Hay veces que una serie de cosas me llegan juntas o cercanas unas de otras. Una película, un libro, un encuentro. Son elementos que, inesperadamente, se relacionan y aparecen en mi vida –supongo que a todos nos pasa- haciendo que la atención se centre casi exclusivamente en ellos. Éste, por ejemplo, ha sido el verano de los impresionistas, varias cosas me devolvieron al mundo del grupo y, repentinamente, he encontrado puertas que cuando les estudié –y lo hice a fondo-, ni siquiera vi. Pero el verano pasó y han llegado otros elementos. Sigo aprovechando los caminos abiertos pero algo más se ha conjuntado para centrarme en otra cosa.
Creo que ya he mencionado que soy un amante de la Grecia clásica, no todo lo formado que debería en ella pero amante profundo, a pesar de lo cual desde los trece años he estado intentando leerme la Iliada en vano. En uno de mis ratos “optimistas” hará un año me dio por pensar en qué libros no podía morirme sin leer y, claro, salió la Iliada. Así que con mucha paciencia pues hasta que se le coge el ritmo a Homero (a mi edad) hay que tenerla logré sumergirme en el relato y comprender su grandeza.
Hace unos días pusieron en televisión una de esas películas en las que el cine español franquista demostró como con grandes talentos se pueden conseguir mamarrachadas memorables y que, incluso siéndolo, pueden emocionar. Me refiero a “Agustina de Aragón”, por Dios que perra más tonta, mi amada jota a sangre y fuego contra mi amada Marsellesa, un desgarro emocional que siempre acaba en llorera estúpida. No me escapo nunca. Me pasa igual cuando veo Los Desastres de la Guerra de don Paco (perdón: Francisco de Goya y Lucientes, esto de dormir con su retrato en la cabecera de mi cama es lo que tiene, se crea una excesiva confianza) y conste que no soy nada llorón (Goya aparte)
Lo curioso es que ese mismo día o el anterior o el siguiente, no lo tengo claro había leído esto: http://politica.elpais.com/politica/2013/10/04/actualidad/1380911735_707943.html
No dice nada que quienes amemos y miremos nuestra ciudad no supiéramos. Sólo pueden ignorarlo quienes se esfuercen mucho en ello. Las orejeras o forzar la mirada a cinco hipotéticos anillos de oropel, corrupción, drogas y sexo suelen ayudar mucho.
¡Quien, oh musa, habrá de cantar el sitio y toma de este Madrid!
¡Quien, oh musa, será el Homero de esta Troya!
¡Quien, oh musa, será el Galdós de esta Zaragoza!
¡Que voz popular, oh musa, se alzará en este nuevo sitio cuando no hay defensa como la hubo en el último!
Por la Casa de Campo
Por la Casa de Campo
Y el Manzanares
Y el Manzanares
Quieren pasar los moros
Quieren pasar los moros
Quieren pasar los moros
No pasa nadie
No pasa nadie.
Pero pasaron, vive Dios que pasaron, y luego con otros dos golpes de mano en ayuntamiento y autonomía volvieron a pasar. Así hemos pasado del inaugurador al perforador y a la del café con leche, que mandan destos, claro que a un comité olímpico tampoco se le puede ofrecer nada como el Prado o la inmensa riqueza cultural de Madrid, no dan pa tanto. Lo único legal que se le puede ofrecer es eso, un café con leche; de lo otro no se habla. Como tampoco voy a hablar de convertir nuestra tierra en un lupanar barato, de legionario arruinado ofreciéndonos como puta por rastrojos a un millonetis medio delincuente que viene a ser un Mr Marshall a nivel más gordo. Creo que menos sacrificios humanos se le ha ofrecido de todo para que instale aquí su garito. Como si no hubiera suficientes trileros, descuideros, chulos y mamporreros con los autóctonos, y he de decir que con más gracia, que hay cosas que ni al desbarrante Merimeé se le hubieran ocurrido en sus momentos más enajenados. Vamos que Carmen y cia. se quedan como mojigatas marionetas al lado de lo que pulula por este Madrid, prácticamente dedicado a la venta de camisetas del Real Madrid y del Barça.
En lugar, oh musa, de bombardearnos o sitiarnos, han optado por el modo más indigno de acabar con la ciudad. La prueba de la rana.
Si a una rana se la echa a una cazuela de agua hirviendo el animalico salta, pero si se la mete en agua fría y se pone a hervir el bicho acaba cocido pero no se da cuenta. Muere apaciblemente. Eso es lo que han hecho con nosotros.
Poco a poco han ido mutilando, dejando que se deteriore o directamente cerrando (caso Albéniz) nuestros puntos emblemáticos. Han ido eliminando encuentros culturales, neones. Han ido desarticulando el tejido social y cultural de esta ciudad (que no puede presentar como todas las demás autonomías reivindicaciones de independencia, por tanto está indefensa) lentamente hasta que hoy arrastramos nuestra indigencia ciudadana de mostrador en mostrador asistiendo al despojo y desmantelamiento urbano entre impotentes e indiferentes. Por que el ciudadano madrileño según Sabina es el único que puede mantener una amistad de años sin que le preocupe a que familia ni de quien es hijo el amigo, Sabina dixit, pero también está habitado por gentes que, como un añorado bloguero dijo, se sienten en el exilio después de llevar aquí cincuenta años y les preocupa más el color del único banco del parque de su pueblo –donde no se volverían a vivir ni jartos vino- que la ciudad en que fueron acogidos con demasiada facilidad, todo lo que es fácil parece carecer de valor, en la que han vivido, trabajado, criado a sus hijos y desarrollado una vida.
Dice el periodista, un pelín despistado por otra parte, en Madrid Río se desarrollan carreras y eventos deportivos. Permitidme el casticismo: Nanay que se ha muerto Pichi. En Madrid Río no hay tales eventos, seguramente los habrá pero hoy no los hay confío en que por que los jardines aun no estén lo bastante asentados como para soportar mareas humanas. Lo que si es cierto es que los ciudadanos madrileños vivimos secuestrados por aquellos a quienes mantenemos a cuerpo de rey (no me hagáis hablar del despacho del nuevo ayuntamiento ni de sus exposiciones, por favor) cortándonos domingo sí y domingo también las calles para carreritas sin aviso previo. Ojo, no sólo al tráfico privado sino también al transporte público. Obviamente ni se toman la molestia de hacer público el recorrido. Total sólo les pagamos su sueldos.
Así vemos quienes miramos como la ciudad que amamos está dejándose arruinar y no nos cuesta mucho imaginar dentro de unos años algo parecido a Detroit o a Nueva Orleáns después del Katrina. La venganza de la resistencia de hace setenta y tantos años es profunda y fatal. ¿Qué buscan aparte de esa venganza infame? No lo sé ¿trasladar la capitalidad? Con su pan se la coman. Que la lleven a Benidorm o mejor aún a Gibraltar o Ginebra (¿no es ahí donde acaba todo el dinero?) ¿Demolerlo todo y construir rascacielos? En un país donde se hacen aeropuertos donde ni aterrizan ni despegan aviones tendría un sentido llenar un solar de rascacielos vacíos como lo están las últimas hazañas en este sentido. ¿Convertirnos en una capital de provincia? Por favor, háganlo, pero dejénnos en paz y vayan a reírse de otra víctima. Sí, por que, señores, aquí la risa de los que pasaron va por barrios y lo que hoy nos ensucia, insulta, embrutece y ofende a los madrileños mañana lo hará con sus ciudades hasta acabar con todo tipo de tejido social y lo que para ellos es más importante, cultural, de este viejo país (entended lo de “país” como mejor os plazca, llegarán igual). Una gigantesca Detroit maloliente con joyas que poco a poco irán desvalijando como ya lo hicieron antes. No doy nombres por que son los mismos de hace casi ochenta años que, a su vez, eran los mismos que cien años antes. Siempre pasan, sobre todo cuando nadie tiene las narices de gritar un “No pasarán” y defender lo que es suyo.