El amigo Theodore dejó un comentario a mi entrada “Hadas” que, creo, merece una respuesta. Cito: “Y me tomo muy humildemente la libertad (porque es una lástima en un texto tan bueno que haya una laguna, obviamente involuntaria), de decirte que te has comido la palabra "hijos" en una frase. Búscala, busca a los hijos. Te lo agradecerán. Y entonces, será totalmente perfecto”.
Elogio aparte, que no he quitado por aquello de citar textualmente y por que ¡que narices! uno tiene su vanidad, debo decir que no es involuntaria la ausencia del término “Hijos” que supongo hecha en falta Theodore en contraposición a “Hijas”. ¿Por qué no lo es? Simplemente por que la mujer como depositaria que ha sido siempre de la tradición ha reservado ciertos conocimientos del tipo oraciones poco ortodoxas (al aceite de oliva por ejemplo, o una en concreto a Santa Catalina que oí hace poco que pedía protección con cosas como que “a quien me persiga se le caigan las piernas” más o menos) para trasmitirlos a las HIJAS excluyendo de la transmisión oral de este patrimonio cultural a los varones incluso siendo hijos únicos. He vivido esa realidad y usándola en el texto quería resaltar el aspecto mágico-sobrenatural de la realidad de los cuentos para la protagonista y como reservó ese mundo como hubiera reservado la oración al aceite o a la vengativa Santa Catalina para sus hijas, al fin y al cabo depositarias de la tradición oral como lo fue toda mujer hasta hace bien poco. Quienes hayan tenido el privilegio de tener abuelas, que no es mi caso y la tradición me la tuve que currar yo solito leyendo las cosas más raras que imaginarse pueda, tendrán entre sus más antiguos recuerdos a esa abuela contándole no sólo cuentos, quizá ningún cuento, pero sí historias, rezos, usos y, a las niñas, prácticas que a nosotros no nos contaban por que, sencillamente, éramos varones. Quizás fuera así por que el papel que se nos presuponía a los hombres no requería ese tipo de conocimiento “práctico” como qué oración para hacer determinado guiso, o el modo de protegerse del mal de ojo y otros aspectos sobrenaturales que en su tiempo eran tan reales como la gripe A. A nosotros nos tocaba otro papel y esas enseñanzas no se consideraban necesarias para desarrollarlo. Ese es el motivo por el que el término “Hijos” no aparece en el texto.
Elogio aparte, que no he quitado por aquello de citar textualmente y por que ¡que narices! uno tiene su vanidad, debo decir que no es involuntaria la ausencia del término “Hijos” que supongo hecha en falta Theodore en contraposición a “Hijas”. ¿Por qué no lo es? Simplemente por que la mujer como depositaria que ha sido siempre de la tradición ha reservado ciertos conocimientos del tipo oraciones poco ortodoxas (al aceite de oliva por ejemplo, o una en concreto a Santa Catalina que oí hace poco que pedía protección con cosas como que “a quien me persiga se le caigan las piernas” más o menos) para trasmitirlos a las HIJAS excluyendo de la transmisión oral de este patrimonio cultural a los varones incluso siendo hijos únicos. He vivido esa realidad y usándola en el texto quería resaltar el aspecto mágico-sobrenatural de la realidad de los cuentos para la protagonista y como reservó ese mundo como hubiera reservado la oración al aceite o a la vengativa Santa Catalina para sus hijas, al fin y al cabo depositarias de la tradición oral como lo fue toda mujer hasta hace bien poco. Quienes hayan tenido el privilegio de tener abuelas, que no es mi caso y la tradición me la tuve que currar yo solito leyendo las cosas más raras que imaginarse pueda, tendrán entre sus más antiguos recuerdos a esa abuela contándole no sólo cuentos, quizá ningún cuento, pero sí historias, rezos, usos y, a las niñas, prácticas que a nosotros no nos contaban por que, sencillamente, éramos varones. Quizás fuera así por que el papel que se nos presuponía a los hombres no requería ese tipo de conocimiento “práctico” como qué oración para hacer determinado guiso, o el modo de protegerse del mal de ojo y otros aspectos sobrenaturales que en su tiempo eran tan reales como la gripe A. A nosotros nos tocaba otro papel y esas enseñanzas no se consideraban necesarias para desarrollarlo. Ese es el motivo por el que el término “Hijos” no aparece en el texto.
Gracias Theodore por tu observación y por tomarte la molestia de señalarlo.
Más claro imposible. Estimo que Theodore va a quedar más que conforme con tan minuciosa explicación.
ResponderEliminarBESOTES AMIGO, BUEN FNDE Y HASTA EL LUNES!
Era una parte mas de la educación que separaba clarísimamente los roles. Tampoco los padres les contaban a las niñas nada sobre prácticas de caza o cambio de bujías. Tuve una madre transgresora (o quizá es que no tenía hijas)que si nos hacía participes a mi hermano y a mi de legendarios conocimientos familiares sobre cocina o limpieza de la alpaca.
ResponderEliminarSi se entera mi padre, la tenemos.
Un abrazo
jaj se ve que Theodore estuvo muy atento y perpicaz... Y seguro que los demá hicimos un comentario apenas anodino y sin gracia sin percatarnos del detalle que era tan importante para el entendimiento del post.
ResponderEliminarYO hoy por imitación de mi querido Theo dire, que debe haber una errata tb. en este texto, jajaja. Y es que tú tuviste que tener abuela, cari, quieras o no quieras. Otra cosa es que no pudieras disfrutar de ellas o no la hayas conocido, pero tenerla, lo que se dice tenerla, tuvístela que tener, que diría el otro, jaaja
Bezos.
Llego muy tarde pero agradecido por el post. Es curioso cómo cambia mucho (por no decir todo) el sentido de un texto cuando una laguna pasa de entenderse como involuntaria a saberse que es intencionada y bien planificada. Efectivamente, queda muy claro con tu explicación y le da un sentido doblemente intenso e interesante al conjunto.
ResponderEliminarSi es que eres muy listo, leñe.
Un besote. Y gracias a tí.
Lo siento pero mi realidad histórica adoleció e estos avatares y jaculatorias.
ResponderEliminarStan: gracias.
ResponderEliminarUno: me ha encantado eso de que si se entera tu padre. Aunque parezca raro era así y me temo que no ha dejado de serlo del todo
THiago: eso es buscarle tres pies al felino. Mis abuelas no son sino fantasmas pero no como la tuya, son fantasmas ajenos que no han mantenido relaciones conmigo nunca.
Theo: gracias por lo de listo pero es injusto, si lo hubiera sido no habría sido necesario este post, y sí es cierto que cambia el sentido, cualquier palabra en su lugar concreto cambia el sentido de los textos.
Pe-jota: no me extraña, la inmensa mayoría de nosotros careció de ellos. O nos los quitaron demasiado deprisa para que nuestra memoria los registre.
Gracias a todos por leerme y dejarme vuestros comentarios.
Un abrazo