Clickear esta imagen es una ampliación espléndida para quien no este familiarizado con esta pintura.
Con esto de las reformas de mi alcoba que van empezando a durar más que las obras de El Escorial o que las de la M-30 me veo obligado a enfrentarme a viejas historias. Al principio pensé en cambiarlo todo, quizás hubiera sido la mejor idea pero ni el dinero ni mi desapego escaso me lo ha permitido. Por ejemplo, hoy tocaba decidir de una p... vez qué cuadro iba a ir sobre mi cabecero. ¡Que tontería! ¿Verdad? Pues no, han sido meses de debate y cambios de idea para, al final, dejar el que tenía, pero cambiándole el marco. Con tres como ésta alcanzamos la paz mundial. Además según llevaba el cuadro con marco y todo a la tienda de marcos me he dado cuenta de algunas cosas.
Por ejemplo, que esa lámina lleva sobre mi cabeza más de treinta años, que me la regaló una prima mía sabiendo de mi pasión por el Greco de la que nunca he hablado en este blog y de mi especial predilección por esta obra en concreto. Sinceramente creo que la pintura moderna tiene en este y otros cuadros del Greco sus piedras angulares. Recuerdo que compramos el marco más barato -metal dorado y liso como el encefálograma de algún que otro alcalde- para que no se estropease, entonces no era tan fácil acceder a las imágenes como ahora.
Además esa obra me la envió alguien como tarjeta de felicitación navideña -que también la ocurrencia- y desde entonces me ha acompañado como amuleto a toda clase, examen, conferencia, tesina o tesis que he hecho.
Al entrar en la Universidad no tenía yo mucha idea de El Greco pero pronto me apasioné por su pintura, y cuando tuve que hacer mi primera exposición en solitario ante mis compañeros de clase en tercero elegí como tema nada menos que la obra El Greco en conjunto, hala, que atrevida es la ignorancia. Sin embargo, salió bien, esa fue mi primera clase. Es curioso que la que creo será mi última clase pues el ambiente de centros culturales para adultos está agonizando, haya sido también sobre El Greco, aprovechando la conmemoración del año pasado. Parece que esta obra y yo estamos extrañamente ligados, pues incluso es una de las pocas pinturas que no están en Madrid que he visto en su marco habitual, la sacristía de la de Catedral de Toledo y, por segunda vez, ya restaurada, en El Prado. Nunca lo había pensado pero esta mañana allí eligiendo un marco más decente, me di cuenta que era esta y no otra la imagen que debe presidir mi alcoba. Y no sólo por su inmensa calidad artística sino por lo que de símbolo tiene en la vida de todos, un despojo brutal de ilusiones, de posesiones, de seres amados que es la vida y que sin embargo, nos resistimos a dejar por la inenarrable belleza del cuadro, de la vida. Podría hablar horas sobre este lienzo, pero no hace falta. Habla solo y de algún modo siempre será parte de mí. Lo que no me explico es como he tardado tanto en darme cuenta.
Pues comprendo tu elección. Es una obra bellísima y muy moderna.
ResponderEliminarRedecorar tu vida está bien pero eso: que siga siendo tu vida, no la de los decoradores. Yo soy muy de dar la vuelta a todo cada cierto tiempo pero siempre con los mismos elementos.
Un abrazo
Con los mismos o añadiendo nuevos que hayan entrado en mi vida. No me imagino consintiendo que un decorador me diga donde tengo que poner esto o aquello por que esté más o menos a la moda.
EliminarNada peor que una casa en que todo va medido y "a juego", es igual que una casa sin vida, muerta. Vamos que no es una casa sino un sitio donde dormir.
Un abrazo