Vistas de página en total

martes, 8 de enero de 2013

Epílogo navideño: de actitudes, citas y traiciones.

Bueno, pues el Espíritu de la Navidad Presente tiene todo un año para recuperarse de la resaca, del empacho, del exceso de colesterol, de los kilos de más y de las decepciones. Así que en esta última entrada navideña hasta dentro de once meses quiero hablaros de corazón a corazón. Así, en castizo: a calzón quitado. Sé que cuando llega diciembre me desmeleno y parece que me vuelvo medio pirado, que Papá Noel ha vomitado todos los adornos en mi casa y que empiezo a decir cosas poco habituales en mí, esas cosas que lleva uno encerradas y que decide soltar de vez en cuando. Ahora, en estos extraños días de niebla que transcurren entre Reyes y San Sebastián toca volver al orden, la rutina y a poner las cosas en su sitio. Entre las muchas cosas que hay que poner en su sitio, además de las figuras de los ocho Nacimientos y tres árboles que tengo montados en casa, es la idea de la Navidad, mejor dicho, la perspectiva desde que la miro el resto del año sin que quite en absoluto mi pasión por ella. Para eso y para demostrar que no soy un chiflado navideño sin interrupción quiero recoger aquí el mismo texto que recogí en mi primera incursión navideña del año pasado, sólo que con una ligera variante.
Susan Sto, nieta de la Muerte en los libros de Mundodisco en versión cercana Tim Barton. Todo un personaje.
Para ponernos en antecedentes la nieta de la muerte en los libros de Mundodisco del gran Terry Pratchett trabaja de institutriz y responde así a la pregunta de la niña –Twyla- sobre si existe Papá Puerco, equivalente obviamente a Papá Noel.
-“Allí donde la gente sea obtusa y absurda… y allá donde tengan, aun siguiendo los criterios más generosos, la capacidad de atención de un pollito en medio de un huracán y la capacidad indagadora de una cucaracha con una sola pata… y allá donde la gente sea estúpidamente crédula, está patéticamente apegada a las certezas que aprenden de niños y, en general domine tanto las realidades del universo como una ostra domina el montañismo…sí, Twyla, Papa Puerco existe”
De debajo de las mantas no vino más que silencio, pero ella notó que su tono de voz había funcionado, las palabras no habían tenido ningún significado. Aquello, como podría haber dicho su abuelo, era la esencia de la humanidad”.
Sin embargo, en el mismo libro, “Papá Puerco”, el propio personaje de la Muerte, por cierto gran amante de los gatos y con más vida dentro que la mayoría de los demás personajes, dice una frase que, para mí y desde hace muchos años es la esencia misma del Espíritu navideño: “Los humanos necesitan la fantasía para ser humanos. Para ser el punto donde el ángel que cae se encuentra con el simio que se alza”. Después de años intentando expresarlo en estas dos citas se resume mi manera de vivir la Navidad: un acto de voluntad para mantenerme agarrado a este mundo y para conservar la ínfima y absurda luz que quedó en la caja de Pandora.

 

Así vivo o intento vivir yo la Navidad y ahora, al cerrar el ciclo navideño anual, casi fuera de tiempo, cierro el paréntesis. Este año, sin embargo, es un espacio cruel.

Como en todas las vidas las expectativas siempre son defraudadas por lo que desde demasiado joven aprendí a no tenerlas. O a tenerlas en la mínima expresión. Este año, este mes y medio de la Inmaculada a hoy, día 8 de enero del 2013, sólo tenía una mínima expectativa: que alguien, llamase a mi puerta, se sentara una hora a charlar conmigo y se tomara un café. Alguien cercano afectiva y geográficamente, sí parte de la familia pero de esos casos raros de personas a las que si no fueran de tu familia también apreciarías. Podía haber sido al revés, un telefonazo y un “sube a tomar un café”. Como los vampiros yo he aprendido en carne propia que más vale que te echen una vida de menos que un segundo de más y nunca comprometo ni a que me visiten ni a que me inviten. Por lo visto esperar que alguien me quiera lo suficiente –y no hablo de amor romántico- como para dedicarme una hora en Navidades es pedir demasiado.

Era la única expectativa que tenía, la única “ilusión”, era el único daño que nadie me podía hacer –enfermedades aparte-, lo único que podía traicionar mi cariño por esas personas. Pues esa ha sido la Traición de esta Navidad. Una puñalada al desgaire, ni siquiera intencionada, un acto tan simple como la indiferencia que se siente cuando te cruzas por la calle con un desconocido. Una vez más el amor que pongo en alguien me ha vuelto a ser escupido a la cara, y eran los últimos que me quedaban. Lo bueno es que a ese juego sabemos jugar todos, aunque perdamos, lo malo es que volveré a querer a alguien y a confiar en él/ella y todo se repetirá inexorablemente.

10 comentarios:

  1. A veces todos andamos demasiado ocupados en estupideces para perder el tiempo en cosas que importan, y no necesariamente nos damos cuenta. No conozco tu caso, pero a lo mejor esa persona tambien se habra quedado esperando tu visita. A veces ocurre. No digo que sea el caso. Un fuerte abrazo y adelante.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. David, tienes toda la razón, a veces, demasiado a menudo, a todos nos ocurren esas cosas. Que éste no sea el caso no quita que sea verdad, y disculpable.
      Un abrazo y gracias.

      Eliminar
  2. La indiferencia duele muchísimo, y con el frío aún más. No conozco a esa persona, pero quizás se termine acordando de tener un detalle contigo, cualquier día. Así lo deseo, Joaquín. Que sepamos, la Esperanza nunca escapó de la caja de Pandora. Yo adoro la Navidad, y estos días en los que se impone recoger los adornos se me hace triste tener que hacerlo, suelo demorarme un poco con la excusa de no encontrar el momento, y, lo cierto, es que lo siento como una despedida. Pero hay que hacerlo, jeje. Y la vida sigue... Te mando un fuerte y cálido abrazo, amigo, aunque sea en la distancia, y deseándote todo lo mejor :-).

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. "Cualquier día" no vale, al menos en Navidad. Ya habrás leído que yo también adoro la Navidad aunque lo que me ocurre con lo recoger los adornos es que tardo una semana.
      Un abrazo y gracias

      Eliminar
  3. Lo siento mucho Joaquinito. Volverás a tener otras ilusiones, ya lo creo. Afortunadamente estamos hechos así. Un abrazote.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Sí, pero reconozcamos que es agotador andar de berrinche en disgusto y de disgusto en berrinche.
      Jartico me tiene tó.
      Un abrazo y gracias

      Eliminar
  4. Joaquinito, pero sí tu eres un sol, cari, ánimo, lo sé por experiencia que la vida es un círculo, hoy estas abajo pero ya llegará la ilusión y volveras a tu nivel natural.

    Personalmente, trato de no suponer y trato de alejarme de esa sensación de víctimización que poco a nada aporta a volver al camino, tu post me parece muy bello aún en su dialogo, me da la impresión de asumes demasiada culpa y tristeza...

    Abraza un árbol te ayudará.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. No sé si soy un sol (aunque lo agradezco) pero sí que tienes toda la razón. Hay siglos en que uno no se levanta para nada.
      Un abrazo y gracias.

      Eliminar
  5. Lo siento Joaquinito, debido al afecto que te he ido cogiendo, se me hace muy difícil comentarte, me acabas de dejar hecho polvo. Para ni eres una de las personas más maravillosas que he conocido, no puedo decir más.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Muchas gracias por tus palabras y tu afecto, no pretendía machacar a nadie, y siento haber tenido ese efecto en ti.
      Muchas gracias y un fuerte abrazo.

      Eliminar