Hace unos días leí a un compañero bloguero argentino que este está siendo un "año de mierda", (reconozcamos que con acento porteño la frase gana mucho). Es evidente, no sólo tenemos una pandemia prevista desde hace años (leí también a un epidemiólogo que afirmaba que se esperaba una pandemia desde el 2000) sino que en general las estructuras e instituciones están quebrando a nivel global (otro zar en Rusia, y el pirao en Yankylandia, por ejemplo y una crisis de confianza en ellas absoluta. En otras palabras: no nos creemos nada de lo que nos dicen los que se supone que saben de lo que hablan.
Así están las cosas globalmente pero como siempre lo más individual es lo más universal. Una excusa como otro cualquiera para abordar el tema lo que supone para un monárquico por convencimiento y por tradición familiar y nacional. Siempre he pensado que un jefe de estado no cambiable es más rentable que mantener indefinidamente a una sucesión de jefes de estado (que pueden ser gente como Berlusconi, o similares) además de los Presidentes de gobierno (o lo que sea). Además del respeto que siento por todo lo que implique una tradición. Me apasionan los asunto dinásticos y demás, lo llevo en la sangre sin que eso tenga que ver con mi ideología.
Dicho esto he de continuar afirmando que como monárquico me siento dolorido.
La entrada podría haberse titulado: "Otra oportunidad perdida", España lleva toda su historia de oportunidades perdidas y de errores históricos, una especie de maldición. Si Isabel II hubiera sido varón nos habríamos ahorrado un montón de guerras y muertes. Si Alfonso XII hubiera durado veinte años más quizás hubiera vigilado a su hijo y no nos habría llevado a la República que sólo tenía el defecto de estar en manos de gente de altísimo nivel político, intelectual y ético, y por tanto muy lejos de entender un país de analfabetos regidos por el cacique y el párroco, dando lugar a otra oportunidad perdida y a un millón de muertos.
El Emérito ha tenido en sus torpes manos el poder haber pasado a la historia como uno de los mejores Reyes de este país y la ha defenestrado ya en la recta final. Hoy Juan Carlos I es difícilmente defendible y los monárquicos hemos de bajar la cara y confiar en que la rama Hannover de Felipe VI por parte de la Reina Sofía, sepa y tenga ocasión de borrar o al menos difuminar los daños que el Emérito ha hecho a la institución.
El aforamiento es en si mismo aberrante, cuanto más en una institución exclusivamente representativa y que, por definición (aunque suene muy confuciana), debe ser ejemplar. Ahora mismo no está el país para añadir más crisis como la que supondría un debate sobre Monarquía/Republica. Hace falta mucho pulso para manejar esta situación y no creo que hoy haya nadie en el mundo político con talla suficiente.
Leo que el Emérito está dispuesto a alejarse de la órbita de Zarzuela pero no quiere dejar su título de Rey. Mala memoria, Majestad, mala memoria. Don Juan, vuestro padre, renunció a sus derechos dinásticos en favor vuestro "por España, siempre por España" fue su frase teatral, excesiva y melodramática en demasía. Plantear un problema por ese título es simplemente antipatriótico y mal seguís el ejemplo de vuestro nada ejemplar padre.
Al lado de la Pandemia y de los tintes apocalípticos que se empeñan en dar los medios con medias verdades y datos incompletos, el asunto del Emérito carece de sentido. Lo sé. Sin embargo, me preocupa que se use para liar aun más la situación actual ya de por sí siniestra.