Robert: hay orgullos legítimos y hay Orgullos injustificados como los que mencionas. Incluso hay orgullos legítimos en plan colectivo: orgullo de que España sea el primer país en donaciones de órganos, y, en el otro lado orgullo de SER ESPAÑOL (quien lo dice lo pronuncia con mayúsculas). En cuanto a los personales siempre han de ser valorados desde la subjetividad y no son válidos en sí mismos. En cualquier caso los puedes usar como he hecho yo en esta entrada para autodarte una palmadita en la espalda cuando no hay quien te la dé y la necesitas mucho mucho mucho.
Carlobito: tu orgullo es honor para mí de tener lectores y amigos como tú. En cuanto a lo del orgullo gay es necesario tener siempre presente que ninguna guerra contra ningún tipo de discriminación está ganada nunca. Los años veinte florecieron en espectáculos travestidos, homosexuales y en los cuarenta a quienes los protagonizaban se les exterminó en campos de concentración. Es un ejemplo. Hay que estar siempre alerta y, a ser posible, con el arma –verbal, asociativa etc- preparada por que a la primera que se deja pasar contra cualquier colectivo la discriminación se dispara. Lamentable pero cierto.
Uno: sobre todo eres modesto y humilde jejejeje. Lo malo, querido Uno, es que quererse es extraordinariamente difícil.
Pe-jota: pecado. Ese concepto ha sido la mayor arma usada contra el ser humano a lo largo de los últimos tres o cuatro mil años. Que les den a los del pecado. No podría estar más de acuerdo en lo que proclamas como digno de estar orgulloso, añadiendo, quizás, saber amar, y quitando tolerancia por que siempre me pregunto: “Tolerancia ¿de qué?”. Hay un punto de condescendencia en la palabreja cuando de lo que queremos hablar es de que cada uno meta las narices en sus cosas y deje en paz a los demás, que, si bien miramos, habría que ver a quien se tolera más bestialidades. En fin, que me lío.
Un abrazo y como siempre gracias por leerme.
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