Malena, por fin. Sobria, elegante en actitud e indumentaria y con esa sonrisa suya que casi contagia optimismo Malena recogió su Goya. En mi quiniela particular era la única apuesta incuestionable y eso que no he visto su película. No hace falta. Ella es garantía de un soberbio trabajo, siempre, por lo menos yo no la he visto nunca un papel más flojo que otro. Desde la comedia costumbrista donde brilla y eclipsa a sus compañeros sin desmerecer a nadie, por supuesto, a dramas intensos como "Bajo terapia" oculta bajo el talento de la suprema sencillez. Se decía en "Actrices" de Ventura Pons, creo recordar, y por boca de la soberbia y nunca bastante recordada Rosa María Sardá: "nadie sabe como era Climnestra, puedes hacerla como quieras pero hay que hacer a la mujer de la calle, la real". Bueno, es obvio que la cita no es literal, pero sí la idea. En todas las artes el don supremo es atrapar parte de la realidad tal como es, de la vida tal como es. Nada más difícil que la caída de un hombro o una mano de un modo natural. Esa es Malena. El personaje de la que creo no está bastante valorada "Por una palabra tuya" esconde en un manto de cotidianeidad y casi vulgaridad una tempestad de sentimientos cercanos a todos, sin olvidar el inolvidable papel de Esperanza Pedreño, por supuesto. Si por un milagro me volviera director de cine y pudiera elegir actrices para cualquier papel cuatro son las que elegiría sin dudar para cualquier papel, de Julieta y Lady Macbeth, de la chica del barrio a la más enjundiosa lady, y una de ellas sería sin duda Malena. Evidentemente más contenta estará ella pero yo me alegré muchísimo de su Goya, aunque sé que este aspecto carece de importancia.
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