Habréis observado que he dejado de reseñar las necrológicas de los actores, actrices, escritores y demás personajes admirados por mí desde hace bastante tiempo. Hay un motivo. Primero, que esto parecería la sección mortuoria del célebre periódico. Segundo, que los grandes son todos tan mayores que al irse nos empequeñecen a los que van quedando dejándonos más conscientes del mundo entre ruinas en que vivimos. Tercero, que uno no está para berrinches constantes. Cuarto, que, entre las ruinas, crece también la hierba y no es humano recrearse en las pérdidas sino en la vida que recomienza aunque el caído sea un roble y el naciente una mala hierba, vida es, al fin y al cabo. Sin embargo, pese a todo, estos grandes que se nos están yendo a chorros dejan su hueco en nuestra memoria personal y colectiva.
Pensaréis que esto parece la entrega de los Goya pero para mí, que tanta compañía he recibido de todos ellos, casi más que de los humanos táctiles, es una deuda. Y es de bien nacidos ser agradecidos. Sé que no están todos los que son y que pocos considerarían a Amparo Muñoz una de las grandes estrellas de nuestro cine, pero quienes vivimos los setenta sabemos colocarla en el lugar que realmente ocupó en nuestras vidas, no sólo en nuestro cine.
Yo aquí pondría la canción aquella de Teatro cantada por La Lupe pero no sé hacer esas filigranas tecnológicas.
Va por ellos este recuerdo un tanto indefinido pero no menos sentido.
La Muñoz estuvo a un paso de ser una buena actriz, no lo llegó a lograr, pero participó en cosas interesantes. De todos modos, aunque solo hubiera hecho las cosas de destape y dabadada, fue una presencia fundamental (y bellísima, por supuesto) en nuestra querida piel de toro. Del resto no hace falta decir nada más que hay que decir sus nombres arrodillados.
ResponderEliminarSí, nos hicieron mucha compañía, y afortunadamente nos la seguirán haciendo con su legado.
Un abrazo
Me alegra ver el tono que empleas en esta entrada que hubiera podido ser tristísima y es entrañable.
ResponderEliminarCada uno a su modo supieron destacar.
Un abrazo
Y sabemos a ciencia cierta que poco a poco iremos viendo desfilara a más, la peno nos que se vayan, sino ver que en algunos casos pocos continuadores tienen. Nos hacemos mayores.
ResponderEliminarHoy he sabido de otro más: José Conde, a quien hemos visto mil veces pero del que ni siquiera sabíamos su nombre quizá. Eficiente siempre.
ResponderEliminarTheodore: de acuerdo contigo en todo.
UNo: muchas gracias por tus palabras, a veces recordar no tiene que ser sufrir. Manuel Aleixandre me hará sonreír siempre que le recuerde con aquel soberbio Estupiñá de Fortunata y Jacinta, por ejemplo.
Pe-jota: cierto, el desfile sigue, continuadores no puede haber por que el tiempo, el cine, los gustos han cambiado, creo que no precisamente a mejor aunque el cine español actual sea mejor en conjunto que entonces, (con excepciones gloriosas como Berlanga y unos cuantos autores más, algunos olvidados como Nieves Conde)
Gracias por leerme y un abrazo
Como dice mi padre... "Se está muriendo gente que no se murió nunca". Y mas del mundo del cine. Bueno, ayer tb. se murió Enrique Curiel, pero a los políticos y filósofos se les llora menos, jaaj
ResponderEliminarbezos.
THiago: tal vez por que dan menos consuelo y no están en nuestras soledades.
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