Sobre las lecturas:
Uno: bueno, la novela histórica es como todo, las hay malas, las hay peores, hay alguna digna de hoguera sin paliativos, se escapa alguna buena, y existe un número intermedio de obras leíbles que, si no enseñan historia, por lo menos la ambientan con dignidad; con los dedos de una mano se cuentan las buenas con todas las letras (Galdós aparte, claro) Yo tengo un prejuicio, que he de comerme con patatas ante esta obra, sobre la mujer y la novela histórica. En general tienden a hacer que las mujeres del s. XIX, XII o del XXX a d. C. piensen como la feminista más furibunda del XX o XXI y eso, simplemente, es una base falsa. Reconozco que no es este el caso, ni mucho menos. Legible, entretenida y con mucho de humor y marujeo pero si a la historia le quitamos el marujeo se nos queda en una larga lista de intereses económicos y de fanáticos asesinos.
Pe-jota: eso es lo bueno, que la autora recoge también ese aspecto pero es como si hablara la capa más profunda de la “Emperatriz” la que se sabe el corte y el recorte por haberse medio criado cerquita de Lavapiés. Se sabe cursi, hortera y advenediza pero por sus… ovarios. Eso es lo que hace más atractiva esta novela.
Carlobito: cuando lo vas leyendo no te resulta tan duro hasta que llegas al final, concretamente a la palabra final. Las piezas del puzzle se encajan y el resultado es demoledor para el tradicional concepto de maternidad.
Sobre “Veinticinco años”
Ante todo lamenté inmediatamente publicar esta entrada, vomitar sobre otros ese desahogo sé que no es del todo correcto. Sin embargo, no quise quitarla por que, por otra parte, hemos de aprender –he de aprender- a darnos, y compartir estos sentimientos y recuerdos es una forma de hacerlo.
Rober: quisiera verlo como tú pero sólo comparto la idea de que únicamente se aprende a convivir con la realidad. 21 de junio, otra fecha para que no se olvide nunca.
Uno: la figura de la madre es la clave del arco de nuestra vida y más siendo varones con nuestro Edipo correspondiente. Siempre está y estará presente. No hay más que ver que cuando en los ancianos la cabeza se les va y ya no recuerdan nada, en la agonía la ven a ella.
Pe-jota: vacío, preguntas sin respuestas, respuestas sin preguntas (que son peores) y un gigantesco cabreo contra no se sabe bien qué o quien.
Damián: habrías hecho lo que te toca hacer: sobrevivir como se pueda, aunque sea dejándote pedazos de vida y de alma en cada gesto.
AntWaters: no es que se recuerde, es que el recuerdo es una presencia constante en cada respiración.
Carlobito: desgraciadamente las cosas son mucho más complejas.
Gracias a todos por leerme, como siempre.
Una cosa: hay blogs en los que no puedo comentar con el problema de los comentarios y en otros sí que puedo hacerlo. Así que si no me veis en algunos tened en cuenta que sigo ahí.
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