De veras que uno intenta mirar las cosas de otro modo, en serio, y no pensar continuamente en desastres o algo peor: en la condición humana. Uno lo intenta hasta con cierto entusiasmo, pero es que no le dejan, coño, que no le dejan.
La infamia de ayer, incalificable, ataca no sólo la esencia de la libertad sino a la misma cuna de ella. No voy a extenderme por que si fuera una sola cosa la que parece querer boicotearle a uno las ganas de vivir, sería soportable.
Sin embargo, en estas "vacaciones" navideñas y preliminares hemos visto gente matándose por un partido de fútbol, aviones que se estrellan sin estar autorizados a volar, no sé cuantos ancianos quemados por braseros, un rey mago muerto por que un cable estaba más bajo de lo permitido, un colegio -no recuerdo donde, sé que era por oriente medio- asaltado con un montón de críos asesinados y no sé cuantos desastres más, incluyendo terremotos, erupciones volcánicas, inundaciones y el especial de José Mota. Uno que siempre se resiste cual pequeña aldea gala siempre piensa: siempre nos quedará París. Un rábano es lo que nos queda. Ayer Francia fue profanada en lo más sagrado de su historia, que todos hemos seguido con mejor o peor tino, de acuerdo, y esta mañana en la radio me despertaron cantando La Marsellesa, perfecto. Siempre he sido francófilo, salvo en la etapa imperial, creo que lo he dejado claro.
Lo que me hunde de verdad, por que lo de ayer es uno -espantoso- más de los atentados contra todo que nos ha tocado vivir a quienes tenemos cierta edad: El Papus, los abogados de la Calle Atocha, las casas cuartel de la guardia civil, las torres gemelas, el 11-M. Lo que me hunde de verdad es que Francia, precisamente en Francia, ha tenido quince días sin enterrar a un bebé simplemente por ser gitano.
No sé si hace falta decir el desconcierto que todo esto me produce, nos produce a todos quienes veíamos en Francia una especie de Faro, o de Pequeña Aldea Gala de cierta dignidad.
De verdad que uno lo intenta.
A quién se le ocurre oir las noticias...
ResponderEliminarEnfin, que tienes razón que ya no sabe uno para donde mirar. Que se nos acaban las referencias y el tiempo. Ante tantas agresiones como recibimos yo he decidido cuidarme mas. Qué otra cosa?
Se nos apagan los faros, Joaquín. Disfrutemos de las cosas pequeñas y esperemos a que escampe, si nos dejan.
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