En la última entrada mi buen amigo Uno me preguntó que cuantas patrias chicas tengo yo y es una magnífica pregunta. De tener tantas, no sé si no tengo ninguna o las tengo todas. Veamos, lo que tradicionalmente se considera patria chica, es decir el lugar en que se nace y se cría uno pues, nacer nacer, nací en la gloriosa Isla de San Fernando, último refugio del país con Napoleón jugando a Emperador. Los esteros, los habitantes y la coña marinera de la gente no sólo le pararon sino que nos dejaron la constitución del 12. En fin que motivos tengo para sentirme orgulloso de mi primera patria chica, tan solo que no la conozco, estuve allí los meses suficientes para enfermar y tuvimos que venirnos a Madrid.
Antes de hablar de Ministriles, del corte y del recorte demos unos pasos atrás. En mi genealogía via materna por lo visto era tradición que las jovencitas castizas y retrecheras, de las modistillas que iban a repartir luciendo palmito y trapío, casaran con mozos de la Mancha Profunda, de los de boina y blusón o como en el caso de mi abuelo, de buen pasar que se fumó antes de escuchar reir a mi abuela en el taller de costura. Perdonadme el casticismo pero es cuando una madrileña se ríe... es como cuando taconea sabiendo que lo hace: no hay quien se resista. Sí, sé que parece cosa antigua y que ya no se da pero sí se da, mucho más de lo que creemos. En fin, Uno, que mi madre nació en la calle Goiri y se recrió en la Calle Avila frente a la Calle José María de Castro en cuyo número 7, el famosísimo 7 acabó alojándose casi toda la familia menos mi abuelo.
Por otro lado, mi padre se pierde en la galleguidad céltica, no me extrañaría llegar a Asterix, tierra que conozco de cuando fui allí a los cuatro años, o sea que conocerla tampoco la conozco, lo que no quita que haya mucho de mí más de campesino gallego aferrado al terruño, ciertas formas de ver el mundo, cierta lógica y sentido del humor propios. Como tras pasar unos años en la gélida calle Maudes, en el edifio ese del chaflán, acabamos viniendonos a La Latina pero a una zona llena de gallegos también tengo algo de su visión sobre natural, vamos que para mí es tan natural que aparezca una tuneladora como la Santa Compaña, sólo que me parece más tranquilizadora ésta.
Finalmente uno de mis primos se casó en Ciudad Real y de repente descubrí un lado manchego -pisto aparte- como cierta forma práctica de abordar las cosas, cierta dureza (leed La Balada del Abuelo Palancas, de Felix Grande, por favor) y la capacidad de apreciar cierta forma de belleza peculiar. Todo eso llevo en los genes y se me levantan a la menor, pero es que un día fui a Sevilla y me declaré sevillano adoptivo siendo ya coplero de pro.
¿Cual es mi patria chica? Pues seguramente depende del momento. A veces me salen unos "amos anda" que la Cibeles se queda escalofriá, otras unos ¿o no? que se me pone cara de cruceiro, de hecho quienes no conocen esta historia por mi aspecto y manera de ser me creen gallego, no digo más.
Me fascina la amplitud seca de la Mancha, sus colores, y sobre todo su no sé qué, ese look mesetario con que tanto nos insultan las gentes de costa, de costa este generalmente. A mi cuello el Carmen Marinero, en mi mesilla La Paloma, a su lado la concha de peregrino y entre todo este batiburrillo en mi mesa, una Esperanza Macarena. Creo en las Meigas, por que haberlas haylas que las conozco, y fui exorcizado en un corralón manchego parecido a los que describe Almodóvar, cuando quiero me sale el andaluz de nacimiento y cuando me dejo llevar veo la ermita de San Isidro, la Plaza Mayor, o un simple bocata calamares y si me pilla con la guarda baja lloro como un magdaleno. Grito "Chencho" en Navidad, y Rosalía me encoge el alma, lloro con Lorca, como corresponde a cualqier inteligente pero también con Rafael de León. Si suena una jota manchega soy yo el primero en corearla. ¿Que de donde soy? Y yo que sé.
Si sé que quisiera ser de un sitio donde pudiera no saber que hay gentes que celebran los asesinatos de los niños en los bombardeos. De una patria donde eso nos helara la sangre y no acabáramos pasando por esa realidad como sobre las otras. Buscaba una imagen para ilustrar esto y encuentro un titular "palestinos celebran la muerte de toda una familia bajo las bombas" y uno ya no sabe donde mirar.
Posiblemente la única patria chica de una persona hoy sea tan chica como el cadáver de un niño de Gaza o Israel reventado por las bombas, mientras otros, muchos, celebran su muerte, y otros, muchos más deciden ignorarla. Si hay patria chica que tenga algo de ética es esa.
Al final, Joaquin, somos como un puzzle de muchas piezas. Quiza por eso seamos todos distintos.
ResponderEliminarUn abrazo.
Por eso es tan triste ver a la gente matarse y/o estar dispuesta a ello con tanta facilidad. Un puzzle es demasiado complejo para romperlo así, como si nada.
EliminarUn abrazo
Anda, que naciste en San Fernando!!!!!! Pues merece una visita!!! Lo digo con conocimiento de causa :)
ResponderEliminarSí quien conoce aquello me lo dice y es posible que algún día me acerque, a oler el Levante y las salinas
EliminarTu lo que eres es un acaparapatrias.
ResponderEliminarTu madre y yo fuimos paisanísimos. Yo nací muy cerca de JM de Castro en Juan de Olías. Tan nobles orígenes deberían primar en tu alma sobre toda otra influencia, que lo sepas.
Un abrazo
Juan de Olías, con su célebre fuente, que ni las de Versalles, oiga. Anda que no cuenta la familia y no para de la zona: El Rey Mago, la serie interminable de cines empezando por el Europa, para algunos Eluropa, el Montijilla, aunque ese no creo que llegaras a conocerle. Y la no menos serie de bares: el Metropolitano, el Chumbica, el Laurel de Baco. Bueno de todo esto seguramente sabrás más de oídas pues entre mi madre y tu hay un tiempo considerable. Pero es que yo no me críe ahí, ni siquiera me sentía cómodo en el barrio, era un extraño, en realidad.
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