Estaba yo preparando una entrada de lujo, una entrada que hablaba de belleza, del tiempo, de historia, de artes, de todo aquello que me comprometí a hablar en la declaración de intenciones del blog. Incluso iba a tener varias partes. Supongo que la haré en algún momento. Sin embargo, hoy no será ese momento por que se me ha cruzado en la Red una imagen. Una de esas imágenes-jaula en la que te sientes atrapado, habría mucho que explicar de ella, mucho que decir a quienes no saben nada de lo que se habla ahí, a los que han tenido la suerte de no tener cerca algo parecido a lo que se ve ahí, a quienes una vacuna llegó en buen estado y a tiempo, habría que pasarse meses contándoles, contandoos si alguien lee esto, miles de cosas, humillaciones, dolores, vergüenzas, desprecios, marginación, burla, esfuerzo, pero sería en vano. No lo entenderían, no lo creerían. Pensarian, pensariáis, que es una invención o que eso pasaba hace doscientos años en los paises subdesarrollados y no aquí hace treinta años, es difícil de afrontar, lo sé, por eso no voy a hacer comentarios.
Quienes saben de que hablo no los necesitan.
Quienes no lo saben seguramente tampoco.
Yo sí necesitaba, necesito, mostrar la jaula en la que muchos, a quienes no llegó la vacuna a tiempo o llegó en mal estado, han tenido que vivir. Eso sí, la sociedad les premió con el olvido, la burla, el desprecio y la exclusión.
Paraos un momento e imaginad un cuerpo metido en eso. Sólo un momento.
Paraos un momento e imaginad el proceso para elaborar eso. Sólo un momento.
Luego, coged aire a pleno pulmón, y disfrutadlo a la salud de quienes vivieron ahí dentro sin poder hacerlo.
Las imágenes duelen.
Las palabras duelen.
La rabia duele.
La ignorancia duele.
El conocimiento duele más.
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