Fue una mañana, como tantas, se levantó, fue a la cocina y puso la cafetera, se quitó el pijama y se enjabonó la cara frente al espejo, tiró el calzoncillo al suelo y se dio una ducha rápida. Iba bien de tiempo así que desayunó tranquilo. Se vistió meticulosamente el traje, la corbata, los zapatos y volvió al baño a peinarse. Entonces lo supo. Se agarró al lavabo con ambas manos y agachó la cabeza ahogando quizás un quejido, quizás un sollozo. Cuando levantó la cara ya estaba seguro de que en su vida jamás volvería a haber alegría.
[Gracias por vuestros comentarios y consejos, parece que de momento no dan resultado, así que iré respondiendo a ellos mediante esta vía]
Amigo, vengo a agradecerte por el comentario que dejaste en mi cueva... solo los verdaderos amigos dicen las verdades.
ResponderEliminarCreo que estoy encontrando la manera de pasar página amigo, ya me siento feliz (me entiendes), hace poco tiempo tenia la sensación que nada podría quitar ese nudo en la garganta, me sentía como "en espera", como si todavía hubiera alguna posibilidad de que todo vuelva a ser como antes, pero hoy me siento comprometido con mi nueva realidad, es como si hubiera renacido, me siento fuerte y con ganas de vivir.
Hay momentos, fechas, lugares, que me traen recuerdos y tristezas, pero ya no me dañan... las lágrimas se mezclan con sonrisas nostálgicas.
Jamás voy a olvidarla, no quiero superarla, y quiero eternizarla transmitiendo todo el amor que recibí de ella a mi hijo.
Muchas gracias por tus palabras amigo mío, me han ayudado muchísimo.
Un abrazo
Por mi carácter siempre intento ver elementos positivos, inclusive cuando parece que no hay ninguno
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