En la entrada del día trece de marzo de este blog que trataba sobre la tragedia japonesa que a la hora de que este texto vea la luz espero haya acabado y esté el pueblo japonés de nuevo en marcha sin miedo y con su habitual disciplina férrea e inquebrantable reconstruyendo su país, un compañero plateado, Thiago lógicamente, dejó este comentario que me voy a permitir reproducir –sin su permiso- “El caso es que lo que cuentas me alucina, como siendo tan exmadiro[creo que aquí debo entender “marido”] de esa cultura, la tenias tan apartada del blog. Cualquiero bloguero -yo incluido- hubiera explotado ese matrimonio hasta la saciedad”. Thiago me hizo pensar y eso rara vez es bueno y pocas veces perdonable. No sé si en este caso lo será.
Como sabéis, estoy reorganizando armarios y demás en casa, ahora les toca a los libros –unos seis mil sobre poco más o menos (cerca de dos mil sobre Japón y adyacentes)-, por otro lado ver Cisne Negro me trajo a la memoria que hasta casi adulto yo tenía verdadera pasión por los cisnes. Con estos elementos estaba preparando una entrada en la que la exhumación de libros y las sucesivas épocas que evocaban los cisnes reconstruían ciertos momentos de mi existencia. El comentario amigo y plateado me hizo dar la vuelta a la cosa.
Tras pasar 25 años de mi vida dedicado al estudio del Japón y su cultura, a la hora de expresarme a través de un blog decido arrancar todo ese tiempo y esfuerzo para no mencionarlo ni siquiera de pasada en él. Y eso me ha hecho pensar, ya sé que no es sano pero uno tiene sus vicios inconfesables ¡que se le va a hacer! Para colmo de males en un meme que hoy 17 de marzo ha colgado también el amigo plateado (no sé muy bien que es un meme, si alguien me lo explica, please) una de las respuestas que se me vinieron a la mente era “no ser yo”. Alarma, código azul, fallo generalizado en el sistema. ¿Qué? Quiero ser un tal Enrique (otra respuesta al meme).
¿Cómo es el interfecto? Pues obviamente guapo, fuerte, delgadísimo, sanote y medio tonto, o mejor aun, tonto del todo, que se creyera hasta que los concejales de urbanismo son honrados.
Pero lo malo no es quien quiero ser, ese tal Enrique López García de profesión chapero de lujo o gigoló de Ladys y Concejalas de Urbanismo. No, lo peor es quien no quiero ser: yo. Y peor aún que he estado y creo que sigo escapando de aquello que me define, en lo cual el renegar de mis 25 años de estudio del Japón es sólo una parte.
He intentando, cual serpiente, cambiar de piel y con ella de naturaleza. De jovencito me apasionaban los cisnes, el cine clásico, la escultura griega, el ballet, los cuentos infantiles, la mitología, China y Japón que por entonces confundía. Al hacerme mayor fui abandonando a mis primeros amores hasta casi ser otra persona. Entonces entre Natalie Portman y el desastre japonés me pegan el revolcón y me hacen volver a recordar mi sacapuntas con forma de cisne y el amor-odio que me mantiene y mantendrá ligado toda mi vida con la cultura japonesa al igual que con la griega y con la ensoñación de los cuentos de hadas en donde una bailarina de papel y gasa levantando una pierna ante un castillo se refleja en un lago de espejo donde nadan los cisnes mientras un soldadito de plomo sin una pierna la mira enamorado. Le ponemos un par de canéforas (que no sé que narices son), unos rododendros y un montón de ripios y ya tenemos modernismo-cursi a la orden del día. Y resulta que yo soy ese: Joaquinitopez a quien le siguen gustando todas esas cosas aunque le hagan daño (incluso lo cursi del modernismo barato), quien no ha conseguido separarse de Japón, ni de Troya, ni de Las Zapatillas rojas, ni de Madame Butterfly … ni del patito feo esperando convertirse en cisne.
De nada me ha valido luchar para mantener alejado a Japón de este lugar en el que me expreso libremente, al final he tenido que volver a lo que soy. El yamatólogo enmascarado ha vuelto por sus fueros, compone haikus y últimamente sólo lee novelas japonesas, en las que las grullas y los cisnes del norte del país no dejan lugar a dudas.
Pero preferiría ser Enrique López García aunque sólo fuera para creerme que los concejales de urbanismo son honrados.
Hola, precioso texto, de insólita fuerza evocativa y vivencial. No me hagas caso pero creo que las canéforas eran mujeres que llevaban un cántaro sobre la cabeza, de gran belleza y riqueza simbólica, claro,metáfora de las púberes canéforas. Te diré que anfo yo buscando desesperadamente una bufanda fukushima en mío blog.
ResponderEliminarPor cierto, fabuloso según veo el tuyo, que he conocido a través de mafalda sol pau.
Saludos blogueros
Muchas gracias primero por leerme y en después por las palabras que dedicas a esta entrada y, aun más, por las que dedicas al blog.
ResponderEliminarUn abrazo
Muy buena entrada.
ResponderEliminarEso sí... siempre es mejor verte en tu pura esencia, ¿no?
Joer... este blog siempre hace pensar y meditar!
Besos!
Angel: de eso va esta entrada de ¿cual es mi pura esencia?
ResponderEliminarGracias por leerme.
jaja, cari, he visto Thiago por ahí y he venido rápido, pues parece que este post no lo había leído...
ResponderEliminarbueno, gracias por destacar mi comentario pues si te ha hecho pensar, la chorrada que allí te solté merece mas atención de la que yo pretendía, jaaj
Y es que lógicamente despues de decir tú que habías estado "casado" con japón, a mi me parecío que desperdiciabas una fuente inagotable de post, lo que para un bloguero no es moco de pavo, jajaja.
Lo demás ya es de tu cosecha. Es curioso que hayas tenido que volver sobre aquel maridaje -ya que no matrimonio -a raíz de la desgracia que están padeciendo, pero yo creo que te ha venido bien a tí para desenterrar viejos fantasmas, y eso puede hacernos disfrutar a todos.
El meme? A estas alturas ya te creo enterado de lo que es. El que tu desees ser otra persona, no sé si es bueno o malo, nadie estamos totalmente contentos con nosotros mismos, pero si que me he dado cuenta que todo el mundo dice estar conforme con su nombre y su sexo. Algo es algo.
Bezos.
Pues yo de chapero de concejalas no me veo, que quieres que te diga. Ahora que un físico arrebatador si que me pido. Si Enrique López García viene en ese envoltorio, me vale como nombre. De no ser así prefiero un nombre con mas misterio.
ResponderEliminar¿Quién no se cree mejorable? Si hay alguien que se encuentre inmejorable debe ser insufrible.
Un abrazo
THiago: pues no creas que estoy muy conforme con mi nombre. Tiene un diminutivo horrendo que no hay forma de quitarte de encima.
ResponderEliminarSobre lo de Japón ya iremos viendo si es disfrute o martirio lo que yo pueda ir escribiendo aquí sobre ellos.
Uno: mira yo teniendo un cuerpazo y sano me veo de cualquier cosa, aunque las concejalas/es del urbanismo sean del PP. Siempre y cuando paguen en proporción, claro.
Una cosa es ser mejorable y otra no tener ni una pieza bien colocada ni mental ni físicamente. Eso también te hace insufrible. Aunque nos hayan querido contar la trola esa de que lo importante es el exterior etc, etc.
Un abrazo y gracias por leerme.
Uno no puede autoamputarse, somos la suma de todo aquello que admiramos o detestamos, cualquier otra cosa sólo es una parcialidad, y si encima es voluntaria es un autofalseamiento de uno mismo.
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