Leo Fontan 1928
Junio es para mí el mes más bonito del año, es casi verano pero aun no lo es, ayer mismo nevó a 50 Kms de Madrid (pelao de frío estaba yo), los días son largos y en teoría apacibles. Parece mentira que sea el mes dedicado a la diosa más maruja del Olimpo. De siempre me la he imaginado con los rulos puestos y el rodillo de amasar en la mano pegando gritos al Jupiter de turno. La de los níveos brazos que decía Homero es la patrona del mes.
Lo cierto es que no sé muy bien por donde empezar. Intento desesperadamente no cabrearme con el país, el paisanaje, y Blogger en concreto que me trae mártir con cambiarme todo continuamente, tres días he tardado en encontrar la manera de entrar en este blog. Pero bueno, mantengamos la calma si eso es posible.
Junio en Madrid tiene tres nombres: San Antonio, que es mañana y por tanto no sé como se presentará la cosa, la feria del libro y la manifestación ciclo nudista.
Empecemos por lo último. El sábado estaba convocada la manifestación ciclo nudista anual reivindicando mayor seguridad para los ciclistas a las doce en Cibeles. Yo suelo acercarme casi por prescripción facultativa pues mi psiquiatra me dijo en cierta ocasión que si me despelotara y me sumara a la manifestación -las sillas de ruedas tenemos también mucho que reivindicar- sería lo más liberador que podría hacer. Así que fui sólo con camiseta y pantalón para intentar reunir el valor de sumarme, algo fácil de quitar. Llegué a las once y media. Cibeles tiene ocho esquinas contando las de los carriles laterales ¿en cual era la despelotante cita? ni P. idea así que fui de mostrador en mostrador, digo, de esquina en esquina cual putita persiguiendo clientes. Doce menos cuarto. En ninguna de las esquinas había signos de bicicleterismo nudista o no nudista. Mi instinto me decía que lo lógico era concentrarse en la esquina del espantoso palacio de correos hoy sede del ayuntamiento. Veo cierto movimiento en la esquina de lo que antes era Ministerio del Ejercito y antes aun un palacio de la XIII duquesa de Alba, la de Goya. Me cruzo. Cruzar Alcalá, Recoletos y los dos laterales vienen a ser unos diez minutos. Allí, como cabía esperar no había nada de nada. Siguiendo mi cerebrito metepatas razoné que dado que todos los años acaban más o menos en la Plaza de Oriente forzosamente tenían que pasar por ahí y ya estaba yo casi listo para encuerarme (o por lo menos intentar reunir valor para hacerlo). Las doce en el banco de España. Nada. Doce y cuarto, menos. Doce y media, aparece algún ciclista sin camiseta. Desde donde estaba la propia diosa me impedia ver la esquina de correos que, al final fue donde se concentraron (algún día dejaré de hacer caso a mi cerebro). Aquello empezó a moverse a la una menos cuarto. Como la federación o asociación o lo que sea no se digna poner el recorrido tampoco vale de nada la lógica pues en lugar de hacer lo de siempre (subir por Gran Via y acabar en la Plaza de Oriente) lo que hicieron fue rodear la fuente y encaminarse a Atocha. Visto lo visto y dada la actitud de los organizadores y a pesar de estar de acuerdo con sus reivindicaciones y de lo indicado por el psiquiatra ya les pueden ir dando por ahí mismo a los ciclo nudistas y su p. manifestación.
El segundo nombre es la Feria del Libro. Inmensa. Ayer se me acabó el presupuesto antes de llegar a la cuarta parte. Un once de junio puede ser fecha de cualquier cosa menos de pasar frío. Madre mía, qué frío pude pasar. Abrumado, como debe ser, por la cantidad de títulos que quisiera leer y no me daría tiempo en dos vidas, ramoneaba sin buscar nada en concreto o lo intentaba. Una pregunta: si a los jovencitos ni les importan los libros ni se les educa como personas civilizadas ¿por que los sacan de las jaulas? Tres o cuatro excursiones de chavales pululaban dando gritos y corriendo (hablo de adolescentes, no niños) teléfono en mano y sin mirar otra cosa. Si les hubieran llevado a las cloacas hubieran tenido su misma actitud. Yo en lugar de sus pobres profesores hoy les plantaba un examen sorpresa sobre lo que vieron ayer. Iba a ser una masacre. Sólo una jovencita (13-14 años) iba preguntando por una autora concreta, los demás con el p. móvil ya les sobraba todo. Triste destino el de una humanidad que se deja manipular por lo autorizado por Google y lo no censurado por quienes corresponda. Triste destino el de una humanidad que, cuando se caiga la nube y los satélites habrá perdido toda referencia cultural y el individuo como tal regresará a la prehistoria.
Eso sí, la feria como siempre es una gozada de nuevas puertas que se abre, editoriales, títulos, colecciones, reediciones. El paraíso de los lectores a poco serios que sean. Por cierto, el Retiro en todo su esplendor de primavera tardía.
Dados los problemas que he tenido para poder llegar a publicar esta entrada, no sé cuando me dejará el sistema volver a entrar con su puto juego de contraseñas y "lo sentimos se trata de un error" Así que hasta que nos veamos leamos.
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