Veo que compartimos la idea. Será duro, sí, claro que sí, pero miremoslo de otra manera, si me lo permitís.
La confianza, nuestra confianza, nuestra guardia bajada, es su mejor arma. Ahora, en esta especie de estado de excepción en que nos vamos encontrando nos vemos obligados a no descuidarnos, en cierto sentido estamos comenzando a desarmarles. Yo tampoco creo en milagros pero sí en que el bicho humano es demasiado correoso y resistente como para aplastarle del todo, siempre sale de debajo de la bota de quien le pisa el cuello, que se lo pregunten a Luis XVI, Ceaucescu o Gadafi, por ejemplo. Sé que me podéis matizar mil cosas a esta afirmación pero, al final, las cosas van cambiando demasiado lentamente, cierto, pero cambiando.
Por otra parte No Estoy Dispuesto A Que Cierta Gentuza ME Amargue La Vida, que bastante tiene cada uno con lo suyo. Igual que siempre he sostenido que la mejor arma del ciudadano contra el terrorismo y las catástrofes es luchar por mantener la normalidad sin aspavientos ni grandes gestos, creo firmemente que "defender la alegría" que decía el poeta y cantó Serrat, nuestra alegría menuda y cotidiana, es el primer paso para iniciar la resistencia.
Uno, Pe-Jota, gracias por dejar vuestros comentarios y por el honor que me hacéis leyéndome. Un abrazo
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