llorar sería para reír pero en esas páginas se están censurando (robándolas de la contemplación) incluso imágenes de Cristo en la Cruz. Sin contar con los dibujos, grabados, etc, sí claramente eróticos pero no por ello menos valioso como trabajo artístico. Ettienne, Tom de Finlandia, Mike Karcel, y cientos mas (millones si contamos con la producción japonesa como la de Gengoroh Tagane) van a ser borradas de un plumazo. Ya sé que no del todo, ya sé que hay demasiado dinero en el porno como para que se pierda, pero... A título de ejemplo, todos sabemos que el David de Miguel Ángel está gloriosamente desnudo (para repateo de envidia de los mortales masculinos) pues cuando yo estudié los primeros cursos, ojo, de Historia del Arte, el bueno de David llevaba una hoja de parra muy púdica en todos los libros. (corrían los setenta, que tampoco tengo mil años) y tardé bastante en aclararme si existía esa puta hoja de parra. Imaginemos que una empresa, o lo que sea compra todas las imágenes de David y deja sólo las que lleva hojita de parra. Para el 90% de la humanidad el David habrá dejado de ser un desnudo pues lo que sale por esta pantallita de la red es la única imagen que pueden ver.
Si lo aplicamos a gran escala pueden hacer desaparecer autores literarios completos, las obras de los filósofos etc. Imaginemos que de un plumazo consiguen hacerse con toda referencia e imagen de María. En pocas generaciones el personaje habrá dejado de existir y hasta los que tienen las fiestas en el pueblo acabarán preguntándose quien es esta señora. Y no es un gobierno, ni una opción religiosa, no siquiera una idea política (tanto que hablamos de la censura china) no es nada, una empresa que no representa a nadie como tal. Si hoy se permite esa actitud en este tema mañana podemos volver a ver como el Holocausto desaparece de la historia.

domingo, 9 de diciembre de 2018

DICIEMBRE

 Leo Fontan "Una rosa de Navidad" diciembre de 1918, justo cien añitos. Ah, y en plena gripe.
 
 
Pues ya estamos aquí otro diciembre. No se puede decir aquello de que "La Navidad ha venido, nadie sabe como ha sido", por que hace un par de meses que nos lo pregonan campañas y campañas de todo tipo. Dentro de nada ya "es primavera en..."
Quienes me vienen siguiendo saben que adoro la Navidad. Todo. Desde las felicitaciones a los turrones, del acebo a las broncas familiares (¡son tan entrañables!), de pensar los regalos hasta envolverlos. Todo en fin. Si la vida me hubiera dado ocasión seguramente habría acabado en el mundillo del teatro, no digo como actor, por lo menos no necesariamente, sino de cualquier cosa que tuviera que ver con ello, autor (que más quisiera yo), tramoyista, diseño de decorados, creo que hasta costurero me valdría; pero si tuviera el privilegio de ser actor (ya sé que no hay trabajo y que les tratan a patadas, pero a los historiadores también, o sea que poco iba a cambiar mi vida) hay tres papeles que me gustaría hacer (aparte de ser un chico Almodóvar, claro): el Don Luis del Tenorio, el Segismundo de "La vida es sueño" y El Espíritu de la Navidad Presente en alguna versión escénica de Canción de Navidad. Claro que a todos nos gustaría hacer un Romeo, como no, pero el problema que tengo con Romeo es que me daría la risa tonta. Como espectador me dejo llevar fascinado por el talento, la inmensa pasión del autor, en fin que me arrebata ver Romeo y Julieta pero si tuviera que interiorizar el personaje es que, sencillamente, no creo que se pueda sentir algo parecido. En el escenario la poesía y la belleza están de la cuarta pared hacia el patio de butacas. Dentro los vestidos se descosen, los zapatos aprietan, hay catarros, falta atrezzo, el galán sale con la bragueta abierta y a la Desdémona de turno se le ha soltado el sostén, en el peor momento se rompe un tacón de aguja o uno de losa actores/actrices recibe en medio del segundo acto la noticia de la muerte de un ser querido. Pero se levanta el telón y esa pared invisible hace que a un lado todas esas "miserias" humanas, cotidianas, desaparezcan y en su lugar veamos un mundo ajeno, lleno de maravillas o de horrores pero sin que a esos personajes les pase lo mismo que a nosotros. Yo puedo creerme a Romeo como espectador, como actor lo dudo mucho.
Sin embargo, si que hay un personaje que puedo sentir tanto dentro como fuera del escenario: el Espíritu de la Navidad Presente. Opulento, grande, confortable, crítico y de breve vida. "Pasa y conóceme mejor" dice al despreciable Scrooge, casi oigo su risa sonora y contagiosa, huelo las viandas que le rodean y, como él, me aferro al minuto, pues pasado mañana habrá muerto. Creo que en mi caso es por que he conocido a demasiados Scrooges en mi vida. De hecho, día por día de las fiestas navideñas de mi vida ha sido una victoria de Scrooge. Nada hay de bueno en mis recuerdos navideños, ni de los más infantiles, ni siquiera del descubrimiento de los juguetes de los Reyes Magos. "Y, sin embargo, la quiero".
Bueno y "por qué" la quiero. Quizás por que es un paréntesis en que la gente aunque te ame te pone buena cara y no la habitual, quizás por que los brillos me pierden, quizás por que los Nacimientos son pequeños universos paralelos, quizás por que los árboles de Navidad nos abren una imaginaria puerta a otros universos mágicos, quizás por que la pared entre este mundo y el de las hadas y demás es más fina, quizás por que nace un niño. Ya sé que niños nacen todos los días, pocos pero nacen, sólo que esa noche nos acordamos. Quizás por que se presiente el fin de la oscuridad invernal.
Me temo que no. Que todo eso, siendo cierto, no es la causa de que adore estas fechas amargas. No, es más bien por que aun no he renunciado a una Feliz Navidad y siempre espero que sea la de este año, como los niños esperan la bicicleta, de año en año.
Preparo todo, me preparo yo mental y espiritualmente y espero que, esta vez sí, haya al menos esperanza de que algo pueda, algún día, hacerme feliz. A pesar de que sé que nunca será así y que todas las Navidades acaban con un regusto de decepción esperanzada en los labios.




lunes, 3 de diciembre de 2018

ELECCIONES ANDALUZAS


sábado, 1 de diciembre de 2018

La última rosa

Los dos bloques contiguos a mi casa tienen delante de ellos unos pequeños jardines que, para que no les molesten los niños y no se reúnan las vecinas a cotorrear no vaya a ser que tanta relación humana tenga nefastas consecuencias, han amurallado y sembrado de césped, aquí y allá contra la voluntad de algunos vecinos, hay plantado un rosal. Salpicados en el césped no forman una amalgama de colores al florecer y es casi mejor al dar espacio a la rosa. Rojo sangre, rosas reales, blancas que al marchitarse se vuelven marfil, amarillas que siempre parecen las más robustas, rojo-violeta con las flores tan grandes que sus tallos no sostienen y se comban hasta rozar el suelo mientras, pizpiretos, los capullos todavía coronan la planta, y aquel rosal del fondo con un tono salmón anaranjado que parece disparar sus flores en todas direcciones, como luces de fuegos artificiales.
Hoy, imbuido ya de mi tradicional espíritu navideño, al doblar la esquina la he visto. Ahí estaba; una preciosa rosa de color rosa degradando a blanco. Estamos en diciembre y es la única que queda en los jardines pero ahí está. Le ha llovido encima,  el viento norte la ha sacudido e incluso le ha caído una finísima capa de escarcha. Ya ha empezado a marchitarse. Está en ese instante en que aun se conserva algo de su belleza y se presiente su final. Y uno se deja llevar por una dulce melancolía, tan leve como el tacto de uno de sus pétalos al caer y después por la alegría ante la fortaleza de esa flor. Sonreí y me fui a seguir "navideñeando" que es lo mío pero ya volviendo la recordado.
La rosa es, según los estudios hechos por los sabios, uno de los pocos seres vivos que ha sobrevivido a todo, dinosaurios, erupciones, sequías, diluvios pero ella ha seguido floreciendo pasándose por el cáliz todo eso. Va a tener razón la Rosa del Principito, esta segura por que tiene espinas. Cuando llegara a su pequeño planeta a limpiar el volcán  y ver puestas de sol habrá encontrado sin duda a la Rosa.
He de decir que creo que la rosa es para mí la mas perfecta de las flores y que ante un ramo de rosas podría estar horas perdiéndome en sus curvas y contracurvas, en esos pétalos que parecen tan simples, tan fáciles de dibujar que hasta lo intentas para comprobar que no, que nada en la belleza puede ser fácil y ella es una de las cuatro grandes bellezas que hay en este mundo para permitirnos encontrarle sentido.
La rosa: perfecta y sin comentarios por eso, por que es perfecta.
La suprema elegancia y sinuosidad de los felinos, léase gatos.
La prodigiosa visión subacuática de una varón desnudo. Ojo, a la mujer no la hace falta sumergirse para ser bella, por eso se la compara con ellas: "Es tu mejilla temprana rosa de escarcha cubierta en el carmín de las hojas se ve a través de las perlas" o algo muy parecido. Ver nadar, sumergirse, volver a salir, propulsarse en el agua a la potencia de un varón desnudo es de una perturbadora belleza sólo superada por
Un bebé en el agua, cuando aun no tienen miedo. Y uno, que es muy suyo y preguntón se plantea ¿como los científicos que son tan sabios han tardado tanto en ver el origen marino del humano.
Cuando el primer prehumano salió del agua la rosa ya estaba allí.