Como algunos habréis percibido el arte es lo mío, la historia del arte. Que sienta predilección por una u otra época o uno u otro país es cosa que aparte hemos de dejar sin no quiero perderme en laberintos góticos o minotáuricos que distraen, cuando no aburren, del tema a tratar, o por mejor decir y ajustar el verbo –léase palabra- temas a tratar que ya de por sí se mezclan y repelen, no sólo entre sí sino con esas puntas de iceberg de la personalidad del bloguero que de vez en cuando asoman en cuando escribimos queramos o no. Así hoy he decidido afrontar un tema más filosófico-imbécil en lugar de mis textos o de mis opiniones revenías y cabreadas. Es tema arduo del que empiezo a estar harto y del que, sin embargo, no oigo hablar, o por lo menos no en línea que me preocupa personalmente, opiniones aparte. Como es público y notorio no soy un defensor a ultranza del arte moderno, casi casi, al contrario. Puedo entender muchos matices del mismo e incluso podría argumentar a favor de él y en contra. Pero hay algo que me inquieta y que se mezcla con otro aspecto bien conocido de mi personalidad a través de lo que llevo escrito aquí. Creo que está claro que no soy un especial defensor de la Iglesia Católica y del cristianismo en general, aunque me temo que no he dejado tan claro que ni soy ateo ni soy anticristiano o cosa parecida. Como el tema a tratar no es ni mucho menos mi actitud ante el hecho religioso y sus instituciones en la tierra he querido, sin embargo, esbozarla para que no se malinterprete el texto. O por mejor decir: la reflexión que me quiero plantear aquí.
Cuando hago estas cosas siempre acabo teniendo la impresión:
A: de estar dando vueltas a un molino de noria
B: de estar diciendo majaderías y por tanto estar en mi sitio sacando agua con la noria.
Pero bueno, uno piensa aunque piense mal. Hace ya unos meses Uno en su blog sacó una de sus magníficas fotografías de los lavabos de cierto centro muy activo culturalmente, es la imagen que, con su permiso, reproduzco en primer lugar. El texto es lo que me desenfoca la mente y bastante: “La claridad en los museos es la manifestación de que el arte se ha vuelto inofensivo”. No es un hecho aislado que se quede ahí, en una pintada, sino que parece opinión generalizada que el arte museístico está muerto y que el arte vivo tiene que ser beligerante, globalmente beligerante. ¿Contra qué? Me pregunto yo. Claro no hay nada que esté en su sitio y que habría que estar en guerra constante –artistas y no artistas- pero me pregunto otra vez –hoy estoy preguntón- ¿Es esa la única función del arte?, ¿no se ha demostrado sobradamente que nunca ha cambiado el arte nada por si mismo, como mucho, ha sido imagen “a posteriori” de una lucha nacida y llevada a cabo por otros? ¿Negaremos su condición de arte mayor al David o a Cristo muerto de Gregorio Fernández, a El nacimiento de Venus o a Las tres gracias? Si se niega la cualidad de arte de estas y otros millones de obras y autores, incluido el portentoso Van Gogh, el caleidoscopico Picasso –que no sólo pinto el Guernica sino infinidad de desnudos, pintor y la modelo etc,- el paranoico-crítico Dalí, o el exquisito Juan Gris, si se niega eso, repito, pues entonces el tema está zanjado y nada que decir.
Cristo yacente de Gregorio Fernández
Sin embargo, si admitimos que estas obras y autores son obras de arte ¿alguien me puede decir donde está escrito que el arte tenga que ser necesariamente agresivo, provocador o belicoso? Cierto que la técnica ha suplido muchas de las funciones del arte de siglos pasados pero ha creado otras como la fotografía, el cine y las que queramos añadir. ¿Es que sólo una imagen revulsiva o provocadora, denunciante o agresiva puede ser considerada arte? O peor aun ¿es que sólo tiene validez como arte este tipo de trabajos? El Guernica, en un museo por cierto, sigue encendiendo los ánimos, Los Fusilamientos, Las Pinturas Negras, hasta los enanos del dócil Velázquez nos revuelven. Todavía nos conmovemos ante el mármol de David, la curva de las caderas de La Venus del Espejo y nos sigue inquietando quien sería la descarada mozuela de La Maja desnuda por que aún nos sigue perturbando. Todo ello está en los museos, como las Inmaculadas de Murillo, los Santos del Greco o los bodegones de Meléndez. Si los unos nacen provocando y siguen haciéndolo en los museos, los otros nunca tuvieron esa misión sino otra que siguen cumpliendo. ¿Dejan por eso de ser arte? El arte museístico es al arte moderno lo que la memoria y la experiencia al individuo: sin ellas no existimos. Lo siento por quienes creen que están inventando ellos las artes: va a ser que no, aunque lo que hacen o hagan sea tan valioso, o no, como lo que hicieron los antiguos, que no todos fueron grandes maestros.
El arte en sí es inofensivo: nadie después de ver los fusilamientos cogió una navaja y se fue a destripar invasores. Nadie después de ver Los comedores de patatas se fue a organizar una huelga en la mina siempre es al revés, el arte recoge y extiende como mucho. El mayor panfleto pictórico es La muerte de Marat y hoy, poco menos, que ni nos acordamos de quien fue Marat. Apunto como posibilidad que los artistas que consideran que la provocación y la belicosidad del arte es la única vía del mismo en este cruce de caminos es por que son incapaces de encontrar otra. Con esto llego a otro tema que me hace arder en Santa Ira y está bien puesto lo de santa.
Pinturas Catedral de la Almudena en Madrid
El arte religioso desde luego entro en franca decadencia a partir del XVIII y de ahí en adelante no ha hecho sino repetir formas y entrar en una espiral alarmante, francamente. No se sabe qué llega a ser peor si la repetición de formas e iconografías como lo que se hizo en la Catedral de la Almudena –a juego con el horror del edificio, eso sí- o ciertas innovaciones que le dejan a uno turulato, patidifuso y alelao por decirlo finamente, pienso en la Inmaculada de la por otra parte admirable pintora hiperrealista Isabel Guerra, sí, la del convento con el montón de billetes de quinientos euros escondidos. Ya sé que un mal día lo tiene cualquiera pero un óleo del tamaño de ese no se pinta en un día. Juzgad vosotros si esta imagen está a la altura. Yo todavía recuerdo con espasmos cuando la descubrí en la exposición sobre La Inmaculada Concepción. Creo que no me he recuperado de la impresión.
Inmaculada de Isabel Guerra
A lo que quiero ir es a que me preocupa y, sobre todo, no comprendo, que no se haga arte serio del género religioso y cuando se hace se haga exclusivamente desde la provocación a sabiendas sin más criterio pues para hacer una crítica al estamento no necesitan más que inspirarse en los periódicos, será que no hay tema. Cierto que no provoca el que hace sino el que mira, pero es que los a los ortodoxos parece que les encanta ser provocados para ganar prestigio y, volvemos a lo de otra entrada reciente, victimismo. Es el caso del Cristo das Rias Baixas de Manuel Moldes. Curiosamente los medios hablan de un cristo “bocabajo” término que no tiene nada que ver con el término “cabeza abajo” que es el que se ajusta al cuadro y que, sin embargo, es símbolo satánico mientras que a un Cristo bocabajo lo único reprochable sería que se le viera el trasero. Por cierto es un Cristo éste desnudo y exageradamente dotado y, personalmente –aunque no soy quien para juzgar- no me parece nada destacable. Todo esto al final se resume en una pregunta: ¿Qué ha caído tan bajo como para no poder aportar nada nuevo y digno sin la provocación: el arte que necesita del escándalo para llamar la atención o la religión que no logra que se tome el hecho religioso sino desde ese mismo escándalo?
Cristo das Rias Baixas de Manuel Moldes
Lo dicho, que no sé si merezco estar sacando agua de la noria o son otros quienes deberían hacerlo.
Yo creo que el arte, por encima de todo, es arte porque emociona, y no tiene que representar necesariamente algo bello, porque ahí están las pinturas negras de Goya, por poner sólo un ejemplo. Aunque me da la impresión de que en el mundo del arte, que es también un negocio, los que intentan mercadear con él inventan "slogans" publicitarios, que de tanto repetirse terminan pareciendo dogmas. Eso de que tenga que ser provocador, porque sí, es posible que tenga detrás algún interés especulador, de hecho luego las obras que siguen esa tendencia colocan a los artistas que las "perpetran" en boca de todos, y luego pasan a forrarse haciendo de sus herejías. Yo es que con el arte contemporáneo hay cosas que no puedo asimilar, como lo que hizo Miquel Barceló en la catedral de Palma de Mallorca, qué manera de profanar un templo con tanta historia. También voy a muchas exposiciones en las que no sé lo que estoy viendo cuando estoy ante cuatro manchas sobre un lienzo y que me ponga en el cartelito: Sin título. Luego están ésos que usan lonchas de carne cruda o meten peces dentro de una batidora... Yo ya con eso no puedo. Quizás por eso me resultan tan admirables aquellos artistas anónimos de la Edad Media que nunca tuvieron fama ni riquezas y que crearon sus obras llenas de belleza, encanto y espiritualidad sincera sólo para mayor gloria de Dios. Saludos y besos.
ResponderEliminarBonito tema, aun no resuelto. Esto de los límites del arte es la misma discusión que la del sexo de los ángeles o el de la existencia del "Ser". Yo no entiendo mucho, pero entiendeo tu punto de vista... Meter un crucifijo en un tarro con orina del artista dificilmente puede ser arte y sin embargo es provocación o es una guarrería.
ResponderEliminarPero también entiendo la idea de que hoy el arte debe estar lejos de los museos, puede venir de tanto museo-chicle para consumo masificado de viejas y cursis bienpensantes como los que monta la Baronesa...
El tema de la Catedral de la Almudena entra en ese apartado: dinero. Los del camino neocatecumenal han aportado mucho dinero a la finalización del tempo, y a cambio su jefe ha pintado esas mamarraxadas en el templo.. Pero es que si algo tengo claro, es que puede que las figuras religiosas de Alonso Cano o de Berruguete SON ARTE con mayúsculas, tb. creo que hoy en día ya no se puede ni tiene sentido hacer eso mismo, un cristo yacente o una piedad...
O sea que el arte si que tiene obligación de innovar o provocar (provocar no quiere decir escandalizar a mi modo de ver, eh), y en ese sentido, una vez que la sociedad lo asume y lo "encierra" en las paredes de un museo, pierde algo de ese sentido crítico o provactivo.
Espero haberme explicado. Pero vamos, de todas maneras a mi que la iglesia y catedrales se llenen de mierda falso arte me la chupa, que se jodan, jaaj
Bezos.
El arte es el arte de provocar, todo depende del significado, en el mundo del arte la provocación es la capacidad de hacernos sentir. Sentir en sentido amplio, repulsión, amor, indignación, desagrado, inquietud, admiración, ...
ResponderEliminarSon muchos y muy variados los sentimientos que pueden agolparsenos al admirar una escultura, un lienzo, una fotografía, y es esa capacidad de transmitir la que da sentido al arte, el cual también puede ser denuncia, pero no únicamente debe tener este sentido, este no es más que una de las múltiples caras que puede presentarnos la obra artística al ser contemplada.
Arte y religión, hoy en día es un mero ataque, lo peor es que en la mayoría de los casos carente del más mínimo fundamento y por regla general basado en el ataque furibundo, no hay discurso, sólo la provocación por la mera provocación, busca el irritar pero sin aportar y las más de las veces es mero oportunismo.
Rober: creo que no podría estar más de acuerdo contigo y reivindico el arte como oficio bien hecho con el que decir cosas pero demostrando dominio de técnicas y eso, oficio. Gran parte de culpa la tienen, como siempre, los medios pero eso es harina de otro costal.
ResponderEliminarThiago: ese museo-chicle al que entiendo que adjudicas el sentido de consumo rápido y vacío, es el precio de la divulgación del arte. Antes estaba al alcance de unos pocos privilegiados y al abrirse corremos el riesgo de que esas brujas llenen las salas pero si te fijas bien verás a mucho joven -hasta 35- mucho maduro/a solo y a mucha gente concentrada ante cada obra.
Cierto que no se puede seguir haciendo el mismo arte que Cano, pero tiene que haber una forma artistica de expresar el hecho religioso que no sea provocadora. Y dudo mucho que Los fusilamientos o el Guernica hayan perdido su cualidad de grito al estar en un museo. Tu comentario final, sinceramente, me parece en exceso frívolo -entiendelo desde el mayor respeto-, al fin y al cabo es nuestro dinero y nuestro patrimonio. Habrás observado que no he mencionado "lo de la Almudena" por que siento vergüenza ajena.
Pe-jota: si hubiera sabido decirlo con tus palabras esta entrada hubiera sido mucho más corta. Sólo añadiría que para o lograr despertarnos el asco no es necesario representar un vómito, pongo por caso, esa es la solución fácil. ¿Hay algo que inspire más asco que la cara de Fernando VII cuando la pinta Goya?
Un abrazo y gracias por leerme.
Tu es que ves una pintada y haces una tesis. ¡
ResponderEliminarMadredelamorhermoso...!
Estoy basicamente de acuerdo contigo.
Lo del arte religioso moderno es de juzgado de guardia. Si yo fuera el papa tomaría cartas en el asunto: fomenta la apostasía. Yo fué entrar en la Almudena y hacerme ateo.
Un abrazo