Gustave Caillebotte (1848-1894), fue un pintor francés, coleccionista, mecenas y personaje muy cercano al círculo impresionista. Más cosas en Santa Wiki.
Ni siquiera conozco el título de esta hermosísima pintura. No hace falta. Caillebotte es mucho más conocido por sus "Acuchilladores de parquet" que por obras como esta. Sin embargo, pocas hay que trasmitan la atmósfera melancólica y gris, casi el sonido de las gotas y de los pasos del paseante por esa orilla. La humedad nos cala los huesos y el aire se hace más denso. Un trozo de vida.
Reconozco humildemente que me he encontrado esta obra por casualidad navegando sin rumbo por la red, pero vale la pena, una obra por sí misma valiosa aunque fuera anónima y no se relacionase con personaje tan bien relacionado. Ampliad la imagen y dejad que las gotas caigan en el agua, que el tiempo pase ante ella.
Otra obra olvidada pero que, una vez conocida, resulta difícil de olvidar.
Es de un realismo increíble...
ResponderEliminarMe pillas con muchas ganas de lluvia por lo que agradezco mucho esta espléndida imagen. A mi, la lluvia, lejos de entristecerme como a muchos, me da paz y me refresca el coco. Hubiera dicho que no conocía al artista si no me recuerdas "Los acuchilladores de parquet". Qué cabeza la mía para los nombres. Nunca hubiera podido dedicarme a la enseñanza.
ResponderEliminarHisae: sí, es casi como estar ahí, quizás por eso nunca expuso con los impresionistas. Un abrazo.
ResponderEliminarUno: la lluvia tiene sus momentos, como todo, hay ocasiones en que, como bien dices refresca la cabeza y como diría yo, el alma. Otras es más bien una mortaja gris.
Bueno, no te reproches no recordar el nombre, se recuerdan mejor los soberbios músculos de los acuchilladores y la impresionante perspectiva. Por otro lado no es un artista extremadamente conocido ni de lejos. Claro que habrías podido dedicarte a la enseñanza ¿para que crees que existen las chuletas?
Por cierto, sigue habiendo problemas para leer tu blog.
Un abrazo y gracias por leerme.
A veces las grandes obras eclipsan estas pequeñas joyas, que acostubran a decirnos más de la sensibilidad de sus autores que los grandes gestos.
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