No es mes de mi especial devoción este de julio. Demasiado veraniego y poco estimulante. Afortunadamente están viniendo tormentas y eso, quieras que no, ameniza la cosa. De todas formas hoy me vais a perdonar pero es que vengo traumado. Esta mañana he ido con mi padre al especialista, una doctora nueva. Mi padre tiene 84 años y yo 57 y siempre nos hemos parecido mucho. Lo espantoso es que nos ha preguntado ¡si somos hermanos! Reconoced que es como para que a uno le de un algo. Aún no me he recuperado. Ahora en serio en la entrada anterior me preguntaba cuando se da uno cuenta de la edad que tiene y lo cierto es que en los últimos dos o tres años he envejecido precipitadamente. Sin embargo, no es lo malo envejecer, joden los achaques, obviamente, pero no es lo malo tener el pelo blanco o que de repente te quedes sin pelo en las pantorrillas, o pensar "cuando yo era joven eso no pasaba", no. Lo espantoso es lo que ha pasado a tu lado a lo largo de tu vida que no has sabido o podido atrapar. Por decirlo vulgarmente: los trenes a los que no te has subido. Ya hemos hablado de mis limitaciones físicas pero hay algo quc va más allá y en mi caso se expresa en una imagen, un verano, un verano de los setenta para ser más exactos. Por la calle bajaba. Era simplemente un veinteañero (como yo) muy bronceado y rubio, anudado a la cintura un pareo, descalzo y nada mas. A pesar de no ser transparente el pareo dejaba ver que iba desnudo, iba solo calle abajo, no sé donde pero aquel muchacho encarnó y aun lo hace todo lo me he perdido, lo que no he podido o sabido vivir, las personas a quienes no conocí lo suficiente o las que conocí demasiado, la perdida de tiempo de odiar profundamente, con infinita rabia, lo que desprecié y lo que aprecié sin merecerlo. Siempre con la esperanza de un verano, un verano en que ser como aquel joven, de sentir alas, de tener a alguien al lado mirando lo que se mira en verano, las olas, las estrellas. Siempre con la esperanza del siguiente, o de cuando pase esto o aquello y siempre la esperanza decepcionada. La libertad que percibí en aquel hombre tan a medio hacer como yo, vuelve cada día. Hasta que pasa lo que ha pasado hoy, haces recuento de dolores varios y quizás es hoy cuando haya empezado a darme cuenta de la edad que tengo. Es curioso que hoy sea San Fermin, y que hoy haga treinta años de la muerte de mi madre. Sí quizás sea ya el tiempo de dejarse envejecer "sin llanto, sin dolor, sin desconsuelo"
Con la edad es aconsejable bajar el listón de la espectativas que las oportunidades son menos pero ve uno tantas cosas... No perdamos la esperanza.
ResponderEliminarUn abrazo
Es mucho peor de lo que creía, no he sabido expresar lo que quería decir que no iba exactamente por ahí.
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