Salida del Paso de Nuestra Señora del Dulce Nombre en la procesión de Jesús el Pobre, en Madrid.
Esta entrada es en parte respuesta a David, que nos decía
algo que merece salir del coto de los comentarios sobre la emoción sentida ante
el giro de un paso. Es que es algo más que un montón de peso sobre unos cuantos
hombres en un movimiento para algo básicamente innecesario. Si me permitís una
vez más irme por las ramas os diré lo que a mí me parece que supone ese acto –y
algún otro bastante más duro-. Desde luego está la fe, “la fe mueve montañas”
se decía antes, y la física cuántica parece dispuesta a demostrarlo a escala
molecular, of course, pero no es lo único que toma forma en ese acto de cargar
el paso. Es curioso que algo tan aparentemente simple tenga una doble lectura
como mínimo. Veamos.
Desde hace ya demasiado tiempo los falsos valores que nos llegan
de la cultura anglosajona que poco o nada tiene que ver con la mediterránea –ya
sé que no descubro nada- en todos los campos desde el neoliberalismo
asilvestrado de la theacher a otras actitudes más profundas venidas de las
escisiones de la Reforma luterana. La peor de todas ellas es el individualismo
llevado a sus consecuencias extremas, echad un ojo alrededor y aparece en cualquier aspecto, especialmente
en verano cuando los cadáveres de los ancianos huelen peor después de llevar
varios meses muertos ante una televisión encendida. El hombre sólo es válido
como individuo autosuficiente, buen principio para desautorizar sindicatos, por
ejemplo. El mismo principio nos lleva a dividir la sociedad entre los
“triunfadores autosuficientes” y los fracasados, muchos de los cuales lo son
por no doblar una rodilla a tiempo, o no enviar el célebre jamón de “Cinco
horas con Mario”. El gran problema es que incluso esos “triunfadores
autosuficientes” son animales sociales y necesitan muy a pesar suyo pertenecer
a algún grupo, aunque sólo sea para
demostrarles su desprecio infinito. El hombre es un animal social, más animal
que social, todo hay que decirlo, y el mero hecho de reunirse para hacer una
actividad común, cuando menos.
Un comentario quizás al margen, quizás no. Hubo un tiempo en
que todos éramos una “unidad de destino en lo universal”, es decir, desde
arriba se nos inducía y manipulaba para que nos sintiéramos parte de ese
proyecto nacionalcatolicista mediante todos los medios posibles, desde la
Formación del Espíritu Nacional, al NO-DO
(El mundo al alcance de los españoles). En otras palabras: pertenecíamos
a algo común por… fuerza. El poder de la Iglesia era incluso mayor que el de
ahora pero llegó un momento en que para sacar los pasos de la Semana Santa
Andaluza –no sabría decir de qué provincias exactamente- hubo que pagar cuadrillas que lo hicieran. En el momento en que aquella Unidad de destino
de va al garete, el individuo busca su grupo, su elemento y ahora mismo no sólo
hay más pasos que nunca sino que hay listas de espera para llevarlos, en todas
las poblaciones desde la más humilde con su Cristo ingenuamente tallado, a la
más grandilocuente con su Dolorosa recién tallada y más grande que la puerta de
la iglesia.
Es evidente que a quienes quieren tener al individuo
confinado en su individualismo, indefenso en su soledad, cualquier forma de
actuación grupal no controlada, el caso de la controlada sería el maldito
fútbol, les tiene que molestar y mucho. De ahí el ejemplo de la procesión laica
de Macarena y Gran Poder en Barcelona. De ahí también el hecho de que uno de
los frutos de ese individualismo que es la Semana Santa de playa en lugar de
torrijas, haya producido que en un lugar del Levante de cuyo nombre no quiero ni
acordarme, con una población triplicada esos días hayan tenido que recurrir a
la colonia alemana –y luterana- para sacar los pasos de la Virgen en estos
días.
Ya nos quedan pocas espitas por donde dejar salir la fuerza
del colectivo y desgraciadamente casi siempre en situaciones dolorosas, como
los comedores sociales, que no los llevan precisamente las instituciones sino
los vecinos, o incluso si hay algún personaje institucional es en contra de la
institución que representa. Por eso cuando ocurre ese pequeño acto de un giro
de un paso procesional, sentimos la potencia del colectivo voluntario del
individuo. Eso es lo que se está
perdiendo, para deleite de los poderes y empobrecimiento del individuo.
Posiblemente esta entrada sea una divagación vana sobre algo
demasiado serio, posiblemente esté divagando sobre la nada, es cierto. Lo más
seguro es que a nadie le importe y probablemente en realidad no sean más que
palabras vacías. Y es que a veces el individuo se pierde a sí mismo.
Tus palabras nunca son vacías, Joaquín.
ResponderEliminarTu que me lees con buenos ojos jejejeje
EliminarGracias
Un abrazo
Tu que sabes de esto, ¿se hacían estas cosas en Madrid hace 30 años? ¿Había costaleros y todo lo que esto trae consigo? Yo juraría haber visto la procesión del silencio por la Gran Vía con las imágenes sobre ruedas.
ResponderEliminarInsisto un poco en mi comentario anterior, creo que debería preocuparnos que en el siglo XXI no hayamos sido capaces de crear nada que nos aune, que sea mas acorde a la evolución de la sociedad, e insistimos en las viejas supersticiones y los ritos de los hechiceros
Un abrazo
Lo cierto es que la Semana Santa madrileña ha ido cobrando importancia poco a poco y también lo es que la actual se enfoca como un imán de turisteo. Sin embargo, también lo es que la ciudad aluvial que es Madrid ha ido recogiendo formas de cada procedencia de los ciudadaones que iban llegando. Difgamos que, por ejemplo, una de las imágenes de mayor y más tradicional de Madrid es Medinaceli, y sale con ruedas, como la Paloma. Actualmente no sé si la del silencio saldrá sobre ruedas pero lo más probable es que tú sí la vieras sobre ruedas, como hoy al Divino Cautivo. El peso de la Semana Santa Andaluza se deja notar muchísimo e incluso la tamborrada de Domingo de Resurrección viene de Aragón, creo.
EliminarEn cuanto a tu comentario. Lo cierto es que merecería estudio aparte. Encontrar algo que nos aune ¿a los españoles? Complicado de me lo pones pues ni cuando nos ponemos patriotas somos capaces de hacerlo.
La sociedad evolucionará pero no en un sentido aceptable cuando acepta como nuevos cultos cualquier adelanto técnico y se aleja de sus semejantes. Hoy por hoy cualquier papanatas bien llevado por una cadena televisiva puede convertirse en gurú de cualquier cosa, de la moda hasta llevarle a la presidencia del gobierno. (Berlusconi es una prueba)
En cuanto a superstición/religión vivida de un modo un tanto "tosco", y te habla un creyente que es el primero en reirse de esas manifestaciones, no puedo opinar. Veo y he visto gente desesperada encontrar consuelo y paz en esas formas. Gentes de vidas que parecen más condenas que vidas estar en paz y hasta felices agarrándose a esa fé de carbonero.
Luego está lo otro: el folklore, la fiesta pija, el vanaglorarse de esa fé como si fuera superior a ti y a todo lo demás, bueno, eso pasa con cualquier actividad humana.
Y en cuanto los Hechiceros, la nueva hechicería es la ciencia, y donde no llega, ¿por que no buscar consuelo en la otra?
Por otro lado la razón está llena de trampas, por muy lógicas que sean.el corazón tiene razones que la razón desconoce. No caigamos en el exceso de racionalismo como caen en el exhibicionismo religioso.
Un abrazo