¡Que bonita! ¿Verdad? Hombre, sí, pero... ¿en serio hemos convertido esto en la película navideña por excelencia?
De entrada apesta a triunfalismo y autosatisfacción. Comprensible y aceptable, dado que se rodó en el 46 por los triunfadores de una recién acabada guerra, y nada menos que por dos combatientes: Capra y "el buenazo de Jimmy" como se le conoció años después, que, naturalmente debían estar encantados, primero de haber sobrevivido y segundo, de conocerse. Con Jimmy no voy a meterme sino a quitarme el sombrero como siempre. Una visión general de las obras de Capra califica sola al director así que tampoco voy a meterme con él, y conste que jamás criticaría su talento cinematográfico, sino la ideología que rezuma su trayectoria.
Hablemos de George Bailey. El buen hombre protagonista. Un buen hombre al que durante toda la trama sólo mueve un motivo: el odio a al señor Potter. ¿Odio? Bueno, en principio, sí. O, más bien, sí, pero.... Si nos quedáramos con el odio revanchista de la ofensa continuada a su padre, tendríamos a una mente débil incapaz de remontar y más que capaz de acumular un rencor reconcentrado focalizado en una sola persona. Un poco psicópata, diría yo. Sin embargo, George es mucho más. Básicamente es un cobarde con una buena excusa. A lo largo de 130 minutos vemos las sucesivas ocasiones en que está a punto de escapar de Bedfor Falls y como nunca lo consigue por hacer frente al malo malísimo. Curiosamente discapacitado, para acentuar más su maldad como amargado por la minusvalía, en realidad he leído que al soberbio actor Lionel Barrymore, Capra le suministraba drogas a granel para que soportara los tremendos dolores que tenía y que explican que tanto aquí como en "Vive como quieras", por ejemplo, sufra discapacidades. Eso es lo que he leído, como decía Cela: "A lo mejor ni es verdad". Lo cierto es que George no se va y usa al viejo Potter como excusa para no abandonar su nidito y verse a sí mismo como víctima, justificando así su frustración. Vamos: echándole la culpa al empedrado. El pobre no lo sabe, pero lo viene haciendo en cada acto: le regala la universidad a su hermano, renuncia a su luna de miel, apoyado por su esposa, etc. Al ver triunfar a los demás se frustra más y perpetúa su papel de buen chico.
Hablemos de su santa esposa, exquisita Donna Reed, que no duda en ofrecer ese viaje de luna de miel a cambio de una casa que él odia, pero que ella desea a toda costa, literalmente.
Sigamos con los otros secundarios:
La Santa Madre que, prácticamente, le empuja a los brazos de la chica ajena a los "sacrificios" de su primogénito.
El tío Billy, Thomas Mitchell como siempre magistral, un chisgarabís inconsciente y medio trastornado que no mira ni por donde va.
El hermanito que se aprovecha descaradamente de George y medra siempre a su costa con la única virtud de ser un cachas y pillar a una niña rica.
Violet, Gloria Graham siempre adorable, una chica supuestamente ligera de cascos que no se sabe que pinta en la historia salvo mostrarnos que sin la obra de George se hubiera dado a la mala vida.
Cinco hijos, cinco, como los seis hermosos toros, seis, insoportablemente incordiosos.
En suma que el único que no tiene ningún problema mental es Clarence y además es el único creíble en toda la historia.