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miércoles, 23 de abril de 2014

Pequeñeces de una Santa Semana


Me vais a perdonar pero hoy no estoy para equilibrismos mentales y menos de los otros. Así que como quien dice voy a escribir esta entrada a vuela pluma o a vuela tecla cabría decir sin pretender nada más que dejar flashazos de estos últimos días.
Viernes de Dolores, era lógico que con ese nombre empezara mal la cosa, pero es que aquí entre Dolores, Soledades, Martirios, y penas varias se nos va el santoral femenino. El caso es que estaba yo a mis cosas cuando suena el teléfono. ¡Alegría es una antigua amiga de mis padres a quien apreciamos mucho! Llama para preguntar por otro común amigo a quien ha perdido la pista, no sabemos nada de él. Preguntamos por los amigos de allá de la tierra donde nací y que no conozco; veamos, tres muertos, entre ellos la hija de esta amiga de mi edad, uno de sus yernos con unos siete infartos y la que queda de las dos hermanas amigas de siempre ya no sólo está sorda cual siete tapias sino que la pobre está perdiendo la vista. Sí, claro, estamos hablando de gente que bordea los noventa pero no por eso menos querida, coño, además si están vivos, por lo menos que tengan un mínimo, más coño. Salimos y encontramos a un antiguo compañero de por entonces le preguntamos por el amigo por quien preguntaba la llamada. Bien: primero perdió la cabeza, luego le ingresaron en una residencia y finalmente se murió con el añadido de que su mujer ahora está ingresada en una residencia por que ha perdido la cabeza. Joder, todo en menos de media hora. Hay cosas que acaban haciendo mella en el alma de uno, por muy lógico que quiera uno ser.
Como todo el mundo tengo una amiga que se llama Dolores, voy a comprarle el regalo, un centro con plantitas y tal a una tienda nueva que se abrió con ayuda solidaria y tal, precisamente para ayudar y me dicen que la van a cerrar, curiosamente una de los pocos comercios de mi barrio que no parecen salidos de una peli de Tim Burton, llena de flores y vida animal. Es que en mi barrio lo más animado son los cementerios y vivimos entre tres, a falta de uno, ah, y un tanatorio.
A un juez le van a juzgar por juzgar a un delincuente, un capitán de barco se escapa del naufrago el primero dejando a no sé ya cuantos cientos de adolescentes hundirse, por cierto uno de los profesores también pero por lo menos éste ha tenido la decencia de suicidarse que viene a ser lo mínimo.
Me voy a una exposición de artesanos textiles japoneses contemporáneos. No sé si es que no sé qué son textiles o que no sé qué quiere decir contemporáneo. Me entero de poco o nada, voy a coger un folleto para indagar de qué va todo aquello y no hay. La tienda del museo está cerrada. Me preocupa la salud de mis neuronas. Voy con una amiga a quien, como no, quieren despedir siendo funcionaria por oposición y demás.
Paso por alto, de momento, mi estado de salud general.
El martes se suspende la clase de pintura, lógicamente. La tarde se queda vacía. Hago como que dibujo.
Enciendo la tele y veo terremotos, incendios, naufragios y encima legionarios haciendo de legionarios, pobre Cristo de Mena.
Item más, el sábado previo a traición programan “Un rayo de luz”, se vea o no se vea la cosa tiene sus bemoles ¡¡¡¡¡”Un rayo de luz”!!!!! Yo soy partidario de que este tiempo es buena excusa para péplums y demás romanadas e incluso para el buen cine religioso, que lo hay aunque no lo creamos, pues no: “Un rayo de luz”
El jueves hacemos en casa las torrijas. Nos salen mal, incluso después de haber perdido la mañana del martes para ir específicamente por el pan a la panadería que se supone tiene el mejor pan de torrijas. No es eso lo peor. Ni siquiera lo peor que es que se muera García Márquez, lo peor son los recuerdos que el olor de freír las torrijas le traen a uno a la cabeza. En otros tiempos, me encerraba con mi madre a hacerlas, pasábamos toda la tarde, mi madre murió cuando tenía un año menos de los que yo tengo ahora. Esa era la tarde del Miércoles Santo, el Jueves Santo unos tíos míos venían de lejanas tierras exóticas (Alcorcón, para ser exactos) y nos recorríamos una ciudad vacía aprovechando el puente. A veces comíamos juntos. El Viernes Santo, de los cuatro puntos cardinales de mi ciudad se ponían en marcha unos cuantos coches para confluir en la Sierra, la Única Sierra, en casa de una de mis tías que preparaba potaje para treinta y tortilla de patatas para dos. Ahora la mitad de todos aquellos personajes han muerto y los otros han decidido dejar a los demás en la cuneta, en todas las cunetas.
En mi barrio el Domingo de Ramos hay una procesión modestísima pero precisamente por eso encantadora. Normalmente no voy pero el último Domingo de Ramos llegué a tiempo de la salida de misa donde se supone que va la otra parte de mi familia con hijos y nietos, vivimos cerca, así que pensé, me voy les veo a la salida, sobre todo a los niños y me vuelvo con ellos. Esperé hasta que acabó la misa, por cierto, el SAMUR apareció a la una preguntando que cuando empezaba la procesión que había empezado a las doce, claro, se fueron; de la iglesia salió todo el mundo menos mi gente. El martes supe por casualidad que se habían ido no sé a donde, literalmente no lo sé.
El Viernes deambulo sin rumbo, me atiborro de torrijas y veo la tele. Me gusta ver algunas procesiones. Me aburro existencialmente. Siguen los terremotos, los naufragios y demás desastres. Se cae una Virgen, se cae un Cristo, como este año no se licue la Sangre de S. Pantaleón lo llevamos claro. Como hace bueno la gente se mata más en carreteras. Me vuelvo a atiborrar de torrijas para cenar. Sábado repito de todo, incluso de torrijas. Domingo: me revientan las torrijas y los potajes en todos, pero todos, los intestinos, el lunes parece que la cosa ya ha entrado en vías de recuperación pero el martes queda claro que no era más que una tregua. No puedo ir a clase, hoy por hoy, el único sitio donde me encuentro a gusto.
Monas de Pascua con botas de fútbol y mensajes que ahora dicen “soberanistas”, lo que son independentistas de toda la vida. Y yo creyendo que eran para niños. Podían hacerlas con las forma de la Pataky por ejemplo.
Escucho un anuncio: “Papa, si os casastéis en abril y yo nací en junio ¿Mi embarazo duró tres meses?” y una voz medio grita: “Cuanto menos tienen que hacer más tiempo tienen para PENSAR. Tráelos a ….. a que jueguen con sus amigos no sé cuantos (creo que era Bob Esponja pero no estoy seguro)”. Me estremezco de pavor. Casi tanto como cuando veo los paisajes levantinos decorados con los vacacionantes, es imagen que me espeluzna especialmente. El frutero del barrio, conocido y apreciado de toda la vida amanece muerto el Viernes Santo. Nos enteramos ayer.
El Sábado de Gloria aprovecho la ocasión para acercarme a comprar a Palomeque, para quienes no estén familiarizados con el viejo comercio madrileño, es uno de los pocos que van quedando de artículos religiosos a todo nivel, de postales a imágenes de culto. Un viejo y delicioso local repleto de imágenes de santos y Vírgenes, algo que se entiende, no como esos otros comercios que bien están repletos de aparatos que no sabes ni para qué narices sirven o bien están repletos de flamencas a la Gaudí, camisetas del Real Madrid y el Barcelona y tazas con la I y el corazoncito. Compro un álbum de fotos para la comunión de la hija de un amigo. De nuevo los recuerdos se agolpan y nunca son buenos. Casi siempre aparecen para hacer resaltar los vacíos que han aparecido sin motivo. Allí me compré mi cordón de marinerito y el rosario etc. Allí compré gastando mi último céntimo otro cordón para un pariente que no parece recordar que existimos, como todos, por otra parte así que nada que reprocharle, si acaso a mí por gastarme aquel pastón.
En resumen unos días corrientes con la salvedad de la explosión intestinal que aun anda jodiéndome hoy, día del libro, y que me ha dejado recluido en casa. Gallardón dice que es un disparate expropiar a la Iglesia la Mezquita, sobre todo teniendo en cuenta que no es suya. La aguirre, sí, con minúsculas como hiena, alimaña o carroñera, monta un espectáculo para que la iluminen los focos y, dóciles, los focos la iluminan. Ella es la vedette la vedette de un teatro de revista y como es chica lista pasará de corista a alcaldesa si Dios no lo remedia. Por cierto, Tio Pepe vuelve a Sol.
En realidad es en tiempos como este cuando uno comprende que Oé nos dé las gracias por no suicidarnos.

4 comentarios:

  1. Que buena noticia, Joaquin, ha vuelto el Tio Pepe. ¿Ves como hay luz al final del tunel?. Mejorate amigo.

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    1. Sí, ha vuelto Tio Pepe, no creí que me alcanzara la vida para verlo. Estoy con lagrimita y todo. Lo malo de las luces al final de los túneles del ayuntamiento de Madrid es que indican que están maquinando otro tunel.
      Gracias por tus deseos pues de verdad que.... jodísimo, en serio.
      Un abrazo

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  2. Cuántas cosas. Me acabo de dar cuenta de que esta semana santa no he hecho nada de lo que se supone que uno tiene que hacer. Bueno, si: comer torrijas. En mi familia las buenas eran las de mi tía, ya fallecida. Su hija las hace también muy ricas pero es como yo: poco participativa.
    Todavía me acerco a tomarme una hasta la Santiaguesa que son las que mas me gustan.
    Un abrazo

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    1. Para mí si no hay estreno el domingo de Ramos y olor a torrijas el Jueves Santo no es Semana Santa. Aunque he de reconocer que cada año me salen peor, vamos que el próximo año me van a salir como mendrugos.

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