Un año largo desde el delito, no sé cuantos meses desde la sentencia y no sólo andan sueltos y dispuestos a violar a la que se les ponga por delante, chulearse en público, pedir el pasaporte y, la de hoy, intentar robar unas gafas y al no lograrlo embestir con la intención de arrollar a dos agentes de seguridad.
Eso si se hablase con palabras y no con sandeces de leguleyos tendría varios nombres: impunidad, prevaricación y, básicamente, chulería de la peor especie, de la de navajazo en la cara si miras a otro. Diríase que esos uniformes de los que son indignos les están protegiendo en demasía o eso o son protegidos de algún alcalde, que aquí quienes mandan son los alcaldes.
¿Sabéis que otro nombre tiene?: CUERNOS.
Sí, los que nos están poniendo a todo ciudadano decente que, respetando las leyes, no ha salido a rajarles, a todo miembro de las fuerzas de seguridad del estado que, ahora mismo están bajo sospecha de corporativismo y que, imagino, que no entenderán como no han sido inmediatamente expulsados, a todas las mujeres pues tolerándoles tan chulesca impunidad se envía el mensaje: "no pasa nada, son mujeres"
Por eso a esa gente, por llamarles algo, hay que ponerles como a los cerdos: en canal
¿Que me paso? No me cabe duda, hago esperpento modesto de una realidad que si bien se mira es bastante más esperpéntica. Millones de ciudadanos asistiendo con las palomitas en la mano al lamentable espectáculo que están ofreciendo todos. Los ciudadanos también, por tolerar desde hace no sé cuanto tiempo (¿siglos, milenios?) esa permanente impunidad.
Ah, es que, claro, los ciudadanos no pueden actuar por que son rehenes de los taxistas.
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