Vamos a ver: durante muchos años he estado en "intimas"relaciones con la actual orden de San Juan de Dios en España, lo que me ha dado motivos más que suficicientes para no soportarles. No digo ni en pintura por que aunque sólo fuera este Murillo y "Triste herencia" Sorolla valdría la pena. Quiero decir con esto que no son frailes de mi devoción, lo que hace más triste que hayan echado a perder la obra del Santo. Sé de qué habló pero no viene a qué hoy aquí. Hoy aquí viene a preguntarme como hay alguien que se pregunte quien va a pagar la repatriación de los dos afectados de ebola de nacionalidad española de esta orden. La pregunta es ofensiva incluso para este gobierno. Es al gobierno y sólo al gobierno a quien corresponde ese gasto, sin contar con que repatrió a Esperanza Aguirre, lo cual hace que sobre cualquier comentario. Le corresponde al gobierno, este u otro que estuviera, por una razón muy simple aunque quizás para entenderla haya que tener algo de moral, cosa que veo que escasea y mucho últimamente. Durante el siglo XX cuando el gobierno correspondiente se desentendía de enfermos incurables y contagiosos, desahuciados y pobres (a los ricos aunque se estén muriendo los quiere todo el mundo) cuando a los polios como nos llamaban la oferta sanitaria del gobierno venia a ser un "que le den" y se limitaban a dejarnos tirados en el suelo durante una hora. Los hermanos de San Juan de Dios, en Madrid el Asilo de San Rafael, se dejaron la piel dándonos un tratamiento, malo, equivocado y desde que apareció la vacuna con poca motivación, de acuerdo, con una gestión nefasta, de acuerdo pero por lo menos era algo. Eso a mediados del XX y en la capital imaginemos durante las plagas del XIX en cualquier parte del país. Repatriar a dos de sus miembros no deja de ser una mínima correspondencia. Sino con la actual orden, de la que habria mucho que hablar, si con quienes se mataron literalmente cuidando los enfermos de los que el estado no quiso saber nada.
Infamia. Es la única palabra que se me viene a la boca al saber que junto con estos dos miembros de la orden, de nacionalidad española, había otros afectados también de la orden que por no ser españoles se quedaron alli, condenados. Infamia. Primero por lo que ya he dicho, segundo por pura humanidad, tercero por ser esta una orden de origen español, cuarto por que eso es denegación de auxilio, quinto por que no puede pesar un papel más que una situación concreta. No digo que nos traigamos a todos los afectados pero este era un grupo compacto, coherente y cerrado. Infamia.
Quiero dejar claro que no tengo nada de beato ni de meapilas, ni siento la menor gratitud personal hacia la orden, me limito a dejar las cosas claras. Decir lo que, como de costumbre, nadie dice, por que nadie lo sabe y sobre todo por que nadie lo quiere saber.
Hoy hace años del bombardeo atómico de Nagasaki y nunca he deseado tanto ser analfabeto y profundamente inculto como anoche. Anoche en la 2 pusieron una película documental de Oliver Stone, curiosamente también polio, se cierra el ciclo aunque pronto lo abriré otra vez, sobre los bombardeos atómicos. No es Stone santo de mi devoción, es más creo que desde Platoon no he vuelto a ver una película suya pero ayer me enganche. Os la recomiento vivamente no por que sea nada del otro jueves sino por la selección de imágenes de los gerifaltes asesinos del momento. La juerga que se traía Truman hacía pensar que estaba en Disnaylandia y no decidiendo sobre la vida y la muerte de un número tan indeterminado de personas que posiblemente hoy día todavía este muriendo gente como consecuencia de aquello. Al acabar se me vino a la cabeza un tío mío, prácticamente analfabeto, que seguramente anoche estaría en una terraza emborrachándose, sin saber que hoy hace años del bombardeo, quizás sin saber siquiera que hubo una segunda bomba y por supuesto sin saber lo que estaba disfrutando Truman, según sus expresiones. Os juro que le envidié ferozmente, envidié su ignorancia, la involuntaria y la voluntaria, su desinterés, su deriva por el mundo sin ver más allá de el radio de sus miserables intereses. Le envidié en fin carecer de todo lo que nos hace humanos, o personas, o como queráis decirlo. Envidié la animalidad del terrón sin labrar algo que jamás pensé que me pudiera pasar.
Como siempre Joaquinito lo que cuesta entender no es que se ayude a la gente sino por qué a unos si y a otros no. La respuesta que uno encuentra siempre repugna.
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