El veinte de diciembre de 1941, trece días después del ataque japonés a Pearl Harbor, el semanario donde trabajó siempre Norman Rockwell, The Saturday Evening Post, salió a la calle con esta portada. La luz frente a las tinieblas envolventes, un “Feliz Navidad” casi tímido, un “comprar bonos de defensa” casi igualmente tímido, las repeticiones en el quiosco de la propia portada eran, debieron ser, el reflejo exacto de la sensación de un colectivo abocado a una guerra contra las tinieblas, como único faro, como única esperanza en medio de la noche gélida. Luz, calor de hogar y el personaje de la anciana que hace ganchillo dando un sentido de permanencia, de “guardar el fuerte”, mensaje que con estas palabras más o menos se daría a las tropas, la certeza de lo invariable de lo que dejan atrás. Eso en medio de una nevada en la oscuridad.
Carabanchel 25 de septiembre de 2012
Ayer, 25 de Septiembre del año de gracia de 2012, en Carabanchel, aparecía esta otra imagen. Han pasado 71 años y, a pesar de la deslumbrante luz del sol estepario, no hay ni esperanza, ni permanencia, ni continuidad. Atrás no queda nada, por delante, tampoco. Si la obra de Rockwell, a quien habremos de volver, era un acicate para la lucha, las imágenes como la de ayer, repetidas un infinito número de veces por las calles y plazas de pueblos y ciudades de esta piel de toro no deja espacio en el alma ni para eso. Ni siquiera existe la posibilidad de lucha, del intento de levantar la cabeza del cenagal en que nos han metido. Lo peor, sin embargo, es que nevará y se hará de noche.
De momento ha empezado a llover. Eso limpiará el ambiente. Aire limpio es lo que hace falta.
ResponderEliminarUn abrazo
Optimista
EliminarUn abrazo
Más que aire limpio es lo que hace falta, ilusiones pocas y cada día que pasa se menguan un poco más.
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