Con tus palabras has hecho algo que normalmente se evita hacer, como muy bien apuntas tú: bajar a poner los pies en el suelo. Hace once días que ocurrió el terremoto de Haití y, sin embargo, ni lo he mencionado en este marco. Demasiado grande para entrar aquí o quizás ¿demasiado cobarde el autor como para afrontar en serio la imposibilidad de comprender tanto dolor? Sin duda lo segundo.
Es más fácil esconder la cabeza, pensar que son cosas que ocurren lejos, que, afortunadamente, no conocemos a nadie allí, que menudo desastre de país. Alejar nuestro sacrosanto individualismo de aquello, buscar culpables, hacer reproches, quizás incluso, permitirse -mucha gente lo hace- un cierto desprecio hacía esos países que no producen gente rubia -o como decía una tía mía: presentable que puedes llevar a cualquier sitio-. La cuestión es huir. Para eso inventamos cualquier cosa, incluso un blog. ¿Por que? Supongo que por que somos humanos y levemente conscientes de que no podemos soportar todo el dolor del mundo en unos hombros, pero también por que mirando hacia otro lado ante problemas aparentemente lejanos nos entrenamos para hacer lo propio con los cercanos. Así nos será más fácil no tener que socorrer a nadie en carretera o no escuchar a un amigo en un problema, no visitar a nuestra abuela en el sanatorio o la residencia o no acompañar a alguien en una sala de urgencias por que quieres ver el partido.
Creamos un universo individual a nuestro placer y lo que no encaja, lo negamos. Eso he hecho yo y todos cuantos no hemos mencionado Haití, que no voy a ser yo el único. Eso sí, corrí a recoger imágenes de una hermosa mujer que murió hace unos días a los 80 años. Como dijo Felipe IV: me da miedo mirarme en los espejos.
He vuelto, sin querer, al yo. No es ese el tema. El tema es el dolor, la pérdida, la desolación física, mental y espiritual de un país. El tema es el esfuerzo de quienes se están dejando el alma en la ayuda a ese país, es la impotencia de quien a pesar de sus esfuerzos sólo encuentra cadáveres, es la grandeza de un bebé que sobrevive o un hombre que ha perdido todo menos su familia y dice que no tiene importancia, es la iniciativa de recoger niños y cuidarlos sin tener nada. Más que todo es el dolor de vivos y muertos, cercanos y lejanos. Un sufrimiento inútil ante el que no podemos hacer nada sino dejarlo entrar en nosotros simplemente para ser humanos. Precisamente nuestra condición de humanos es lo que negamos al mirar para otro lado, y precisamente nuestra condición de humanos es lo que nos devuelven esos hombres y mujeres con -perdón por la expresión- los cojones suficientes como para dejar comodidad, su familia, su cotidianeidad ajena a todo para compartir y ayudar de verdad a aquellos otros humanos que tuvieron la desgracia de nacer en el país equivocado. Gracias a ellos podemos levantar la vista y decirnos: vale, yo no valgo nada, pero hay alguien de mi especie, de mi país, de mi ciudad que sí. Entonces pensamos que quizás valga la pena la condición humana, pero sólo por esos hombres y mujeres que sacan lo mejor de sí mismos y lo ponen a disposición de desconocidos que lo necesitan.
Yo tengo la costumbre de encender una vela cuando se producen estas catástrofes, sé que para muchos no tiene ningún sentido, sé que muchos presumimos de ateismo cuando sólo estamos en desacuerdo con la realidad religiosa que nos rodea, sé que muchos no creemos en nada, pero espero que comprendáis el gesto símbolico de encender esta vela que inicia la entrada hoy aquí,. Como recuerdo a quienes sufren y como expresión de la gratitud por devolverme la condición humana volcándose con ellos he querido buscar lo que siempre he percibido como la máxima expresión de belleza y vida: la rosa. Nada hay más bello que una rosa y, por lo visto, nada hay más fuerte pues como especie es muy anterior a los dinosaurios. Así deben ser los corazones de esos hombres y mujeres.
Siempre hemos de mirar a la realidad a la cara, porque sólo de mirarla nace la auténtica belleza.
ResponderEliminarjaj genial, cari, muchas gracias.. me siento muy orgulloso, si de alguna manera te sirvo de inspiración, pues tu dices lo que yo no sé decir, tu le das un sentido más amplio y mas... no sé como decirlo, más moral o sensible, jaja por no decirte mas intelectual jaja que ya sabes de lo que yo escapo, pero no soy tan tonto que no aprecie la belleza de tu justificación. Y es que somos humanos para lo bueno y lo malo. Sabemos lo que pasa, lo comprendemos y nos sentimos impotentes ante tanta desgracia, y pocos sabemos lo que podemos hacer. Un gesto tal vez, una postura orgullosa y fuerte como esa rosa es un bónito símbolo de humanidad.
ResponderEliminarMi padre va en aceptación de su destino (que por cierto tu has entendido perfectamente lo que decía de que tuve que contenerme en la despedida, aunque a algunos les parezca raro hoy, jaja), no sé si hubiera ido voluntario, pero en cualquier caso no quiero que me sirva de coartada a mí, aunque me siento muy orgulloso de él...
Bezos y gracias, cari, me queda la duda de si me he explicado bien en el comentario, pero ya es tarde para volver atrás, jajaja
Hola miles de gracias por pasar por casa, vengo a darte los buenos días y a curiosear, bellas palabras.. un saludote
ResponderEliminarPe-jota: hermosas palabras que debían encabezar muchas cosas, entre otras este y otros blogs.
ResponderEliminarThiago: todo eso que dices que yo le doy a lo que tu dices no son más que años y, lamento decirlo, algo de intelectual sí que hay, no me he dejado las pestañas empollando toda mi vida para que no se me note, aunque no sea eso lo que yo busque ni mucho menos.
¿Como no voy a comprender tus sentimientos ante el destino de tu padre cuando he tenido que recorrer ese camino antes más de una vez y, creeme, con otras cargas añadidas? Ir de machos no sirve de nada pero las lágrimas tampoco, nunca han valido de nada así que sólo nos queda estar a la altura de ellos en lo que nos toca.
Balovega: gracias a ti por tus elogios y siempre es un placer visitarte.