Este año tenía pensado
ir dándole un toque culto-pedante a los temas navideños, pues aunque estamos
acostumbrados a convivir con ellos normalmente no sabemos ni su verdadero
sentido ni orígenes ni nada de nada, a menudo uno se lleva verdaderas
sorpresas. Evidentemente el mes de ingreso me ha partido por el eje el proyecto
pero no he renunciado a él. Evidentemente
usaré menos fuentes pero me permitiré más opinión y, por tanto, más
riesgo de equivocación . Empezaré por el simbolismo de algunos elementos de los
Nacimientos, Belenes o Pesebres que de todas estas maneras y algunas más se
suele llamar.
Advirtiendo que es una
figura que personalmente no me gusta en absoluto y jamás bajo ningún concepto
la pondría en uno de mis belenes creo que dado que ahora parece estar de moda
aceptarla por que sí, me ha parecido justo y al menos interesante comenzar por
el célebre Caganer de tradición levantina, si no específicamente catalana. Hastta
hace pocos años no se veía en los
comercios madrileños esta figura pero de unos cuantos años acá es una presencia
sino constante casi inevitable.
Respetando mucho a mis
amigos de blogger catalanes para quienes esa imagen suele formar parte del lado
más entrañable de su infancia y dejando claro que no pretendo sino destacar lo
variopinto de la pluriculturalidad que convive en la Piel de Toro me gustaría
destacar que el Caganer hay que enmarcarlo dentro de un “aire” levantino de
cierto gusto por lo no ortodoxo, lo procaz y, a veces, directamente, lo
obsceno. Las soberbias obras de arte que son las Fallas de Valencia o las
Fogueres de San Joan en Alicante son buena muestra de lo que digo sin contar
con una atmósfera que quizás por esa prodigiosa luz o quizás por las constantes
destrucciones a la que se someten esas tierras por las inundaciones (creo que
era Blasco Ibañez quien dejó escrito que se pasaba de las rogativas por la
lluvia a los funerales por los muertos en la inundación) el caso es que esa
atmósfera a la que me refería tiene un delicioso punto hortera que nos puede
sorprender.
En esta tradición se
enmarca en caganer, de hecho la imagen parece tener sus orígenes en el s. XVII,
época de gran realismo artístico y sobre todo de poner en la tierra a santos y
ángeles. Sin embargo, esta figura no aparece en los belenes, entiendo que por
tanto su creación atiende más a temas supersticiosos o simplemente cómicos. En
el s. XVIII, época de esplendor de los grandes belenes napolitanos y también
regionales el caganer entra en ellos aunque no se popularizó hasta el XIX. Se
colocaba, no sé si ahora sigue
haciéndose así o ha ganado preeminencia en un lugar discreto y poco visible y
se consideraba que colocarlo en al
Nacimiento traía suerte siendo incluso una figura admitida por la Iglesia.
Hay, antropológicamente
una explicación que justifica esa creencia en la buena suerte que traía y que
es tan simple como el abono que el buen hombre da a la tierra y que la tierra
devolverá en las cosechas. Esto explica por qué nace fuera del contexto
religioso del Nacimiento. Sin embargo, hay otra explicación, digamos más
espiritual, que implica que para la llegada de la Buena Nueva, o lo que es lo
mismo: de cualquier revolución espiritual el hombre, como la taza de té del
maestro zen, debe vaciarse de lo previo y predisponerse limpio de prejuicios y
resabios a recibir lo que de esa revolución le venga dado. Esto no implica
necesariamente que tenga que ver con su entrada en los Nacimientos pues
conviene recordar que también el tiempo de su aparición es un tiempo convulso
de reformadores, herejes y persecuciones. De modo que el sentido de esta imagen
puede quedarse ahí o remontarse incluso mucho más atrás antropológicamente.
Creo que este año precisamente el Caganer se ha ganado un puesto en el nacimiento refrendado por la cantidad de adoradores que la han cagao. Eso por no hablar de los chorizos... ¡Qué cosas me haces escribir Joaquinito!
ResponderEliminarHombre no iba por ahí así que no ha habido que presiiopnarte mucho, y es que lo lllevamos dentro y claro, aunque no queramos sale. Jejejejejeje
ResponderEliminarTe dire, Joaquin, que creo que por aqui, por Castelló la figura del cagané no esta en la tradición asï que probablemente venga de mas arriba. De mas allá de la frontera que dirian nuestros vecinos. Yo, en mis nacimientos nunca lo he incluido aunque recuerdo una ocasión en que en uno de mis belenes aparecía la huella de su paso en un rincón de un callejón apartado. Creativo que es uno. Un fuerte abrazo, amigo.
ResponderEliminarNo sé yo pues parecec que también en Murcia existe, o eso dicen los papeles, una cierta tradición. Un abrazo
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