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domingo, 23 de junio de 2019

UN SIMPLE ABRAZO

A estas alturas de mes ya está literalmente aquí el día del orgullo gay. Nada sorprendente, ni que ya nos refiramos a el como simplemente Orgullo. Quizás no sea el término más adecuado pues todos o nadie deberían estar orgullosos de ser quienes son. No sé qué podría sustituirlo pero al fin y al cabo todos sabemos de lo que hablo, además se ha aceptado universalmente. No seré yo quien ose cuestionarlo seriamente.
A estas alturas de mes ya es más que habitual que Madrid se llene de parejas gay que se adelantan al Orgullo y luego lo prolongan con sus vacaciones. Vamos que lo voy a contar no tiene nada de extraordinario objetivamente hablando.
Al entrar en la calle de la Sal vi junto a lo que fue La Camerana a un hombre, hoy las edades son difíciles de descifrar pero yo diría que rondando la treintena ni más de dos por arriba ni mas de dos por abajo. No demasiado alto, rubio, creo. Digo creo por que lo que me llamó la atención de este hombre anónimo no fue precisamente su pelo sino sus imponentes pectorales bajo la camiseta azul. Seguramente no serían para tanto pues no se le veía en exceso musculado, lo justo; pero teniendo en cuenta que yo no tengo pectorales sino tetas y que lo único que he conseguido intentando que aparecieran ha sido cargarme los hombros (sin contar con el tejido mamario que me han producido algunos medicamentos que yo creo que no ha desaparecido del todo) Es fácil comprender que ante unos pectorales bien formados y con los pezones destacados mis ojos se vayan a ellos. Luego vino lo demás que en nada destacaba especialmente. Guapo, sí, pero sin llegar a hacer que se le desee la muerte lenta que, yo por lo menos, se desea a los bellos. Esperaba. Nada que objetar. Diría que el setenta por ciento de los hombres en las calles del centro de Madrid están siempre esperando y generalmente a sus Santas esposas. Sinceramente no le di mayor importancia salvo por esos pectorales por los que mataría. Yo bajaba hacia él evitando el pavimento irregular del centro de la calle. ¿Por que narices tengo que verlo todo?, ¿por que no puedo pasar por el mundo como la mayoría de los humanoides sin ver nada, sin apreciar nada, sin darse cuenta de nada? Pues no, tengo que verlo todo. Algo cambió en él y no era otra cosa que una sonrisa. Una sonrisa amplia, cálida, cómplice y, quizás algo traviesa. De detrás de mí apareció por mi derecha otro hombre. De este sólo puedo decir que llevaba camiseta blanca y pantalón negro, ah, y con el pelo entrelargo y rizado. Sólo le vi de espaldas pero fue suficiente.
Literalmente se arrojó a los brazos del rubio como un naufrago, yo creo que ni siquiera llegó pisando el suelo sino que a pocos pasos saltó hacia él. Los brazos de éste se abrieron y se cerraron en un abrazo. Evidentemente no era un convencional abrazo de machos que se esboza y con unas palmaditas en el lomo se despacha. Era, y perdonad lo cursi y tópico de la frase, como si se quisieran fundir. Por encima de la camiseta blanca podía ver la expresión del dueño de mis envidiados pectorales y era de una felicidad absoluta. Estaba asistiendo a uno de esos escasísimos momentos de plenitud que escasísimos hombres tienen y, como el jardín de los senderos que se bifurcan mi alma/mente o lo que queráis se dividió en dos. La conciencia de estar ante algo casi sagrado, supremo y único (pocos abrazos se dará esa pareja de la intensidad de este) por un lado. Por el otro una feroz envidia, no como "pesar del bien ajeno" que nos decían de críos sino de desear intensamente vivir algo parecido. Es una sensación conocida de desgarro, llanto contenido y soledad. Ah, y dolor, que no se me olvide el dolor que supone este suplicio de Tántalo que para algunos es la vida.
Sólo una vez encontré algo que no siendo amor ni cosa parecida fue, o así lo sentí, una comprensión profunda, una compañía en el alma. Iba con mis bastones sorteando las obras que se hacían en Montera esquina Gran Vía. Iba reventado, sudando a chorros y tenso para no resbalar con alguna piedrecilla o el polvo de la obra. Un hombre joven, veintimuchos quizás, se paró para dejarme paso, levanté la cabeza para agradecérselo y en su expresión y su mirada (inmensos ojos azules) encontré una comprensión dolorosa y dolorida que jamás había encontrado en nadie ni he vuelto a encontrar. No fue ni de lejos la plenitud alegre y explosiva del abrazo, pero sí unos segundos de compañía, por apenas un momento no estuve sólo pues hay un punto dentro, al menos en mí, que no puedes compartir con nadie por mucho que te quieran y por mucho que sepas que no estás solo. Pues ahí llegó esa mirada. Han pasado más de diez años y aun la recuerdo como algo tan sagrado como la plenitud del abrazo de ayer y con una cierta tristeza. Demasiado fugaz. Deseo que a ellos no les salga fugaz esa plenitud, por mucha envidia que me den.

martes, 18 de junio de 2019

¡Y SÓLO QUIERO CORTARME EL PELO!


Es que alguna imagen tenia que poner no por que esta sea nada especial.
 
Siempre me ha gustado llevar el pelo más bien largo pero peinar una melenaza que casi me llegaba al ombligo acaba siendo demasiado esfuerzo para unos hombros destrozados como los míos ( no digo más por que si sigo esto seria un historial sanitario y no es plan), consecuencia: que como a Sansón se la cortó Dalila yo la inmolé hace ya unos cuantos años en el ara de no provocarme más dolores de hombros. El sentido práctico se impuso y cada vez más y más y más hasta que llegué al estado actual: al cero hasta la línea de las patillas de las gafas y al uno lo demás. No puede ser más fácil (y barato pues con pelarme cada dos meses me vale)
Desde 1976 me venía cortando el pelo en una de las clásicas barberías o "Peluquería para caballeros", primero fue Gallardonofis con sus p.... obras quien me impidió seguir yendo. Vale, una más que le debo a "ese". Cuando se estableció un paso alternativo practicable (por que las obras siguieron y siguieron y siguieron) volví a mi peluquería. En estas se instalaron en mi barrio unas jóvenes con una peluquería unisex. Llegó la crisis (si es que alguna vez no hemos estado en ella) y, dado que todos tenemos que comer y que mi peluquería es de las tradicionales de barrio y relativamente afamada en el entorno no iba a caer, aunque venga decayendo desde hace tiempo, pero por años y relevos generacionales etc) opté por cortarme el pelo en la del barrio. Aunque mi corte de pelo no les iba a evitar fracasar si tenían que fracasar un grano no hace granero pero siempre es uno más.
Las chicas encantadoras, las cosas como son, pero, y ahí viene esta entrada, según se han ido afianzando se ha ido convirtiendo en una peluquería que tiene de unisex lo que yo de monja carmelita. Peor ha sido la otra consecuencia de estabilizarse: se ha vuelto del colmo del pijismo. Hay que pedir hora algo que primero me niego a hacer y segundo que yo no sé si el jueves a las once y media voy estar disponible o no (estamos a martes). Como sigo siendo un panoli miré los horarios de apertura (que ojo, tampoco son coeherentes, pero vamos a dejarlo) y veo que pone "De lunes viernes 10 a14, Sábados de 9´30 a 14. Martes y jueves por la tarde no se abre." Repito que sigo siendo como mínimo un panoli por no decir algo más gordo. Hoy pensé, si estoy a primera hora dado que mi corte de pelo son diez minutos no dieciséis horas como los de las damas (¿Alguien me puede explicar que narices son "las mechas"? por que yo no las veo) en un momento acabamos. Como un perfecto gil.... allá que me planto a las nueve y media. Por supuesto a las diez no abrió, ni a y diez, ni a y veinte. Llegó a las diez y media. Sincronizada como si fueran de la NASA con la primera señora, que para otras cosas no se pueden mover pero para ir a la peluquería ya lo creo.
Con mi dosis correspondiente de cabreo me fui a dar una vuelta y pensé "en la primera peluquería que pille entro". A Dios pongo por testigo que diría la Señorita Escarlata que lo hice y lo que me encontré fue una unisex en cuanto pregunto: "Es que los martes no viene mi compañera que es quien corta el pelo a los caballeros"
Recapitulemos: los martes por la mañana en la segunda peluquería no cortan el pelo a los hombres, martes y jueves por la tarde cierra la primera peluquería, se saltan los horarios que ellas mismas han fijado y hay que andar pidiendo hora como si fueran ministros o monarcas.
¿Siempre hemos sido así de pijos y lo disimulábamos o es que nos hemos vuelto ahora?¿en que momento nos hemos convertido en esto?

miércoles, 12 de junio de 2019

JUNIO

Leo Fontan 1928
 
Junio es para mí el mes más bonito del año, es casi verano pero aun no lo es, ayer mismo nevó a 50 Kms de Madrid (pelao de frío estaba yo), los días son largos y en teoría apacibles. Parece mentira que sea el mes dedicado a la diosa más maruja del Olimpo. De siempre me la he imaginado con los rulos puestos y el rodillo de amasar en la mano pegando gritos al Jupiter de turno. La de los níveos brazos que decía Homero es la patrona del mes.
Lo cierto es que no sé muy bien por donde empezar. Intento desesperadamente no cabrearme con el país, el paisanaje, y Blogger en concreto que me trae mártir con cambiarme todo continuamente, tres días he tardado en encontrar la manera de entrar en este blog. Pero bueno, mantengamos la calma si eso es posible.
Junio en Madrid tiene tres nombres: San Antonio, que es mañana y por tanto no sé como se presentará la cosa, la feria del libro y la manifestación ciclo nudista.
Empecemos por lo último. El sábado estaba convocada la manifestación ciclo nudista anual reivindicando mayor seguridad para los ciclistas a las doce en Cibeles. Yo suelo acercarme casi por prescripción facultativa pues mi psiquiatra me dijo en cierta ocasión que si me despelotara y me sumara a la manifestación -las sillas de ruedas tenemos también mucho que reivindicar- sería lo más liberador que podría hacer. Así que fui sólo con camiseta y pantalón para intentar reunir el valor de sumarme, algo fácil de quitar. Llegué a las once y media. Cibeles tiene ocho esquinas contando las de los carriles laterales ¿en cual era la despelotante cita? ni P. idea así que fui de mostrador en mostrador, digo, de esquina en esquina cual putita persiguiendo clientes. Doce menos cuarto. En ninguna de las esquinas había signos de bicicleterismo nudista o no nudista. Mi instinto me decía que lo lógico era concentrarse en la esquina del espantoso palacio de correos hoy sede del ayuntamiento. Veo cierto movimiento en la esquina de lo que antes era Ministerio del Ejercito y antes aun un palacio de la XIII duquesa de Alba, la de Goya. Me cruzo. Cruzar Alcalá, Recoletos y los dos laterales vienen a ser unos diez minutos. Allí, como cabía esperar no había nada de nada. Siguiendo mi cerebrito metepatas razoné que dado que todos los años acaban más o menos en la Plaza de Oriente forzosamente tenían que pasar por ahí y ya estaba yo casi listo para encuerarme (o por lo menos intentar reunir valor para hacerlo). Las doce en el banco de España. Nada. Doce y cuarto, menos. Doce y media, aparece algún ciclista sin camiseta. Desde donde estaba la propia diosa me impedia ver la esquina de correos que, al final fue donde se concentraron (algún día dejaré de hacer caso a mi cerebro). Aquello empezó a moverse a la una menos cuarto. Como la federación o asociación o lo que sea no se digna poner el recorrido tampoco vale de nada la lógica pues en lugar de hacer lo de siempre (subir por Gran Via y acabar en la Plaza de Oriente) lo que hicieron fue rodear la fuente y encaminarse a Atocha. Visto lo visto y dada la actitud de los organizadores y a pesar de estar de acuerdo con sus reivindicaciones y de lo indicado por el psiquiatra ya les pueden ir dando por ahí mismo a los ciclo nudistas y su p. manifestación.
El segundo nombre es la Feria del Libro. Inmensa. Ayer se me acabó el presupuesto antes de llegar a la cuarta parte. Un once de junio puede ser fecha de cualquier cosa menos de pasar frío. Madre mía, qué frío pude pasar. Abrumado, como debe ser, por la cantidad de títulos que quisiera leer y no me daría tiempo en dos vidas, ramoneaba sin buscar nada en concreto o lo intentaba. Una pregunta: si a los jovencitos ni les importan los libros ni se les educa como personas civilizadas ¿por que los sacan de las jaulas? Tres o cuatro excursiones de chavales pululaban dando gritos y corriendo (hablo de adolescentes, no niños) teléfono en mano y sin mirar otra cosa. Si les hubieran llevado a las cloacas hubieran tenido su misma actitud. Yo en lugar de sus pobres profesores hoy les plantaba un examen sorpresa sobre lo que vieron ayer. Iba a ser una masacre. Sólo una jovencita (13-14 años) iba preguntando por una autora concreta, los demás con el p. móvil ya les sobraba todo. Triste destino el de una humanidad que se deja manipular por lo autorizado por Google y lo no censurado por quienes corresponda. Triste destino el de una humanidad que, cuando se caiga la nube y los satélites habrá perdido toda referencia cultural y el individuo como tal regresará a la prehistoria.
Eso sí, la feria como siempre es una gozada de nuevas puertas que se abre, editoriales, títulos, colecciones, reediciones. El paraíso de los lectores a poco serios que sean. Por cierto, el Retiro en todo su esplendor de primavera tardía.
Dados los problemas que he tenido para poder llegar a publicar esta entrada, no sé cuando me dejará el sistema volver a entrar con su puto juego de contraseñas y "lo sentimos se trata de un error" Así que hasta que nos veamos leamos.